Capítulo 26

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Narrador

Dando solo un par de pasos alejándose de su esposo, Abril, se quedó de pie a escasos metros de distancia de Dante, y es que estar a solas con Atlas no es algo con lo que ella se sintiera muy cómoda, por lo que tragando el nudo en su garganta, la mujer vaciló un instante antes de decir.

-Aquí está bien Atlas... Habla de una buena vez.

Permaneciendo estático una vez que se detuvo, Atlas no creía lo que estaba escuchando

¿Abril, la mujer por quien él daría su vida, le temía?

El descubrir esto prácticamente lo estaba matando, drenando toda la sangre de su cuerpo, dejándolo casi sin vida

¿Qué fue eso tan malo que hizo como para que ella no quisiera estar a solas con él?

Atlas se regresó sobre sus pies hasta colocarse frente a ella, lleno de sorpresa, y llevando sus manos hasta la mejilla de su cuñada, la acarició con vehemencia, antes de musitar.

-¿Por qué no quieres estar a solas conmigo, Abril? ¿Acaso me temes?

Desde una distancia no muy grande, Dante vio la mano de su hermano acariciar la mejilla de Abril con delicadeza, quien se notaba incómoda, y conteniéndose de no abalanzarse sobre el, empuñó su mano.

-Un poco Atlas, tu forma de actuar aquel día me aterró

Los ojos de Abril reflejaron la verdad, apenas dijo esto, y sintiéndose un idiota, Atlas, solo apartó su mano para no incomodarla; metiendo estas en el bolsillo de sus pantalones, en completo silencio durante unos segundos, y una vez que notó que ella aún esperaba para hablar con el, dijo.

-¡Perdóname Abril! Fui un tonto que se dejó llevar por sus emociones, y también por el alcohol.

Sus palabras parecían sinceras, al menos así las sentía Abril, y una vez que él frunció sus labios, avergonzado por lo que hizo, continuó.

-Me equivoqué al querer apresurar las cosas entre nosotros sin medir consecuencias, y de verdad lo lamento.

Hablando como si de verdad entre ellos hubiese sucedido algo más que una simple amistad, Atlas fijo su vista en Abril, quien se sentía mal por lo que estaba sucediendo.

Y es que como no sentirse de ese modo, si él era alguien apreciado para ella, no del modo que él quisiera, pero Abril de verdad lo quería.

Exhalando el aire retenido en sus pulmones debido a la tensión del momento, ella remojó sus labios mientras se debatía entre creerle, o no, y una vez que llegó a una conclusión, le dijo.

-Eso ahora no es importante, Atlas, ahora lo que más importa es Nerio quien se halla en esa habitación enfermo, así que dejemos lo sucedido atrás.

Señalando la habitación que hacía unos segundos él había dejado atrás, Abril quería hacerle creer que había olvidado lo sucedido entre ellos, y bajando su vista hasta la punta de sus zapatos, el se quedó en silencio pensando su respuesta.

-Lo sé... Y era por esto que quería hablar contigo, quería saber si por lo que sucedió te alejarías de mi abuelo, si por haber actuado de esa manera dejarías de trabajar con nosotros.

Abril de manera inmediata negó moviendo su cabeza un par de veces absolutamente decidida, para ella lo más importante en su vida hasta ahora era la revista, por la cual había trabajado tanto, por lo que de ninguna manera dejaría su trabajo por tal tontería, Atlas al ver tal respuesta sonrió débilmente, un poco más aliviado

-Era lo menos que esperaba de ti Abril, sabes que él te aprecia mucho y verte distante, así nada más, sin mayor razón, lo afectaría mucho.

Atlas solo pretendía chantajear a Abril descaradamente al usar a Nerio como pretexto para estar cerca de ella, por lo que, emocionado, él intentó llevar su mano de nuevo a su rostro para acariciarla, y tomando esta justo en el aire antes de que hiciera contacto con su piel, ella dijo.

-Eso no pasará, Atlas, una cosa es lo que sucedió en mi oficina, y otra muy diferente, Nerio... Lo único que te voy a pedir...

Guardando silencio unos segundos, sintiéndose un poco incómoda, por lo que pediría, Abril vaciló antes de decir.

-¡Mantén la distancia, Atlas! Eres mi amigo, crecimos juntos, y te tengo gran estima, pero como te lo dije antes, aún estoy casada con tu hermano, y eso, hasta que el no firme el divorcio, no cambiará.

Sintiendo que el castillo de naipes lleno de ilusiones que había tardado tiempo en construir se derrumbaba frente a él, Atlas vio como Abril se giraba en sus talones, y caminando hasta su hermano, quien los observaba desde lejos, le pidió a él que la siguiera, haciendo que él sintiera una ira irracional, que intentó contener, y que logró con dificultad

Saliendo por su parte con su corazón acelerado, Abril se detuvo una vez que llegó al auto de Dante, y tomándola de sus mejillas una vez que se colocó de pie a su lado, el le preguntó.

-¿Está todo bien?

Centrando sus ojos grisáceos en Abril, ella sintió que se perdería en ellos, y asintiendo, saliendo del hipnotismo, tomó las manos de su esposo, y las apartó de su rostro con delicadeza.

-Me pidió disculpa por lo que pasó... Las sentí sinceras

Abrazándose así misma una vez que la brisa fría azotó su cuerpo, Abril pretendió conservar el calor de este, y notando que el frío cada vez se hacía más fuerte, el se despojó del saco de su traje para colocárselo a ella sobre sus hombros.

Dante se acercó a Abril para cubrirla, y rozando levemente la piel de su cuello, ella sintió cómo un escalofrío brutal recorrió toda su espina dorsal.

-Gracias.

Con dificultad y vergüenza, alcanzó músitar, y abriendo la puerta de su auto, Dante le pidió subir para llevarla a casa.

El camino a la mansión Granfort fue en completo silencio, aun así por instantes Dante desviaba la vista de su camino para ver a Abril, quien prácticamente estaba siendo vencida por el sueño, por suerte antes de hacerlo, llegaron a casa, por lo que una vez que el auto se detuvo, ella bajó lo más rápido que pudo.

-Espero que Nerio se mejore, que para mañana ya pueda ser llevado a casa.

Sin nada más que decir, Abril solo empezó a caminar escalinatas arriba en dirección a la entrada principal de su casa, y cerrando la puerta una vez que entró a la mansión, no se percató de que llevó consigo el saco de Dante.

Olvidando él también esto, después de observar la puerta cerrada por unos segundos, hizo un mohín con su boca un poco decepcionado por no despedirse de ella como quería, y rodeando su auto con la intención de abordarlo, se marchó sin saber que lo que sucedería después, la haría a ella, ir por el.

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora