61 LA GRAN PREGUNTA.

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JOE

¿Como podría explicar que solo una noche me bastó para sentirme más vivo que nunca? Tener a Sharon en mis brazos fue tocar el mismo cielo y no hay manera para definir lo que mi corazón ah experimentando, jamás pasó por mi mente la idea de estar con ella mucho menos de sentir tanta pasión, tanto deseo y tanto amor al mismo tiempo, he grabado cada detalle de su piel, de su dulce aroma, mi corazón estuvo esperando por alguien como ella y de eso ya no hay duda.

La habitación poco a poco se ilumina con los rayos de sol que entran por la ventana, puedo observar el desorden a nuestro alrededor de ropa y sábanas tiradas en el suelo, al mismo tiempo imágenes llegan a mi cabeza ¡Que noche tan espectacular! verla dormir mientras amanece es como ver un precioso diamante brillando.

—Buenos días preciosa — digo suavemente en su oído.

Se mueve un poco hasta terminar acurrucada en mi pecho y la abrazo quedándonos un par de minutos en esa posición.

—No quiero que esté momento acabe — la escucho decir aún con la voz adormilada.

—Aqui no acaba amor — beso dulcemente su frente y acaricio su cabello.

Sharon levanta su rostro y me mira con una dulce sonrisa por varios segundos hasta que de un momento a otro su mirada se transforma y da un salto alejándose de mí cubriéndose completamente con la sábana.

—¡Qué pasa! — exclamo descolocado y un poco preocupado — ¿Que dije?

—No quiero que me veas así — responde desde abajo de la sábana.

—¿Qué? ¿De qué hablas? — pregunto aún más descolocado.

—Seguramente el maquillaje se me quitó y ahora debo parecer una momia, ¡No quiero que me veas así Joe!

Apenas la escucho darme esa respuesta una risa profunda se escapa de mí divertido por aquel comentario tan inocente y lindo.

—Sharon ¡Por dios! — le digo e intento jalar aquella sábana — déjame verte.

—¡No, olvídalo! no me vas a quitar está sábana — puntualiza con un divertido tono de enojo.

—Ok no te la voy a quitar, pero al menos déjame ver tus ojos — descubro su cara un poco —, eso es... — sonrío enternecido — preciosos ojos.

Se ruboriza por mi comentario y me esquiva la mirada.

—Mentiroso, seguramente parezco un mapache — me dice y se echa a reír.

—Un bellísimo mapache — río entretenido y le doy un beso en la frente — es broma, es bellísima tu mirada y podría quedarme toda la vida admirando esos preciosos ojos — acaricio con suavidad su rostro quitando el resto de sábana —, eres hermosa con o sin maquillaje.

Me inclino a ella volviendo a tomarla en mis brazos y planto un largo beso en sus labios, no existe el tiempo límite para mí solo quiero demostrarle absolutamente todo.

—¿Podemos quedarnos todo el día aquí? — pregunta con una sonrisa.

—Me encantaría, pero tenemos el resto de nuestros días para disfrutarnos y creo que necesitamos desayunar — suelto una risilla —, ¿qué te parece si me adelanto a preparar el desayuno en lo que terminas de arreglarte?

Chasing HappinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora