Capítulo 61

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Narrador

Caminando un poco ansioso por las instalaciones del hospital psiquiátrico al sur de la ciudad, en donde se hallaba recluido Atlas Hackett, Erick solicitó verlo para hablar con él solo unos segundos.

Sinceramente, estos eran un poco cercanos, y desde el momento que Granfort supo lo que él, le había hecho a su hija, la perfecta imagen del prometido ideal para Abril se esfumó.

Aun así, Erick tenía tantas cosas por decir, que le parecía que el momento al fin había llegado.

Agradeciendo a la mujer de cabello rojizo, y gafas de pasta gruesa en la puerta del lugar, el hombre tomó su identificación, y siendo guiado hasta el jardín en donde se hallaban algunos de los pacientes paseando, este se quedó algo sorprendido al ver a Atlas como si nada.

Como si fuese una persona normal en ese lugar, jugando una partida de cartas con uno de los enfermeros, que solo portaba el uniforme de allí por alguna exigencia.

-El señor Hackett está por allá.

Señalándole su posición, Erick fue guiado hasta él, y colocándose de pie a sus espaldas, Atlas dijo sin apartar su mirada de la partida de cartas en sus manos.

-Pensé que nunca vendrías a verme.

Los orificios nasales de Granfort se dilataron al ver que este lo trataba como si nada después de lo que había hecho, y aclarando su garganta para que él, le prestara atención, respondió

-Y ese era mi plan, dejarte refundido en esta pocilga, y no volver a verte jamás; pero en vista de mí reciente descubrimiento, creo que tú, y yo tenemos mucho que hablar.

A ese punto Erick se hallaba muy molesto con Atlas, el simple hecho de lastimar a su hija representó para él, una declaración de guerra directa que quedó a medias tras ser encerrado allí, pero ahora, luego de conocer su responsabilidad en el envenenamiento de Nerio, este no tendría contemplaciones con él

-Pensé que eras de los míos, que podía confiar en ti... Llegué a creer que eras ideal para mi hija, pero me equivoqué contigo.

Atlas enarcó una ceja con una sonrisa de lado escuchando el sermón de Erick que recién iniciaba, y dejando sus cartas de lado, una vez el enfermero que jugaba con él, se colocó de pie para dejarlos hablar, este se giró para verle.

-Es posible, aun así no sé qué haces aquí ¿Vienes solo a reprocharme lo que hice?

Erick frunció sus labios cuando sintió que perdería la paciencia al verlo imperturbable ante él, y rodeando la mesa en la que se hallaba sentado jugando su partida de cartas, tomó el lugar del enfermero del otro lado.

-¿Atlas te atreviste a abusar de mi hija? Jamás pensé que fueses capaz de algo así.

En cierta parte, Erick se sentía molesto, indignado, pero también traicionado por él. Había confiado tanto en Atlas, que tenerlo cara a cara le despertaba unas ganas atroces de golpearlo hasta casi matarlo justo como lo hizo Dante.

-No entiendo a que viene tu pregunta, deberías regresar por donde has venido.

Perdiendo los estribos al notar que este seguía sin experimentar una pizca de remordimiento por lo que había hecho, Erick, lo tomó del pequeño cuello de su uniforme, y hablando cerca de su rostro, dijo.

-¡Eres un maldito mal agradecido! Te atreviste a abusar de Abril, e intentaste matar a Nerio, quien veló por ti sin tener porque hacerlo

El entrecejo de la frente de Hackett se frunció al desconocer a lo que Granfort se refería, y tomando las manos aferradas a su camisa, tiro de ellas para liberarse.

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora