Capítulo 34

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Narrador

Con pasos torpes, y arrastrando todo a su paso, Abril y Dante ingresaban a la estancia de la habitación de un lujoso hotel en el centro de la ciudad, después de una noche maravillosa, en donde charlaron por horas, y terminaron de aclarar un par de asuntos que quedaban pendientes, mientras se deshacían de la ropa que empezaba a estorbar.

Se hallaban tan absortos en su mundo, que no importaba nada más que sentir la piel uno del otro; que tirando del saco de Dante, Abril deslizó su mano sobre su pecho, palpando a través de la tela de su camisa, sus tonificados músculos, algo alucinante para ella que hizo su piel erizarse.

-Abril, lo siento... Pero no puedo esperar más.

Soltando la falda de Abril aun de pie en la puerta de la habitación, el notó como la prenda caía al suelo por su peso, y empezando a recorrer con sus manos sus delicadas piernas, llegó hasta al borde de sus bragas, con las que empezó a jugar mientras que la besaba de manera desesperada, introduciendo la lengua en su boca.

Abril con desesperación se deshizo de la camisa de Dante, y pasando su mano una y otra vez por su entrepierna, sintió como ella respondía a su tacto de manera inmediata, colocándose erguido.

El alcohol consumido durante la cena, el deseo, y la necesidad del uno por el otro, empezaban a acabar con la poca paciencia que les quedaba, y despojándola de las bragas, Dante recorrió con los dedos sus pliegues, sintiendo sus jugos desparramarse por sus muslos producto de la excitación

Los labios de Abril se separaron por unos segundos de los de Dante, mientras su pecho no paraba de subir, y bajar, y tras suplicarle que no se detuviera, Dante liberó su pene ansioso por atención. Dejando ver su glande brilloso por los jugos pre seminal

Su respiración agitada, su mirada oscurecida por la lujuria, lo hicieron girarla sobre sus pies, y estampando sus pechos erectos contra la puerta frente a ella, Hackett se saboreó al ver su trasero expuesto para él, clamando ser azotado.

Con una mano apoyada en su espalda, y la otra recorriendo toda su vagina, Hackett lubrico su entrada para estocarla, y guiando su virilidad, se hundió en ella de una sola vez, haciéndola gemir por su tamaño, y lo brusco que había sido.

Aun así, ella no se quejó, todo lo opuesto, pegó su rostro a la fría madera, para cerrar sus ojos y morder su labio reprimiendo los gimoteos, mientras él se empezaba a mover dentro de ella.

Sintiendo su interior estrecho, y el sonido de sus jugos en contacto mientras que la estocaba, Dante llevó una de sus manos hasta su glúteo, y azotando su trasero, soltó un gruñido de lo más profundo de su garganta cuando el sonido de su azote inundo la habitación entera, haciendo la invasión placentera.

Las estocadas cada vez se hacían más deliciosas, más frenéticas que llevando su mano hasta el cabello de Abril, lo tomó en una coleta de la que tiró con delicadeza sin dejar de invadirla

El golpeteo de sus cuerpos, y la humedad de Abril, facilitaron cada invasión, y dejando caer su cabeza hacia atrás, Hackett se dejó sumergir en la nube de placer, y lujuria que los rodeaba a ambos

-¡Ahhhh!

Abriendo su boca en busca de aire, Abril intentó controlar sus piernas que se empezaban a sentir temblorosas al acercarse el orgasmo, y sintiendo las paredes de su vagina contraerse, Dante apretó los dientes pensando que no resistiría más.

-¡Abril, Carajo!

Sintiendo que alcanzaba el cielo, Hackett con su cuerpo sudoroso, su mandíbula tensa, y saliendo una y otra vez de ella, se quedó maravillado ante tal escena, y dejándose correr en el interior de Abril, la libero una vez que termino.

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora