Narrador
-¡Desgraciado!
Sintiéndose atrapada, molesta, y burlada, Abril, forcejeo con Dante unos segundos, decidida a salir de allí a como fuese lugar, e inmovilizándola con gran facilidad contra la pared, con voz agitada, él dijo
-Era la única opción que tenía para estar cerca de ti... Abril ¿No crees que ahora que has conocido la verdad merezco una oportunidad?
Abril, sin poder contener su enojo, se removió sin obtener resultado alguno, y es que Dante era un hombre muy fuerte, su abdomen marcado de manera magistral, sus pectorales trabajados, y sus fuertes brazos no eran falsos, por lo que no tuvo que esforzarse mucho para someterla
-¿Oportunidad Dante? ¿Y para eso debes fingir un ataque cardiaco?
Indignada Abril se negaba a ceder, y sonriendo al ver lo hermosa que lucía a su merced con sus mejillas tornadas de color carmesí, Dante llevó sus labios hasta su cuello para mordisquear la zona con delicadeza, sintiéndose tentado con hacerla suya
-Sé que estuvo mal, y que te preocupaste por mí, pero te necesitaba aquí... Así
Por más que Abril mostrara su descontento, para Dante esa noche sería inolvidable, sucediera lo que sucediera luego, ella no solo le había dado el beneficio de la duda que significaba un gran avance, sino que también había ido hasta su casa para verificar su corazonada, aparte de eso, cuando fingió un dolor se preocupó por él, lo cual le demostraba que aún lo quería. Sin despegar sus labios de la zona sensible, la calidez de su aliento hizo que la piel de Abril se erizara, ocasionando una punzada en su pelvis por tal tentación
-¿Es en serio Dante? ¿Solo para esto me hiciste venir aquí? ¿Para inmovilizarme en tu habitación? ¿No crees que eres un poco infantil?
Estas palabras hicieron sonreír a Dante sin apartarse de ella, iniciando un delicioso recorrido por su piel con sus labios, el cual hizo que sus pezones se irguieran.
Para Abril ese pequeño jueguillo no era para nada agradable, y es que por más que ella intentara parecer fuerte, el solo hecho de estar a solas con él en su habitación era una desventaja, y más ahora que no paraba de besar su cuello, hasta que llegó a su clavícula en la cual depósito leves mordidas
-¡Dante, Detente!
Soltando un gemido, exquisito para él, su esposa clamó por algo de clemencia antes de caer en la tentación, y acercando sus labios, él mordió el suyo, sintiendo que no resistiría más de ese modo.
El cabello de Abril debido a la agitación, una parte pequeña de él se había desparramado sobre su rostro, y atrapando ambas manos de ella con una de las suyas, apartó los mechones que caían sobre sus labios, y ojos
-¿Por qué me suplicas, Abril? ¿Acaso me dirás que tú no me deseas como yo a ti?
El calor de sus cuerpos se estaba empezando a extender por el lugar, creando una atmosfera propicia, llena de lujuria, a la cual ella pretendía resistirse, a pesar de que sus bragas se hallaban empapadas de sus propios jugos.
Dante no era un mujeriego, pero tampoco un santo que sabía cuando una mujer lo deseaba, y en definitiva, por más que Abril pretendía fingir que no lo necesitaba, la agitación de su pecho, sus labios medios abiertos, y sus pupilas dilatadas por el deseo decían lo opuesto.
Dispuesto a recibir una buena bofetada una vez que todo esto finalizara, Dante unió sus labios a los de Abril, los cuales se cerraron intentando controlarse, pero debido a que su mano libre la había tomado de su barbilla, el zafarse no era una opción.
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Ya te olvidé querido esposo
RomansaAbril Granfort fue obligada a casarse muy joven, solo para que su esposo pudiese reclamar su herencia, ella lo hizo por amor, el por ambición. El problema radica en que luego de ser abandonada por el durante 3 años, en lugar de morir de amor, surge...