capítulo 19

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Narrador

Al día siguiente, y apenas el sol se colocó en su máximo punto, Dante, al llegar a la empresa, pidió hablar con Abril, quien de manera rotunda y contundente dijo que no, pero manteniendo sus esperanzas, y esperando que llegara la noche para hablar con ella, permaneció tranquilo.

-Dante quería preguntarte si podía asistir a la cena con los Reed en tu lugar, ya sabes, para no incomodar a Abril.

Dante no era estúpido como para ceder la única oportunidad que tenía para hablar con su esposa, por lo que, colocándose de pie, le respondió a Atlas, sin vacilaciones, sin tener que pensarlo mucho.

-No puedes. Sabes que desde siempre quien hace los negocios con ellos soy yo, además conozco el negocio internacional como nadie. Recuerda que se discutirá la expansión en Latinoamérica.

La mandíbula de Atlas se tensó enseguida ante tal respuesta. Él, cómo todo hombre que se hallaba interesado por una mujer, no desaprovechaba la oportunidad para estar a su lado para pretenderla, y en esta ocasión una cena de negocios en uno de los mejores restaurant de la ciudad no sería la excepción.

Enarcando una ceja, Dante permaneció de pie esperando una respuesta que no llegó. En su lugar, Atlas negó un par de veces, conteniéndose para no pelear con su hermano, y sin más, solo salió de la oficina, azotando la puerta.

A Dante le parecía increíble el descaro de su hermano, saber la verdad sobre ellos, y aun así seguir insistiendo con Abril, la cual aún seguía unida a él en sagrado matrimonio.

Centrándose en su trabajo, el resto del día pasó, y para cuando la luna salió, Dante ya se hallaba en la recepción esperando por ella para coordinar la cena que sería en dos horas.

-¡Abril! ¿Me regalas un minuto?

A penas salió del elevador, su esposo la interceptó, ocasionándole cierta molestia. Aun así, debido a que un par de trabajadores aún se hallaban en el lugar, ella solo detuvo su andar.

- Dime... Tengo algo de prisa. El chofer me espera para ir a casa. Tengo que cambiarme, no iré vestida de esta forma.

Señalando su atuendo que consistía en un traje de tres piezas color rosa, él sonrió de lado, y negó al verla perfecta, con la clase, y la elegancia que la caracterizaba.

-Solo quería saber si tenías cómo ir a casa, cómo tu auto presentó problemas, pero ya sé que se reparó.

Introduciendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, Dante bajó su rostro una vez que ella respondió su pregunta, y remojando sus labios, sintiéndose un poco incómoda al recordar que durante la cena, solo serían ellos dos con los Reed, agregó.

- Espero no llegues tarde, recuerda que la señora Karlota es bastante puntual.

Dante, enseguida y conociendo de primera mano la ubicación del lugar, se marchó a la mansión Hackett para vestirse acorde con la ocasión, la cual sería de etiqueta.

-Espero no desaproveches las oportunidades que se te presentan

Llegando al pie de la escalera, una vez que Dante empezó a descender por esta, vestido con un esmoquin negro, Nerio pronunció este consejo de buena manera.

Para Nerio, la única persona que debía aclarar todo este asunto era el mismo, en primer lugar, porque cuando inició su enfermedad quien insistió en ocultarle todo a Abril fue el mismo Dante, y en segundo lugar, cuando decidió quedarse lejos, nunca se lo consultó, él solo hizo lo que pensó mejor, sin importarle que los rumores de un romance con Erika se dispersaron como el humo... O al menos Nerio pensaba que Dante lo sabía.

Dante, valorando sus palabras, en esta ocasión sabiendo que tenía razón, asintió y ajustando su corbata, se limitó a despedirse del patriarca, ya que si permanecía un instante más allí se le haría tarde.

Una vez que llegó al lugar de alta clase, Dante permaneció en silencio observando el exquisito mobiliario que constaba de mesas de cristal y candelabros que colgaban del techo del mismo material.

-Señor Hackett ¿Desea ordenar algo mientras espera?

Acercándose hasta él, uno de los chicos de servicio preguntó de manera cortés, y negando enseguida con la intención de esperar a los Reed, permaneció del mismo modo.

Los primeros en hacer acto de presencia, un par de minutos después, fueron los invitados de honor, quienes eran nada más y nada menos que el matrimonio Reed, Karlota y Dominik, los cuales movían la mayoría de las inversiones extranjeras en Latinoamérica.

Ella, experta en marketing y publicidad, y él, inversionista que se comparaba con el rey Midas, lo que tocaba lo volvía oro.

Tomando asiento, la pareja con más de 20 años de matrimonio procedió a charlar con Dante, cosas para nada importantes, y una vez que por fin Abril llegó, Hackett se quedó sin palabras.

Y es que ver su hermoso cuerpo envuelto en un vestido delicado verde, en una tonalidad extraña, con la parte inferior repleta de plumas delicadas, no era cualquier cosa.

-Buenas noches, señores Reed, perdonen la demora.

Avergonzada por el retraso de 5 minutos, Abril se disculpó e iniciando la conversación de negocios que tardó más de 4 horas en las que llegaron a un acuerdo, Dante agregó.

-Ahora en la revista estamos explorando la moda curvy, una que sé que encajara en América Latina, con la ayuda publicitaria de Karlota y su experiencia. Estoy seguro de que H&G dominará el mercado.

Y en eso Dante tenía razón, la revista H&G era la pionera en la moda en América y en Europa, por lo que todo lo que ellos sugirieran se agotaba en minutos, haciéndolos acreedores de una reputación envidiable, pero debido a su nula experiencia en el mercado Latino, es que pedían la colaboración del grupo Reed

-Y creo que tienes toda la razón, adoro su trabajo, de hecho recibo los ejemplares mensuales, por lo que me parece una propuesta maravillosa, que aceptaré con la condición de conocer a tu editora principal, desde hace un par de años, el cambio fue fenomenal, por lo que esa persona para mí merece un premio

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora