Capítulo 38

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Narrador

-Agradezco regalarnos tan maravillosa velada, espero que disfruten lo que queda de noche

Despidiéndose de ellos el último invitado, Abril y Dante pensaron que la fiesta había finalizado, hasta que, observando en dirección a una de las mesas del salón, notaron a Atlas, acompañado de la menor de las Bennett, mientras seguía tomando.

Disculpándose con su esposa, dejándola con su asistente Melissa, Dante fue quien se acercó hasta él, y aclarando su garganta, desajustó la corbata de su traje, preparándose para una de las estupideces de su hermano.

-Pensé que se marcharían temprano, una vez que Abril, y yo llegaríamos.

Atlas, sonrió de lado una vez que reconoció la voz de su hermano sin siquiera mirarlo, y agitando el vaso de licor con líquido ambarino en su interior, procedió a decir.

- ¿Por qué tendría que hacerlo? Por si lo olvidas, también tengo derecho a estar aquí.

Sin siquiera verlo, Atlas llevó el vaso de licor a sus labios para vertir lo que quedaba, y estampando este sobre la mesa, procedió a colocarse de pie para enfrentar a Dante, algo que hizo de manera torpe debido a su estado de ebriedad.

-Que me hayas ganado una batalla, no quiere decir que la guerra esté perdida.

Colocándose de pie justo al lado de Dante, sin vergüenza alguna, y con la mala intención de molestarlo, este elevó su mano para colocarla sobre el hombro de su hermano, en un medio abrazo, y tirando de él, lo atrajo a su cuerpo.

-Me estás subestimando, Dante.

Hackett la verdad quería golpearlo, podía hacerlo, el salón estaba vacío, solo ellos cuatro se hallaban en el lugar, y un par de empleados que se hallaban en sus labores, por lo que nadie se opondría, pero viendo como este lo liberaba, y recargaba su cabeza hacia atrás para soltar una carcajada, perdió el equilibrio y cayó sentado en el suelo de un solo golpe

Se veía tan ridículo, tan patético, que no parecía ser el mismo chico que creció con él, como su hermano, así que para que golpearlo, si solo con verlo con Abril, era más que suficiente para hacerlo sentir mal.

Sonriendo como idiota, y aplaudiendo sin razón aparente, el hombre se mantuvo en silencio unos segundos, hasta que por desgracia recordó a su acompañante, y terminó por decir.

-Dante, ¿Has visto a Cristian? ¿Sabes? Hace mucho que salió con Ibbie, y no regresa... Yo le dije a Maya que era probable que estuviese en medio de una sección de sexo rudo, pero ella no me cree.

Al elevar la vista en dirección de la aludida, Dante la notó con los brazos cruzados sobre su pecho, molesta por lo que estaba sucediendo, aun así la chica solo tomó su bolsa de mano, pero no se movió de allí con la esperanza de que su prometido llegaría en cualquier momento.

-Incluso me ofrecí a hacerle compañía... No tengo problema en ayudarla de nuevo con algunas caricias, como en los viejos tiempos, las cuales sé que él se niega a darle.

A Atlas, el estado de ebriedad, lo estaba haciendo decir estupideces. Sin poder esperar mas, la chica procedió a colocarse de pie, y caminando hasta la salida, furiosa por lo que había sucedido, salió del lugar, escuchando como Atlas no dejaba de llamarla.

-¡Maya! ¡Espérame! Yo te llevaré a casa.

Con dificultad, y tropezando con un par de cosas, este logró levantarse del suelo, y casi corriendo a la salida dando tumbos pudo marcharse tropezando con Abril en la puerta, pero que por fortuna no reconoció debido al alcohol

Ya te olvidé querido esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora