capítulo 20

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Narrador.

Desconociendo que se trataba de Abril, la mujer expresó su pensar sin saber que la tenía justo frente a ella, sonriendo un poco incómoda por semejante cumplido de una persona experta en Mercadeo, y con la experiencia de Karlota, no supo qué decir.

-Me alegra que piense de esa forma, de hecho eso lo solucionamos enseguida, porque Abril aparte de ser mi esposa, como ambos saben, es la responsable de mes, a mes sacar la revista que llega a sus manos, lo hace con tal dedicación, que defiende sus ideales incluso de mí mismo, una vez hasta me abofeteó por sugerirle modificar un par de cosas

Dejando a los Reed con la boca abierta, Dante compartió su primer encuentro a su regreso, y guiando su mirada un tanto molesta por la mentira de que él sugirió en lugar de ordenar, Abril respondió.

-¿Sugeriste Dante? Más bien, ordenaste y gritaste a mi equipo, algo que no le permito siquiera a Atlas... Señora Karlota, para mí es un placer que alguien con su renombre y conocimiento valore mi trabajo, para mí ese es el mejor premio.

Feliz por notar que todos, y no solo sus compañeros, valoraban su esfuerzo, Abril sonrió con sus ojos cristalizados.

-¿Y cómo no hacerlo cariño? Desde que empecé a ver tu trabajo me visto a la moda, no hay una colección o temporada de Prada que me pierda. Adoro tu estilo, querida.

Tomando la mano de Abril, para hacerla colocarse de pie y observar su atuendo, el par de féminas se centraron en hablar de moda, campo que las dos amaban.

-Llevan 4 años de sagrado matrimonio. ¿No es así?

Dirigiéndose a Dante, mientras que sus esposas se encontraban hablando de manera animada, Dominik preguntó, haciendo sonreír de manera triste a Hackett.

-Así es 4 años, 4 años difíciles.

Estrechando el puente de su nariz ante tal respuesta, Reed negó, y exhalando parte de su aire, dijo.

-¿Y quién te dijo que el matrimonio es sencillo, Dante? Quien te lo dijo te mintió: el matrimonio es una mierda, es someter nuestros deseos y sentimientos a otra persona, que con solo un chasquido puede destruirte. Es una gran farsa que, por más que en las novelas de amor, lo pinten como un cuento de hadas, no lo es.

Dante bajo su rostro, concordando con una parte de esto, tus sentimientos están a merced del otro, el cual, con su rechazo, puede hacerte llorar lágrimas de sangre. Un poco cabizbajo Hackett permaneció en silencio escuchando a Dominik, quien pretendía seguir hablando

-Aun así, vale toda la maldita pena del mundo... Llevo 20 años con mi esposa, y solo Karlota logra hacerme pasar de la risa, al llanto en segundos, llevarme del cielo al infierno en un abrir y cerrar de ojos; y de verdad la adoro por eso.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Abril y Dante, por tales palabras, y es que en la forma en las que las decía, parecía un hombre enamorado, así como si fuese la primera vez y los años no hubiesen pasado. Recargando su cabeza en su hombro, Karlota cerró sus ojos mientras asentía feliz.

-En eso mi esposo tiene razón, es super complicado, se llora, se ríe... Aun así, vale la pena, espero que en un par de años comprendan lo que estamos diciendo.

Dante desvió su vista hacia Abril, quien lucía incómoda por tales palabras, y observando su reloj justo en ese instante, quien se colocó de pie fue Dominik.

-Es lamentable, pero por la hora mi esposa, y yo, debemos marcharnos, esta noche nuestra hija menor llega desde España y debemos recibirla

Un poco avergonzados porque de verdad la charla se empezaba a tornar emocionante, Karlota y Dominik no tuvieron otra salida que marcharse, dejando a Abril y a Dante solos, ocasión que él no desaprovecharía.

-Abril, ¿recuerdas que teníamos una conversación pendiente? Sobre el porqué me marché.

Sin rodeos y con prisa, Dante la abordó enseguida, y molesta pensando que todo se trataba de una mentira, Abril rodó sus ojos para enseguida colocarse de pie y salir de allí.

Viendo cómo ella huía de él una vez más, Dante frotó su rostro y, dejando un par de billetes de alta denominación sobre la mesa, corrió detrás de ella.

-¡Abril!

Él no podía permitir que esto sucediera de nuevo, que ella se marchara sin escucharlo, por lo que acelerando el paso, y antes de que llegara al borde de la calle, la tomó del brazo.

-¡Detente! Esta vez no te irás, Abril... Me estaba muriendo, literal, me trasplantaron un corazón.

Irritada de todo el absurdo juego de Dante, Abril tiró de su brazo, liberándose de su agarre, y sintiendo que sus ojos se escocían por la molestia de sus mentiras, ella le hizo frente elevando su mentón.

-¿En serio Dante? Por que aquí te veo más vivo que nunca, deja de jugar con la muerte, eso no se hace

Pretendiendo huir elevando su mano cuando un taxi pasó, Abril no lo quería escuchar, y llevando sus manos, hasta los botones de su traje, dispuesto a decir la verdad, y dejar de correr, Dante abrió todos estos, también su camisa.

-¿Crees que es mentira, Abril? ¡Mira! Mira, mi pecho, di que esto que llevo me lo hice solo para mentirte. ¡Dime que lo que sentí cuando el aire me faltaba es una farsa!

Hastiada, y llegando a su límite, Abril se giró sobre sus talones y llevando ambas manos al pecho de Dante, ella pretendía empujarlo para alejarlo, pero al ver que este las atrapó, dirigió su vista hasta su pecho, observando la cicatriz que se divisaba en este, a pesar de la tenue luz.

Abril sintió cómo sus piernas perdían fuerza, así como también su boca se abrió del asombro.

-Da... Dante

Sus ojos se cristalizaron, mientras que no despegó su vista del pecho de su esposo, cerciorándose que no fuera falsa.

-Ahora dime, Abril... Dime que soy un mentiroso, dime que esto que traigo en mi pecho es falso como lo que siento por ti.

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora