Capítulo 3

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Acuerdo

Silvia

Escuché como tocaron la puerta de mi habitación, "pase" dije pensando en que sería mi nana, hundí más mi cabeza en mi cama, me llegó el perfume de una losion algo conocida y que solo había olido una vez en mi vida con "Jorge".

—No llores niñita—. Es verdad que me estaba llamando así.

—¿Cómo no quieres? que llore si me están obligando a casarme con un odioso de mierda—. Si eso pienso de él que es un odioso de mierda.

—¿Qué dijiste que?—. Yo creo que no me escucho, así que me levante de mi lugar y me puse al frente de él, alce la vista para verlo mejor ya que él es algo más grande que yo.

—Que eres un odioso de mierda, nadie te quedra para marido, pero con la primera pendeja que te pusieron enfrente se les ocurrió casarte—. Me paré de puntitas para alcanzarlo mejor pero era en vano.

—Mira yo no estoy para aguantarte mucho, así que te propongo un trato—. Ahora el venía a ponerme un trato a mi.

—¿Cuál?—.

—Nos casamos, duramos al menos 1 año de casados y si no nos soportamos después de ese año nos divorciamos, tú te quedas con la mitad de mi herencia y yo con la otra mitad—. Muy tentador, pero obvio le haría la vida de cuadritos en lo que pasaba ese año.

—Aceptó, pero con una condición—. Dije.

—¿Y ahora que quiere la niñita? ¿Un banana splith?—. Cada vez me caía mas gordo este señor.

—Yo voy a poner reglas y tú las vas aceptar—.

—Al igual que yo, ambos ahí que poner reglas y si son similares sólo unas reglas se quedan—. Hasta que piensas Jorge.

—Trato—. Estrechamos las manos.

Bajamos hacia el salón para informarles que si nos íbamos a casar.

—Ya hablamos ambos y lo que vemos es que es la mejor opción para ambas familias, así que aceptamos casarnos—. Obvio no les iba a decir lo del trato.

—Me alegro mucho por los dos, tienen un mes para conocerse, después será la boda en la iglesia y en el registro civil—. Dijo su padre y solo asentimos ñ.

Dejamos que nuestros padres siguieran hablando del negocio y salimos al jardín, no sabía ni que platicar con mi profesor, el que ahora se había convertido en mi prometido.

—¿Y que te gusta hacer?—. Solté la primera pregunta yo.

—Pues leer y evitar a niñitas lloronas como tú—. Pero si será un...

—Fíjate que a mi me gusta evitar patanes como tú, pero te tengo que aguantar un año, así que no creo que acabes mi paciencia como yo lo haré contigo—. Confesé.

—Eso esperemos, ¿y a ti que te gusta hacer?—. Me pregunto el.

—Me gusta ir a exposiciones de arte, a los museos de la ciudad aún que ya haya ido más de una vez, pero me gusta el arte, su hist...—. Me interrumpió.

—Solo te pedí que te gusta no el porque—. Este me va a llevar el buche de piedritas.

—Uyy Don Perfecto—. Exacto así lo llamaría "Don Perfecto". —Te queda ese apodo así te diré—. Volteo los ojos como de aburrimiento.

—Yo te llamaré niñita—. Odiaba ese apodo pero ni modo.


Caminamos más rato por la noche estrellada que se veía, ya no volvimos a hablar porque yo no tenía tema de conversación sin que me hiciera enojarme.

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