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Narrador
2 Meses después...
-¿Seguro quieres renovar tus votos en este lugar?
Observando hacia los lados, Abril recorrió con su vista la modesta sala de la capilla en donde se hallaban, en la misma que sus padres se casaron años atrás, y en donde ella renovaría los votos de matrimonio con el hombre que amaba ese mismo día
-No le veo nada malo Ibbie, por supuesto ahora no es tan hermosa como hace unos años, pero para mí lo único que importa es que Dante, y ustedes estén aquí.
Encogiéndose de hombros sosteniendo un pequeño ramo de flores en sus manos, Abril volvió a mirar por el ventanal a sus espaldas, tratando de calmarse, ya que los nervios no la dejaban pensar con claridad, y permaneciendo en silencio unos segundos, un par de pasos resonaron en la sala.
Llegando a sus espaldas, Erick se quedó de pie en el umbral de la puerta, viendo a su hija preparada para caminar al altar de nuevo, en esta ocasión con un vestido sencillo, para nada extravagante como el anterior, e introduciendo una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, finalmente preguntó.
-¿Lista para salir?
Girando sobre sus talones, ella asintió y empezando a guardar las cosas, la abogada a quien se le notaba más su embarazo; pidió permiso para salir, dejándolos solos para hablar.
-Así es, más que lista ¿Cómo me veo?
Extendiendo sus manos, Granfort le preguntó a su padre que opinaba sobre su atuendo, el cual de pie, aun en el mismo lugar, caminó hasta ella para abrazarla, y darle un casto beso en la cabeza
-Hermosa como siempre, igual que tu madre
Abril liberó algo de aire al recordarla, era una mujer maravillosa de la cual no solía hablar mucho, pero que extrañaba, al igual que Erick, quien después de su partida se quedó solo.
-Eres igual que ella, inteligente, decidida, terca, cariñosa, pero sobre todo una luchadora, que no se da por vencida con facilidad... Sé que si ella estuviese aquí, me reprendería por no aceptar a Dante, por no perdonarlo por lo que hizo. Pero no es tan fácil Abril, tú siempre serás mi hija.
Abril se separó de Erick, quien ya no solía odiar tanto a Dante como antes, y colocándose en puntillas depositó un pequeño beso en su mejilla antes de hablar.
-Y te entiendo papá, para mí que estés aquí, significa mucho, y de verdad te lo agradezco
Erick la separó de él para tomarla de su brazo, e invitándola a salir, empezó su caminata al altar en donde la esperaba Dante
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-No estés nerviosa, estás perfecta
Intentando alentar a su hija, quien remojaba sus labios nerviosa, al ver a su esposo al final del pasillo, Granfort le sonrió pellizcando levemente su mejilla, y regresando su vista al hombre que amaba, Abril inició la marcha nupcial.
A diferencia a la vez anterior, el lugar en esta ocasión se hallaba prácticamente vacío, solo se hallaba Nerio quien ya caminaba con ayuda de un bastón, un poco recuperado, Melissa, su asistente leal; Cristian e Ibbie, estos últimos como sus mejores amigos.
Con pasos lentos, y manos temblorosas, Abril recorrió el pasillo decorado de manera delicado con pétalos de rosas blancos, para ser recibida por Dante una vez llegó frente a él, y entregándole su brazo, Erick musito en voz baja solo para que él lo escuchara.
-Más te vale no marcharte de nuevo, porque esta vez sí perderás el corazón definitivamente, y no será precisamente en una cirugía.
Dante negó con una media sonrisa, acostumbrado a ser rechazado por Erick, y caminando con la mujer que amaba colgando de su brazo, se colocó de pie frente al sacerdote que le dio inicio a la ceremonia
-Estamos reunidos en este lugar para la renovación de votos de esta pareja, teniendo a Dios como testigo...
***** ****
Sintiendo su corazón, golpear su esternón, Abril tomó el anillo en su mano, sintiendo sus piernas temblar, y observando a Dante a los ojos, inició con sus votos
-Yo, Abril Granfort te acepto a ti, Dante Hackett como mi esposo de nuevo, esta vez por amor y no por obligación. Para amarte aún en tu ausencia, cuando te hallas marchado dejando solo una carta. Para honrarte a pesar de la distancia, así no sepa nada de ti en años. Para el bien o para mal, en la salud, en la enfermedad, para cuidarte tanto como nuestros corazones no los permitan, en la pobreza, en la riqueza, para adorarte más de lo que ya lo hago, hasta que la muerte nos separe.
Rodando el anillo por su dedo, Abril finalizó sus palabras, las cuales hicieron sonreír a Dante por lo real que sonaron, y siendo ahora su turno de seguir, el tomó el anillo.
