¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
AISHA ROBINSON ENTRÓ POR LA PUERTA DEL DOJO Y MARIANNE ESBOZÓ UNA SONRISA DE EMOCIÓN.
—Senséi, tenemos compañía.
—No hay yoga hasta las cinco—dijo Johnny con voz prepotente.
Marianne rodó los ojos ante el comentario de Johnny.
—He venido a aprender karate—murmuró la chica—. He visto en la página web que había clase.
—Gracias por el interés, pero en Cobra Kai no entrenamos a chicas.
—¿Y yo que soy?
—Tú eres un monstruito de medio metro, pero no estoy seguro de que seas una chica.
—¿Por qué no?—insistió Aisha.
—En el ejército tampoco hay mujeres. No tiene sentido.
Miguel se llevó un momento a Johnny al despacho para hablar y Aisha miró a Marianne con una sonrisa amable.
—Hola. Soy Marianne. Aunque mis amigos me llaman Marie. O eso harían si tuviera amigos.
—Aisha.
—¿A quién quieres zurrarle, Aisha?
—A todo el instituto, creo.
Marie sonrió.
—Me caes bien, Aisha Robinson.
Cuando Miguel y Johnny volvieron parecía que el mayor había cambiado de opinión, pues le dijo a Aisha que se quitara los zapatos y entrara al tatami.
Ella obedeció y Marianne se cruzó de brazos.
—He recapacitado y voy a dejar entrar a chicas en Cobra Kai. Pero aquí no actuarás como una chica: No serás sensible, estridente, quejica y no interrumpirás a nadie.
—Pero si usted hace es...
—¡Silencio!—las palabras de Marie acabaron perdidas por el grito del señor Lawrence—. Mi alumno me comenta que te acosan.
—Sí. Por el móvil. Me mandan correos y mensajes. Me hacen odiar ir al insti. Crean cuentas falsas y me dicen que soy fea y que debería suicidarme.
—Por Dios. Eso es horrible. Vayas gallinas. En mis tiempos te insultaban a la cara. Había honor y respeto. Los que se esconden en las redes son unos pringados. ¿A ti te dan miedo?
—No.
—Bien. Cuando acabe de entrenar contigo les devolverás los mensajes. Pero lo harás con los puños.
