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—HAS DESAPARECIDO UNA SEMANA Y MEDIA. Has perdido turnos y he tenido que alargar los horarios de tus compañeros porque no cogías el teléfono. ¿Y esperas que te reciba con los brazos abiertos cuando decides volver?
Marie agachó la cabeza nerviosa. Había regresado al bar con la intención de disculparse con su jefe por no aparecer en los últimos días y el hombre no se estaba tomando muy bien su reaparición.
—He tenido... problemas personales.
—Sí. Me lo imagino. Tienes la cara echa un cristo. ¿Qué te pasa en la nariz?
La latina se tapó la nariz con una mano tratando de cubrir sus moretones en la zona. Tristemente le recordó al gesto que hacía Hawk cuando se cubría su labio cuando todos se reían de él.
—Tuve un accidente. Por eso no podía venir.
El jefe de Marie respiró hondo como un toro y su mirada se suavizó.
—Puedo entender eso... ¿Pero no podías al menos avisar a algún compañero?
—Lo siento mucho. No volverá a suceder—ante la expresión negativa del hombre, Marie juntó las manos como si fuera a rezar—. Por favor, por favor. No puedo perder el trabajo. No volverá a pasar. Lo juro...
Al final su jefe se apiadó de ella y rodó los ojos después de suspirar.
—Te tocan las mesas impares. Y le debes muchos favores a Arthur y Harriet.
—Gracias Frank.
—Métete en la cocina antes de que me arrepienta.
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—¿De verdad crees que un pulpo de oro hará que Sam te perdone por abandonarla cuando iba a competir?—Marie iba hablando por teléfono en manos libres con Miguel, Demetri y Hawk mientras salía de un turno infernal en el trabajo con los huesos hechos polvo—. Como se nota que sois hombres básicos.
—¿Qué otra cosa puedo hacer?—gimió su amigo al otro lado de la línea—. Me escribió por teléfono diciendo que quería hablar y ya sabes lo que eso significa.
—Puede que solo quiera hablar—argumentó Marie.
—Una chica nunca diría eso.
—Pues yo sí.
—Pues que suerte tiene Hawk, pero Sam no es de esas—apoyó Demetri. Al otro lado de la línea se escuchó como Eli protestaba y discutía con su amigo y como Demetri lo apartaba—. ¿Qué?