-Yo, Dante Hackett te elijo a ti Abril para estar a mi lado el resto de mi vida, prometo compensarte por cada lágrima derramada, por cada foto no tomada, por cada aniversario en el que me ausenté, por cada cumpleaños, por cada sonrisa que te quité durante mi estupidez de alejarme para cuidarte... Abril, no te prometeré que seré perfecto, que seré el hombre ideal, porque sabes que eso no se puede, pero te prometo, que mientras viva, este corazón latirá para ti, y por ti, hasta que la muerte lo decida.
Los ojos de Abril se cristalizaron al escucharlo, ella en ningún momento pretendía que él fuese el hombre perfecto, ella solo necesitaba que él la amara tanto como ella lo hacía. Solo eso bastaba para ser feliz
Colocando el anillo en su dedo, los votos finalizaron, y posando su mano sobre la de ellos que se hallaban entrelazadas, el sacerdote concluyó
-Que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre... Yo los declaro marido, y mujer, de nuevo
Acortando la distancia entre los dos, Dante acunó el rostro de Abril entre sus manos, y uniendo sus labios a los de ella, su compromiso de amor quedó ratificado teniendo a Dios, y su familia como testigos.
***** ****
-Promete que llamarás si te sientes mal Ibbie, recuerda que debes tener especial cuidado en este tiempo
Acariciando su panza de entrados 6 meses de embarazo, Abril se despedía de la abogada, ya que partiría a su luna de miel; un tour de 3 meses por parte de Europa; a lo que la mujer solo rodó sus ojos un poco cansados por lo sobre protectora que solía ser Granfort como tía, y dándole un abrazo de despedida abordó el auto que los llevaría al aeropuerto.
-¿Me quieres acompañar? Quiero mostrarte algo.
Colocándose a su lado, una vez el auto de los Hackett partió, Cristian invitó a Ibbie quien haciendo un mohín no accedió enseguida, fue después de insistir un par de veces que no tuvo otra salida que acompañarlo a un lugar desconocido para ella
-Solo dame unos minutos, prometo que te gustará
Deteniendo su deportivo a las afueras de uno de los conjuntos residenciales más exclusivos de la ciudad, Cristian le pidió a Ibbie antes que esta saliera del auto, y no le diera la oportunidad de escucharlo. Y frunciendo el entrecejo de su frente, ella puntualizó
-5 minutos, y ya están contando
Abriendo la puerta, Matheson salió del vehículo muy apresurado, y rodeando este, invitó a Johnson a salir también, quien no lo hizo muy conforme
-No esperarás que te muestre lo que tengo preparado para el niño desde aquí... 5 minutos pero no estás cooperando
Exhalando el aire sintiendo que estallaría y lo mandaría a la mierda, Ibbie tomó su bolsa para salir con cuidado, y extendiéndole una vez afuera un pañuelo para cubrir sus ojos, ella frunció sus labios
-Mientras más tardas, más difícil será. Así que quita esa cara
Colocándose a sus espaldas, Matheson cubrió sus ojos con suma delicadeza, y tomando su mano lentamente caminó con ella, guiándola hasta uno de los Penthouse del edificio
-Espero que cuando te quite esto, no me ataques como una fiera
Intentando aligerar la tensión del momento, Matheson descubrió los ojos de la mujer, y observando la bella vista de su nuevo hogar, él habló
-No pretendo que me perdones por esto, que regreses conmigo después de lo que hice, por qué no es así... Ibbie, este es un regalo para mi hijo, mandé a preparar una habitación para él. No viviré con ustedes si es lo que piensas, solo quiero que estén bien, comodos, en un lugar como este.
Enarcando una ceja, Ibbie negó, sintiéndose un poco molesta.
Ella, en ningún momento al reconocer que él era el padre de su hijo, pretendía sacar algún beneficio económico. Porque no era así, Ibbie era alguien independiente que tras su separación con Tobías empezó a trabajar para otro bufet en esa ciudad, solo para no depender de nadie, y que él hiciera algo como eso, le daba a entender que no confiaba en que ella podía ser una mujer independiente
-Cristian, no puedo aceptarlo, este departamento vale más de lo que puedo pagar, y no aceptaré que asumas los gastos del niño tú solo
Cristian colocó sus brazos en jarra, sabiendo que no sería nada sencillo convencerla de quedarse allí, y recurriendo a lo único que se le ocurrió en ese instante dijo
-Hagamos un trato... Me darás tu viejo departamento, tu auto, y parte del dinero de tus acciones en el bufet de Tobías, y con eso quedamos solventes
Solo una estúpida no aceptaría una oferta como esa, por lo que extendiendo su mano, Ibbie aceptó sin saber que todo era una mentira, y que él no la despojaría de lo que había obtenido con su propio esfuerzo

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora