Sofía
—Mierda.
Me alejé de aquella cabaña lo más rápido que pude o eso creía, lo único que tenía en mente era aquella escena. Como ella se devoraba su boca, no entendía porque sentía esta opresión en el pecho.
«Zorra» El pensamiento cruzo mi mente sin poder detenerlo, pero no comprendía el porqué. No me había hecho nada, si se lo quería tirar era su problema no el mío.
Observé donde me encontraba, ya había avanzado lo suficiente como para estar cerca al lago y lo único que iluminaba ese lugar era la gran luna que acompañaba la noche. Me detuve para tomar un poco de aire, no sabía si desde que salí de allí había contenido la respiración pero mis pulmones me suplicaban por oxígeno.
Me abracé dándome un consuelo que no sabía que necesitaba, la noche fría comenzaba a acariciar mi cuerpo y aquella ropa corta de Maya no era de mucha ayuda. Esperaba que para mañana mi ropa estuviera lista, no quería seguir sintiéndome expuesta siempre, con los ojos de cada chico del campamento en mí.
El frío me quemaba la piel pero necesitaba pensar con claridad, reacomodar todo lo que sentía en ese momento e intentar descifrar que significaba todo esto.
—Sofía.
Mi nombre en su boca me erizaba la piel de una forma que ni siquiera el frio lograba. Giré mi cuerpo esperando que fuera una alucinación, un pequeño truco de mi mente pero al verlo allí frente a mi esa esperanza desapareció.
—Profesor.
Seguía abrazándome a mí misma intentando reconfortarme, nos observamos un momento, debió ser solo un minuto pero pareció una eternidad.
—Debe estarse congelando. —Dio unas cuantas zancadas hasta donde me encontraba.
—No se preocupe, estoy bien
Ni siquiera llevaba una chaqueta o algo por el estilo, seguía vistiendo una simple camiseta y una sudadera ¿Qué iba a hacer, quitarse la camiseta y dármela?
—Está titilando Sofía. —Caminó lo poco que le faltaba para quedar a pocos centímetros de mi. —No traje nada que la pueda abrigar.
Mucho antes de que pudiera contestar algo me rodeo con sus brazos intentando darme calor con su cuerpo, tenía demasiada piel expuesta como para que esto lograra algún cambio en mi temperatura pero su abrazo era tan acogedor como tomar una taza de chocolate caliente frente a una chimenea en invierno.
—Por favor no se preocupe, puede ir a terminar el asunto que dejo pendiente profesor. —Espeté alejándome de su cuerpo, tomando un atajo hasta las cabañas.
Solo logre dar algunos pasos fuera del camino antes de que me tomara por la muñeca e hiciera volver mi atención de nuevo hacia él.
— ¿Está celosa Sofía? —Cuestiono con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
— ¿Celosa? — pronuncié con un tono más agudo de lo que quería— Claro que no.
—Me está mintiendo. —Su mirada parecía escrutarme el alma.
—Claro que no.
—Si lo hace —Tomo mi otra muñeca —Siento su pulso acelerado aquí —
Masajeo con su pulgar la parte interna de mis muñecas y presionó un poco.
Sentía el maldito corazón en la garganta, sabía que latía locamente incluso podía escuchar como tamborileaba alborotado.
—No puede sostenerme la mirada por más de un segundo y si eso no es suficiente puedo adivinar como late su corazón incluso en esta oscuridad observando aquí. —Soltó mi mano izquierda la cual cayo inerte a un lado de mi cuerpo y con su dedo índice rosó la hendidura entre mis clavículas —Esta zona palpita con su agitación.
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DARK MIND
Aléatoire"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...