Mariano.
Aunque sabía que no tendría clase con ella intentaría todo para poder verla por unos momentos antes de la salida. Esperar tanto tiempo no era algo a lo que estuviera acostumbrado. Me puse el saco del traje y mientras lo hacía observe la cama; mi mente no logró evitar volver a aquella tarde en que pude observar su cuerpo delicado manchado de purpura por todas partes como si quisiera enmascarar su belleza.
Recordé su sabor en mi boca y como vibraba bajo el tacto de mi lengua, contenerme aquella vez fue algo difícil; deseaba poseerla con todo mi ser y para eso necesitaba tiempo. Nunca había anhelado estar con alguien de esa manera y quería explorar detenidamente cada una de las sensaciones. El momento llegaría y sería más pronto que tarde.
Tomé rápidamente las llaves de mi auto, metí una tostada en mi boca y escapé de allí antes de que mi mente lujuriosa me jugara una mala pasada y tuviera que encargarme de algo más antes de salir de casa. Mi mirada se paseaba por todo lo que me rodeaba, si estuviera cerca a la escuela seguramente hubiera decidido caminar hasta allí, el día era hermoso. A pesar de que el clima era cálido aquí, este parecía haberse aliado con mi buen humor y regalarme un tiempo perfecto.
Debo admitir que mi notorio positivismo estos días tenía mucho que ver con unos hermosos ojos color esmeralda, una sonrisa capaz de derretir el ártico y unos labios que me hacían perder la razón. Su calor e inocencia producía en mí una esperanza que no sabía que necesitaba sentir hasta ahora. Sonreí como idiota mientras recorría los pasillos del plantel y escuchaba como cuchicheaban mientras pasaba saludando amablemente, imagino que para ellos era igual de raro ver esta faceta en mí.
Mi escritorio me esperaba con una pila amenazadora de exámenes por calificar, por el momento serviría para distraer un poco la mente y no querer entrar al aula donde se encontraba para cargarla en hombros, sacarla de allí y reclamar esos labios que me pertenecían. Lo sé, piensan que me obsesioné con ella, y sí. Tal vez tengan un poquito de razón.
Mi próxima clase comenzaría en quince minutos, ya había revisado la mayoría de exámenes y aquella montaña amenazante ya no era más que un montoncito insignificante, no puedo decir que me sirvió para alejarla de mi cabeza porque estuvo allí todo el tiempo como una acompañante silenciosa.
Organizaba los temas en mi maleta cuando el timbre del celular llamó mi atención, era un mensaje. Y en cuanto vi su remitente la felicidad se construyó una enorme casa en mis labios.
"Ya quiero besarte"
Tecleé rápidamente una respuesta.
"No me tientes porque te sacaré de donde estés para hacer realidad ese deseo. Para cumplir cualquier deseo que tengas" —observé el celular esperando con ansias la respuesta que esperaba, pero no llegó. Caminé hacia el salón donde daría la clase ya retrasado por cinco minutos al esperar de su respuesta. Me sentía rechazado y nadie me rechazaba.
Frustrado durante dos horas di una clase que no me apetecía dar y les apliqué a aquellos estudiantes un examen que no me apetecía calificar solo para que compartieran el sentimiento conmigo, ahora a mi agradable humor de temprano lo sustituía la irritación, esa chiquilla hermosa necesitaba una lección.
—Señor Estrada, por favor venga un momento —ordené al retraído chico mientras alistaba mis cosas. Se acercó temeroso hasta mi—. Necesito que busque a la señorita Sofía Montenegro en el aula 12b y le indique que debe buscar unos documentos en mi oficina.
El chico me observó por unos segundos y al entender mi frustración al verlo allí parado inmóvil salió disparado en busca de su objetivo. Terminé de empacar y me dirigí hasta mi oficina rápidamente.
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...