Capítulo 30

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Reencuentro con el pasado

Silvia

Llegamos a la pequeña clínica que había en el pueblo, me estacioné cerca de la entrada.
Si sabía dónde estaba la clínica fue porque en mi salida de la preparatoria venimos a traer a Fernanda, la trajimos porque a la mensa se le ocurrió aventarse del barco en movimiento y a la hora de caer se pegó en el brazo en el tubo del balcón.

Se dislocó el hombro y se lo acomodaron, solo le dieron medicamento y llegando a la ciudad ya fue con un doctor.

Apague la camioneta y baje dirigiéndome hacia el lado de Jorge para ayudarlo a bajar, abrí la puerta y el estaba con los brazos cruzados con la mandíbula tensa.

—¿Vas a bajar por tu cuenta o voy a buscar ayuda?—. Pregunté.

—No, yo ahorita bajo—. Que odioso.

—No, yo ahorita bajo—. Lo arremede.

Me recargue en la entrada del hospital esperando a Jorge.
Le estaba costando demasiado trabajo bajar, nada me costaba ayudarlo, pero por orgulloso dejaré que él se baje solo.

Al fin se bajo y se dirigió hacia donde estaba.
Me miró de una manera retadora y entró sólo al hospital.
Como siempre hay va su pendeja persiguiéndolo como perro faldero.

Llegamos hasta recepción y le dieron una ficha para que esperara su turno, así que nos fuimos a sentar para esperar su turno.

Jorge seguía sin hablarme, su silencio me mata.
Quería preguntarle si ya no le dolía, pero mi orgullo es más fuerte que mis ganas de preguntarle.

Por fin nos hablaron para pasar al consultorio, Jorge se levanto costándole, pero si no quiere mi ayuda ni modo.

Pasamos a el consultorio y en la entrada había un espejo, al verme se me había olvidado por completo que traía traje de baño, lo bueno que traía la falda si no vergüenza que me haiga llevado.

—Hola soy el Doctor David díganme en qué puedo ayudarlos—. El doctor se presentó.

Ya iba hablar yo pero Jorge me interrumpió.
—Soy Jorge Salinas, ella es mi prometida Silvia, venimos a que me revisara fíjese que me pasó...—. Empezó a contarle cómo había sucedido el accidente con detalles para ver cómo lo podía ayudar.

—Le tendré que hacer una radiografía para ver si no hay alguna costilla rota o solo es un raspón—. Asentimos los dos.

En el consultorio había un cuarto de rayos X, Jorge entró acompañado del doctor al cuarto, yo me quede sentada enfrente del escritorio, una llamada entro a mi celular, era Luis me imagino para que hablaba.

—Bueno—. Contesté.

—Solecito, ¿cómo está Jorge?, estás en altavoz estamos todos escuchándote—. Creo que lo dijo para que yo no dijera ninguna babosada.

—Está bien Luis, ahorita lo llevaron a rayos x para ver si no tiene ninguna fractura—. Me mordí la uña, me sentía ansiosa.

—Bueno cualquier cosa nos marcas estamos pegados al teléfono, los vemos al rato—. Dijo Luis despidiéndose.

—Bye nos vemos en un rato—. Colgué la llamada.

Voltee hacia el cuarto donde se había metido Jorge junto con el doctor para ver si venían pero no se veía que saliera nadie.

Después de un rato la puerta del cuarto se abrió, Jorge venía con la camiseta sobre puesta y traía una venda alrededor de él, aún que mi orgullo me dijo que me quedara sentada y no lo ayudara, me levante ayudarlo a sentarse.

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