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—OS VOY A PRESENTAR AL CHICO MÁS MALOTE DE TODO EL VALLE—Hawk rodeó el cuello de Miguel en tono insinuador frente a tres desconocidas arqueando las cejas con una sonrisa.
La chica de en medio y Miguel no tardaron en conversar y sentarse en un sofá apartados de los demás, lo que le daba vía libre a Robby, Eli y Marie de alejarse un poco de ellos para jugar al pin pon.
—¿Por qué me miras así?—inquirió Hawk con una sonrisa hacia su novia.
—Has empujado a Miguel en brazos de una desconocida... Se supone que él y Sam van a arreglar las cosas.
—¿Crees que lo harán?
—Bueno...—Marie se encogió de hombros—. Son Miguel y Sam. Siempre han sido ellos dos.
—No—negó Hawk—. Tú y yo siempre hemos sido nosotros dos.
El ojiazul trataba de acercarse peligrosamente a la cara de su novia para besarla y ella le esquivó con una sonrisa provocadora. No tenía ni idea de que los labios de Hawk irían a parar a su cuello en lugar de a su boca con más lentitud y cariño de lo que esperaba.
Robby rodó los ojos y resopló.
—Ahora somos como medio hermanos. ¿Yo no debería partirle la cara ahora a él?
Marie le sacó el dedo de en medio a Keene mientras disfrutaba de como Hawk exploraba su cuello con los labios. En el momento en el que la lengua de él tocó su piel desnuda la castaña clavó sus ojos en el techo, dejando el vaso rojo del que había estado bebiendo hasta ese momento en el mueble en el que estaba apoyada antes de acercar a su novio hacia ella sujetándolo de las presillas del pantalón.
—Me estás torturado...—gruñó Marie casi en un susurro.
Entonces ella torció un poco la cara y se puso de puntillas para llegar al cuello de Hawk mientras se daba la vuelta estratégicamente para estampar la espalda de él contra el mueble.
—¿Quién tortura a quién Lake?—preguntó él en un tono grave.
Marie se echó a reír y trató de olvidar todo lo demás, pero entonces toda la gente empezó a salir de la casa de Lawrence con velocidad y empezaron a gritar fuera, donde supuestamente había empezado una pelea. Lake rodó los ojos mientras Hawk seguía dejándole besos por la boca y el cuello.
—Dios... ¿Es que ni un día normal podemos tener?—protestó ella indignada.
Salieron los dos juntos fuera y vieron que (como no) la pelea era entre Sam y Tory. Aunque parecía más bien un combate injusto: Larusso peleaba pero Nichols simplemente la esquivaba. Marie y Eli avanzaron hasta la primera fila y vieron como Robby y Miguel las separaban.
—¡Ha estado colaborando con Kresse!—chilló Sam.
—¿Qué?
—¿Por qué no has dicho nada hasta ahora? Eres una cobarde—espetó Sam.