Capítulo 33

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Narrador

Una vez que Dante habló con su abuelo para contarle lo sucedido con Georgia, lo cual él ya sabía, pero que no se había esforzado en explicar, salió de la mansión en busca de Erika.

Él de ninguna forma permitiría que ella continuara interponiéndose en su matrimonio con Abril, y descubriendo que esta se hallaba de viaje muy convenientemente no tuvo otra salida que abandonar el hospital, y dirigirse al edificio H&G con el fin de ver a su esposa.

Debido a lo que había descubierto previamente, no pudo pasar tiempo con Abril como se debía, por lo que antes de que finalizara sus labores, él ya se hallaba a las afueras de la revista a la espera de ella.

Tomando su teléfono, marcó el número de Abril, y respondiendo casi enseguida, ya que se hallaba preocupada por él, musitó una pregunta

-¿Estás bien?

Dante sonrió inconscientemente al escuchar la voz preocupada de su esposa, y es que no era para menos la pobre había pasado la peor tarde de su vida, a la espera de su llamada, sin poder concentrarse que a penas escuchó el timbre de su teléfono corrió para tomarlo.

Elevando su vista aún en el interior del auto al último piso del edificio, Dante asintió para enseguida decir

-Claro que lo estoy... Pero solo falta algo para que mi alegría sea completa en estos momentos

Abril frunció el ceño de su frente ajena a lo que se refería Dante, mientras le pedía a su secretaria salir de la oficina, y tomando asiento en su escritorio, sosteniendo aún el teléfono en su oreja, preguntó

-¿Qué te falta?

Dante y Abril parecían dos tontos enamorados, los cuales se sentían en las nubes al estar reavivando ese amor que alguna vez creyeron muerto, y que se mantuvo a pesar de tantos obstáculos, que para ambos en esos momentos solo importaban ellos dos.

Saliendo del auto, manteniéndose aún en la llamada, él se recargó en el capot de su deportivo negro, y pidiéndole que se aproximara a la enorme ventana de su oficina, agitó su mano en un saludo, apenas la vio a la enorme distancia

-Me faltas tu Abril... Olvídate del trabajo esta tarde, y vamos a pasear, tenemos tanto tiempo por recuperar que debemos darnos prisa

A Abril le encantó la propuesta, es más, pensó que se trataba de un sueño todo lo que estaba sucediendo, pero al morder su labio inferior, y notar que no era así, solo le pidió esperar unos segundos

Tomando sus cosas, la señora Hackett le pidió a la asustadiza asistente suspender todas sus actividades, y saliendo lo más rápido que pudo, halló a Dante recargado a su vehículo como lo había visto minutos atrás.

A él no le importaba nada más en ese instante que la mujer que venía caminando en su dirección, de melena rubia, y ojos azules; vistiendo un exquisito traje azul de dos piezas, falda y bleizer, que recortando la distancia entre ambos, acunó su rostro para besarla, sin importar quien los veía.

Después de todo ellos estaban casados, por lo que no estaban haciendo nada malo. Sus labios se juntaron en un beso delicado, pausado, casi tan sutil que permanecieron de esa forma por largo tiempo, hasta que el aire empezó a faltar, y tuvieron que separarse.

-¿Nos podemos ir?

Abril preguntó una vez que Dante la abrazó fuerte pegándola a su pecho, y cediendo a su petición, él la ayudó a subir a su auto; lo que ellos no sabían es que a una distancia prudente, Atlas los observaba, los vio sin querer, cuando dirigiéndose a buscar a Abril en un intento de compensarla por lo sucedido, descubrió a su hermano recargado sobre su auto, hablando por teléfono, por lo que movido por la curiosidad, prefirió mantenerse en el interior de su vehículo, observando desde lejos.

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora