Primer encuentro
Jorge
Me regrese a mi casa a dejar mis cosas y poder arreglarme, aun que la verdad me vale un pepino la primera impresión que tengan de mi, yo tengo que aguantar a alguien que ni siquiera conozco por el resto de mi vida.
Una camisa negra de botones con un pantalón de mezclilla azul rey, con zapatos de vestir, algo fácil y sencillo.
Mi padre me mando la dirección del lugar, una residencia en la zona más rica de la ciudad, maneje deprisa hacia el lugar.
Llegué al lugar en 30 min, una Casa Blanca parecida Bueno un poquito de parecido a la de mi padre, los empleados del lugar me abrieron la cochera para dejar mi coche ahí.
Noté que mi padre acaba de llegar igual que yo, entramos a la casa y una empleada de avanzada edad nos recibió guiándonos hacia los Navarro y una sala de estar.
Entramos a una sala y vi a una joven de espaldas con una blusa de tirante con un short verde, que nos daba la espalda.
—Hija no te vayas, te queremos presentar a alguien—. Dijo la señora Navarro y la joven volteo a vernos.
Mierda, era la joven con la que me tropecé, lo único que recordaba de ella eran sus ojos verdes, no sé si nombre sea Karol o Silvana, algunos nombres de mis alumnos aún no me los aprendía del todo y eso que era bueno recordando.
—El es tu prometido Silvia, Jorge Salinas hijo de Elio—. Les dije que me sonaba algo como Silvana.
—Mucho gusto señorita—. Estire mi mano para saludarla y la estrechamos.
—Si ya tengo el gusto de conocerlo—. Todos nos voltearon a ver. —El es mi nuevo profesor, que dirá la escuela cuando se entere que él será mi esposa—. Dijo.
—No ahí problema, avisamos que te ausentarás un tiempo de las clases, pero te mantendrán al orden con tareas y te darán clases enlinea, algunas veces tendrás que ir a la escuela—. Dijo mi padre.
Apoco ya sabían que era mi alumna y mi padre no me dijo nada.
—Con que ya tienen todo resultó verdad, pero se han puesto a pensar en mi como me siento no verdad—. Vi como las lagrimas salían de sus ojos, se volteo rápido y corrió saliendo de la habitación.
El lugar se quedó en silencio y se escuchó un golpe en la parte de arriba.
Me levante de mi asiento y salí de la habitación, caminé hacia las escaleras, en mi camino me encontré a la señora que nos había recibido.
—Disculpe señora, ¿sabe donde es el cuarto de Silvia?—. Pregunté:
—Si, suba a la y de vuelta a la derecha, la última puerta en el rincón es la recámara de mi niña—. Sonreí y le hice un gesto de agradecimiento.
Subí hasta donde me dijo la mujer y llegué a la puerta, toque y espere respuesta. "Pase" entre y vi a la joven tirada boca abajo en la cama.
—No llores niñita—. Dije.
—¿Cómo no quieres que llore? Si me están obligando a casarme con un odioso de mierda—. Si eso pensaba de mí imagínense que pensaran los demás.
—¿Qué dijiste que?—. No me había quedado claro aún.
Se levantó de la cama y se puso frente a frente conmigo, sus ojos aun estaban llorosos. —Que eres un odioso de mierda, nadie te quedra para marido, pero con la primera pendeja que te pusieron enfrente se les ocurrió casarte—. La verdad una vez me iba a casar con Rebecca allá en Alemania, pero me fue infiel con el entrenador, así que se cancelo la boda y desde entonces no había tenido novia ni nada.
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De mi
Teen FictionUn empresario con riesgo a quedar en la quiebra, compromete a su hija con un empresario multimillonario, no se soportan para nada pero cuando se dan cuenta lo que en verdad cada uno siente, ahí algo que los separa.