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LAS COSAS SIGUIERON YENDO MAL PARA MARIE DURANTE UN PAR DE DÍAS MÁS. Moon la invitó a una fiesta que hizo en su casa, pero ella no pudo acudir porque al llegar a casa tras el turno en la librería lo que menos le apeteció fue ir a fingir ser una adolescente normal. Las cosas con los cobras seguían aún un poco distanciadas, lo cual fue otro motivo suficiente para que Marie se decidiera a no ir. Sin embargo, recibió noticias de Demetri por mensajes. Por lo visto Eli le había tirado un vaso de alcohol encima y el peli negro había actuado por despecho contando historias sobre su antigua versión.
Marie, desaprobadora, negó a través del teléfono.
—No puedes ir provocándole, Demetri. Y menos si no estamos Sam, Robby y yo de por medio. No sé muy bien si Miguel te apoyarí...
—Vaya. Muchas gracias por confiar en que puedo apañármelas solo—contestó Demetri al otro lado de la línea.
Mari suspiró agotada.
—No quería decir eso.
—Da igual. Tienes razón. No tendría nada que hacer contra él.
Un silencio molesto se formó en la conversación de los amigos y Marie se tumbó en su sofá.
—Oye, ¿puedo hablar contigo de una cosa de Hawk?—le preguntó ella a él incómodamente.
—Claro. Dispara.
Marie se mordió el labio. ¿De verdad iba a hablar de eso con Demetri?
—Cuando no existía Hawk, es decir, cuando Eli seguía siendo Eli... ¿Te dijo algo sobre mí?
—¿Quieres decir cuando era tan pringado como yo? ¿Algo como qué?
—¿Te dijo alguna vez... que le gustaba?—hubo un minuto entero de silencio que desconcertó a Marie antes de que ella carraspeara—. ¿Dem? ¿Sigues ahí?
—Entonces te lo ha contado...
—¿Es cierto? Esperaba que fuera una broma de mal gusto cuando me la dijo.
—Mira Marie. Eli no ha parado de darme la brasa con tu nombre desde que lo defendiste por primera vez. El pobre lo pasaba medio mal y medio bien cuando nos ayudabas porque eran los únicos momentos en los que le mirabas a lo largo del día... Pero él odiaba que vieras como era de... frágil.
El corazón de Marianne se ablandó un poco y se llevó una mano al pecho para respirar con profundidad.
—¿En serio?
—¿Tú te acuerdas acaso de la primera vez que os visteis?
Marie frunció el ceño. No. No recordaba cuando había empezado a intervenir en las broncas contra Demetri y Eli. Simplemente echaba la vista atrás y se veía defendiéndolo a capa y espada. Ella siempre estuvo de su parte.
—Bueno. Ya puede cuidarse él solito—rezongó ella amargamente—. Y puede hacer cosas mucho peores, incluso.
—Hawk jamás te haría daño—murmuró Demetri con voz suave a través del móvil. Esas fueron sus únicas palabras porque él sabía en lo que la chica pensaba—. Sería incapaz de hacer algo contra ti por muy cabreado que esté.
