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—¿QUE OS PARECEN?—preguntó Hawk rascándose la barbilla—. ¿Qué tal Mierdecilla 1 y Mierdecilla 2?
—Yo prefiero Atontado y Alelado—opinó Aisha burlona.
Marianne los vio desde lejos estirando los tobillos y con gesto desaprobador.
Los dos anteriores junto a Bert se estaban encargando de buscar el apodo perfecto para los chicos que con tanta ilusión quisieron inscribirse en el dojo el día anterior. Marianne se levantó del suelo para acercarse.
—Bueno, yo soy Chris...—dijo el moreno.
—¿Te he dado permiso para hablar?—preguntó cortante Hawk.
—¿Es que a caso necesitan tu bendición, Eli?—exigió saber la morena con bastante dureza en su tono—. Dejadlos en paz, tíos. Solo están siendo amables.
—Os están vacilando—dijo Miguel llegando también—. Todos saben que os llamáis Cara Culo e Imbécil.
Justo en ese momento, un hombre mayor y con una bolsa de deporte apareció en el dojo.
El hombre aparentaba unos setenta y pocos y vestía completamente oscuro. Tenía una mirada cruel y despiadada, algo que no suele encajar con los tiernos ancianitos que Marianne veía en la cafetería en la que trabajaba. Parecía frío y calculador.
A Marie le dio mala espina.
—¿Quién es ese?—preguntó en voz alta con Hawk al lado.
—No lo sé—dijo Miguel mirándolo fijamente. Luego se acercó a preguntarle si podía ayudarlo y Marie fue a por Johnny.
—Hay un viejo en la puerta.
—Esa boca, mocosa—el rubio se levantó de su asiento y salió del despacho con la morena—. ¿Pero qué haces? Te dije mañana...—susurró el hombre hablando con el anciano.
Este miró a Marie como queriendo esperar a que se fuera para hablar y la chica se alejó por educación y apretando los puños.
Menudo capullo.
Ambos adultos discutieron y finalmente Johnny pidió a los alumnos a ponerse en formación para presentar al hombre.
—Tenemos visita. Os presento al señor Kresse. Ha venido como observador. Fingid que no está. Señor Díaz, calentamiento.
Miguel empezó a mandar instrucciones y cuando mencionó lo del choque lateral todos hicieron el dab en forma de broma y rieron. Marie no lo hizo porque le parecía sencillamente una estupidez.
