capítulo 14

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Narrador

Una vez que Atlas llevó a Abril hasta su hogar, este regresó a la mansión Hackett, y hallando a Nerio justo en la estancia esperándo por él, sonrió de lado al ver el interés del patriarca.

-Abuelo ¡Que gusto que aún me estés esperando!

Nerio se giró sobre sus talones un poco cansado de los absurdos berrinches de Atlas, y viendo cómo este se acercaba a él, agregó.

-Sabes la razón... Tienes dos semanas para irte a Europa, necesito que tomes el lugar que dejó Dante vacío.

Inmediatamente, sin decir nada más, Atlas empezó a reír por lo absurdo de sus palabras, e introduciendo las manos en los bolsillos de su pantalón, habló.

-Sabes que eso no sucederá, ni hoy, ni mañana... Ni siquiera en un millón de años. Mi lugar está aquí, junto a Abril, y no la dejaré solo porque tú lo ordenas.

La paciencia de Nerio cada vez se hallaba más cerca de llegar a su límite. Atlas en lugar de pensar como un hombre de negocios, lo hacía como un niño enamorado que vivía para perseguir a su amada, algo con lo cual él se hallaba en contra.

-Tendrás que hacerlo... Dante permaneció 3 años separado de su esposa, no solo por su enfermedad, sino también por los negocios, y tú como el otro heredero, debes colaborar. No es justo que solo él cargue el peso de nuestra fortuna.

A Atlas esto era lo menos que le preocupaba, durante el poco tiempo que llevaba trabajando con Abril frente a la empresa, había logrado capturar un par de negocios, los cuales le habían brindado una buena capital para independizarse, por lo que le daba igual si la fortuna Hackett se iba al infierno.

Atlas continuó moviendo su cabeza en negación de manera frenética mientras avanzaba, y una vez que llegó hasta uno de los sofás en la estancia, tomó asiento.

-Dante... Dante... Dante, mi pobre y moribundo hermano ¿Debería sentir lástima por él, abuelo? ¿Tendría que dolerme que este casi muere por la deficiencia de su corazón?

El ceño de la frente de Nerio se frunció al escuchar tales palabras, que si bien era cierto que conocía el rencor de Atlas hacia su hermano, jamás esperó que este se expresara de esa manera.

Sus palabras sonaron tan frías, tan carentes de cariño, que las alarmas del anciano se encendieron enseguida al imaginar lo peor.

-Pues no me duele ¡Lo siento! No puedo sentir empatía por alguien que me arrebató lo que más anhelaba, no me puede doler Dante cuando solo ha sido un egoísta que me ha quitado lo que me pertenece.

La boca de Nerio se abrió un poco ante el asombro de tal confesión.

¿Ese hombre frente a él era Atlas?

¿El mismo niño que vio crecer junto a su hermano?

Nerio abrió su boca para enfrentarlo enseguida, él jamás dejaría que Atlas hablara de esa manera de Dante, y elevando su mano, este pretendió agregar algo que no se le permitió.

-No me iré, Nerio, por si lo olvidas... Que Erick Granfort continúe con la sociedad se debe a mí, por lo que marcharme no es una opción... No le dejaré todo en bandeja de plata a Dante.

Los labios del anciano se sellaron enseguida al escuchar tal verdad. Cuando Dante partió dejando a Abril, Erick quiso mandar sus acuerdos a la mierda, y de no ser por Atlas quien asumió la responsabilidad de todo, la sociedad H&G hubiese desaparecido de la faz de la tierra.

Atlas, al notar que la verdad lo hizo callar, se carcajeó, ya que por esta ocasión había ganado, y colocándose de pie para marcharse hacia su habitación, dijo.

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora