Capítulo 27

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Narrador

Por su parte, Abril, una vez que llegó a la estancia de su casa, halló a su padre preparándose para cenar, y acompañándole a la mesa, antes de tomar asiento en ella, se percató de que aún llevaba el sacó de Dante sobre sus hombros, la calidez de este la hizo sentirse tranquila, y de no ser por su padre, siquiera nota que aún lo trae encima

-¿Y ese saco Abril?

Sintiendo sus mejillas arder, Abril sonrió viéndose descubierta, y despojándose de la prenda, caminó de regreso hasta llegar a un pequeño closet cerca de la entrada, en donde lo guardó.

-Es de Atlas, tenía algo de frío en el hospital, y me lo prestó.

Regresando hasta la mesa, Abril tomó su lugar justo al lado de su padre, y contemplando los exquisitos platos servidos, solo para ellos dos, le contó lo que le sucedió a Nerio

-¿Pero está bien, Nerio, Abril? No me digas que es posible que muera...

Con cierta sorpresa por el extraño suceso, el cual también le pareció inusual a su hija, Erick se hallaba a la expectativa de una respuesta afirmativa, y es que la muerte de su socio más cercano para él, significaba el fin de su relación comercial con los Hackett; de ninguna forma una vez que Nerio muriera él seguiría colaborando con el hombre que lastimó a su hija, quien en realidad era el legítimo heredero de todo el imperio familiar

Abril, por su parte, solo movió su cabeza para negar, y tras tomar un sorbo de jugo recién hecho, procedió a explicar lo que el médico mencionó en su presencia.

-¿Sabes que si Nerio muere, se acabó la sociedad? De ninguna forma seguiré teniendo lazos con Dante.

Abril presionó sus labios, sintiendo la necesidad de contarle a su padre sobre la enfermedad que Dante padeció, para ver si de esta forma su odio hacia él menguaba, una que ella misma confirmó con sus ojos al ver la enorme cicatriz en su pecho, pero sabiendo que no le creería, solo asintió.

-Dante quedará frente a la empresa, y no te quiero cerca de él. La única forma de que esta unión siga en pie, es que haya un heredero de por medio, y eso no sucedera, estando yo con vida.

Abril tragó grueso al escuchar estas palabras, que si bien ella intentaba fingir que Dante no le interesaba en lo absoluto, y que era indiferente a sus encantos, esto era completamente falso, aun así no sería tan tonta como para contarle esto a su padre.

Finalizando la comida en completa armonía, Erick se despidió de su hija, dispuestó a ir a su habitación para descansar, y tomando su teléfono en sus manos, Abril se dispuso a revisar las redes sociales, antes de hacer lo mismo que su padre.

Para su mala fortuna, y para hacerla casi regurgitar lo que había comido minutos atrás, apenas abrió una de estas. Una foto de Dante y Erika cenando en un lujoso restaurante, apareció en su inicio... Ella bestia un vestido elegante de color azul intenso con reveladores escotes, posando con una enorme sonrisa, mientras que él, simplemente, vestía como solía hacerlo, traje color plomo con corbata negra, junto a la descripción.

Una maravillosa cena a la luz de la luna

Abril sintió cómo un calor inexplicable se apoderó de su cuerpo, apenas vio la imagen, y tras maldecir un par de veces al aire, procedió a detallar la foto, que a simple vista parecía inofensiva, pero que tras escudriñar unos segundos, tenía un par de errores.

En primera instancia, el lugar, este, no era de su ciudad. Abril, como toda una mujer de negocios, había visitado todos los restaurantes lujosos en ese distrito, y en definitiva, a este jamás había ido; por otra parte, la posibilidad de ser un lugar nuevo estaba descartada. Sin mencionar la forma en la que él andaba vestido, este traje no era el mismo, ni siquiera el color, y que se hubiese cambiado, era imposible. Había pasado poco tiempo desde que la había dejado a ella en su casa, y se había marchado.

Mordiendo levemente la uña de su pulgar, Abril sabía que esa imagen no era nueva, pero movida por la curiosidad, y en cierta parte por los celos que no aceptaba, no podía ir a dormir sin confirmar con sus propios ojos que lo que pensaba era cierto.

La mujer, con manos temblorosas ante tal hallazgo, empezó a caminar de un lado al otro en la enorme estancia, y ocurriéndosele de pronto una loca idea, se detuvo de repente.

¿Si iba a confirmar con sus propios ojos que Dante no se hallaba con Erika?

¿Qué pasaba si iba a la mansión Hackett, y lo hallaba allí?

Sintiendo el corazón contraído, Abril dedujo que no podía estar un segundo mas de ese modo, y caminando de regreso al pequeño closet de la entrada, extrajo el saco de Dante de este para llevárselo.

Total, tenía el pretexto perfecto.

Dándole una última mirada a la enorme escalera de la mansión que conducía al segundo piso para verificar si Erick venía, o no, no por miedo, sino como una señal para detenerse, Abril supo que tenía que hacerlo al no ver mas que la soledad de su casa, y saliendo de esta lo mas rápido que pudo, abordo uno de los vehículos de su padre, dispuesta a saber quién mentía, si Dante o Erika
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Deteniendo el auto que conducía a las afueras de la mansión Hackett, Abril dudó unos minutos si bajarse del vehículo o no, y llegando a la conclusión de que ese era el momento para salir de la zozobra que la carcomía, tomó el saco a su lado, y descendió.

Con pasos temblorosos, Abril notó cómo la mansión, que casi un mes atrás aún habitaba, se hallaba con las luces encendidas, y llegando a la puerta principal, sintiendo que su corazón estallaría. Una vez que elevó su mano para tocar el timbre, unos segundos después, Georgia salió y abrió.

-Quiero ver a Dante.

Sin vacilaciones, Abril preguntó, y con su rostro teñido de asombro, la nana de los Hackett aferró sus arrugadas manos a la sólida madera de la puerta, guardando silencio por unos segundos. La mujer de verdad estaba dispuesta a negarle la presencia de Dante, que apenas unos segundos atrás se había marchado a descansar. Pero escuchando un par de pasos descender por las enormes escaleras, el silencio se apoderó del lugar.

De que él se hallara en el lugar, Abril no tenía pruebas, pero a juzgar que escuchó desde el interior la voz de Dante, quien preguntaba sobre el visitante, Abril sonrió al confirmar que la foto era vieja.

-Pase, señora, él acaba de descender de su habitación para ver de quién se trata.

A regañadientes, y viéndose expuesta al casi mentir, Georgia no tuvo otra salida que hacerse a un lado para que Abril entrase.

Sintiéndose un poco contenta, Abril apretó el saco que aún traía en su mano, y un poco nerviosa, al comprender que su excusa no era lo suficientemente buena como para justificar su presencia a esa hora, caminó hasta llegar al pie de la escalera en la cual aún Dante se hallaba atónito por lo que veía.

-¿Abril?

Sin esperar su presencia a esa hora en su casa, este apoyó sus manos en el barandal de la escalera, y notando su saco en sus manos, supo que fue por esto que se hallaba allí.

-No era necesario que lo regresaras a ésta hora, te lo pediría luego.

Con una pequeña sonrisa, Dante empezó a descender hasta llegar junto a Abril, y llevando sus manos hasta la de ella, tomó la pieza con delicadeza.

-¡Huele a ti!

Llevándolo hasta su olfato, Dante inhaló su fragancia, y bajando su rostro, al sentir sus mejillas arder por tan simple acto, él notó que algo más sucedia.

-Pero no es por esto que estás aquí, Abril. ¿Sucede algo más?

Viendo cómo su mentira se desplomaba enseguida, Abril sonrió incómoda, y frunciendo el entrecejo de su frente, él supo que había otra razón por la que ella se hallaba allí

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora