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—HE HABLADO CON CARMEN Y LE HE PREGUNTADO POR MIGUEL—susurró Marie junto a Eli—. Solo es un desgarro muscular. Está bien. Que susto me he llevado joder...
—¿Y va a competir?—inquirió Hawk preocupado, no por el combate, sino por su amigo.
Marie se encogió de hombros.
—Tiene 30 minutos de margen. Decide él—murmuró ella—. ¿Qué tal Demetri contra Robby?
El rostro de pena del ojiazul le dio la información que necesitaba a la chica, pero aún así el de pelo rapado se lo confirmó.
—Ha perdido.
Marie resopló con gesto tenso.
—Robby está ya metido en la final—dijo tragando saliva—. Miguel o tu os enfrentaréis a él.
Si algo tenía Kenne, era talento. El que se enfrentara a él lo tendría bastante complicado si quería ganar el torneo masculino.
Ambos se miraron y ella le apretó la mano a Hawk en señal de fortaleza.
—¿Y cómo se elegirá la sección femenina?—se interesó el chico—. Solo quedáis Tory, Sam y tú.
Ella respiró hondo.
—No lo sé. Estoy algo perdida.
—Eh. Seguro que ganas.
Ella se pasó una mano por la nuca y arrugó la nariz.
—No sé.
—Mira—Eli la agarró de los hombros para obligarla a mirarlo—. Sam es buena, pero no es agresiva. Y Tory lo es, pero no tiene defensa alguna. Tú tienes lo mejor de los dos estilos. Eres la campeona perfecta.
Los cumplidos de Moskowitz hicieron que la chica se sonrojara levemente y lo escondiera tapándose la cara al ladear el cuello.
—Deberías de querer que gane Sam—dijo Marie—. Está en tu dojo, Eli.
—Y una mierda—repuso él—. Yo siempre estaré en tu equipo.
Esas palabras hicieron que Marie sintiera un vuelco al corazón. Y se habría tirado a sus brazos a besarlo sino hubiera habido tanto público mirándolos y no fuera tan cobarde.
La latina se despidió de Hawk para acompañar a su dojo y se puso junto a Devon y Johnny.
—¡Miguel Díaz tiene un minuto para volver al tatami!—anunció el presentador con el micrófono a un palmo de la boca.
—¿Ponen la cuenta atrás? Que dramático.
—Es el All Valley—comentó Aliento Polla a la asiática.
Marie miró a Johnny, que miraba la puerta con preocupación. Le tocó el hombro suavemente.
—Si no quiere competir... Por favor, no seas duro con él.
