Capítulo 24

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Narrador.

Como se lo mencionó a Abril, Dante apenas cayó la noche, se quedó en la empresa para llevarla a casa a salvo, y colocándose de pie a las afueras de su oficina, esperó por ella. Saliendo de pronto, esta se sorprendió levemente al hallarlo allí, y bajando su rostro por un instante, dijo.

-Te puedo asegurar que puedo ir sola a casa.

Esa mañana, Dante notó que ella llegó sola a la empresa, sin su chofer, por lo que luego de lo sucedido con su hermano, solo quería asegurarse de que llegara a salvo a su destino...

Dante, un poco molesto porque ella se negaba a ser escoltada, introdujo sus manos en el bolsillo, y luego de hacer un mohín con su boca, se limitó a responder.

-Eso lo sé, Abril, y no estoy colocando en tela de juicio tu capacidad, es solo que esto me dejaría más tranquilo a mí, y al mismo Erick... O al menos eso creo.

Abril, un poco serena, y sin más opción, inició su caminata hasta el elevador, y llegando al auto de Hackett, ambos lo abordaron.

Ella, en completo silencio, lo observó mientras llevaba sus manos hasta el volante, detallando así sus fuertes brazos que se notaban apesar del exclusivo traje, y notando en ese instante, un reloj en su mano bastante conocido para ella, lo cual la hizo fruncir el ceño de su frente.

Tenía años que no lo veía, y ahora que el movimiento de su mano lo dejó a la vista, ciertos recuerdos fueron removidos.

El camino a la mansión Granfort fue silencioso, ella por su parte, no pretendía saber nada sobre él, ni tampoco porque aún conservaba su regalo de cumpleaños, el último que le dio; esto solo derrumbaría las barreras que impuso para no caer en sus redes. Y él, bueno, no quería incomodar, y mucho menos que pensara que se estaba aprovechando de la situación para acosarla.

Una vez que llegaron a la mansión Granfort, Dante no dijo nada, solo se limitó a bajar del vehículo, y abriendo la puerta del copiloto, le señaló salir.

Abril de verdad pensó que este diría algo respecto a su matrimonio, pero al ver que él solo se quedó de pie en el mismo lugar esperando que ingresara a su mansión, se sintió extraña.

¿Qué le sucedía?

¿Acaso su interés en ella se había esfumado?

Frunciendo el ceño de su frente, asintió al aire sin razón alguna, y girándose en sus talones, pretendía marcharse hasta que escuchó su nombre de los labios apetecibles de Dante, y se detuvo.

-Abril...

Al voltear a verlo, observó al hombre que años atras robó sus suspiros un par de veces, quien bajó su rostro por un instante avergonzado, antes de decirle.

-Si para mañana necesitas quien te lleve, no dudes en llamarme, solo quiero asegurarme que lo de Atlas no se vuelva a repetir.

Saber que su seguridad le importaba a su esposo, la llenó de regocijo, lo cual la hizo retener el aire, y luego de girarse en sus talones, regresó un par de pasos en su dirección.

-Ahora que lo mencionas... Sí, mi chofer se encuentra de vacaciones, y mientras encuentro reemplazo, tendré que irme sola al trabajo.

Dante frunció sus labios unos segundos, tras alegrarse de ver que por primera vez Abril hablaba con él sin iniciar una discusión, y guardando silencio por la emoción, ella imaginó que él se molestó por mencionar a su hermano, por lo que apenada agitó sus manos para explicar.

-No me malinterpretes, Dante, no es que le temo a tu hermano, es solo que de verdad me asusta su comportamiento... Atlas jamás había hecho algo así, y de verdad me asusté.

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora