Epílogo.

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— Más arriba Elioth — Daryl miraba a su pequeño hijo de ahora siete años mientras manipulaba su ballesta tratando de darle al blanco que había pintado para entrenar — Manten la vista en el objetivo.

— ¿Podemos parar por hoy? — le preguntó el niño bajando el arma — Quiero ir a casa.

— Nos iremos si me das una buena razón para hacerlo. Has estado distraído toda la mañana y me gustaría saber por qué.

— Extraño a mamá — le contestó el niño agachando la cabeza.

— También yo... — Daryl se acercó a su hijo y se agachó hasta quedar a su altura — Pero pronto volverá. ¿No quieres sorprenderla con lo bueno que te has vuelto con la ballesta?

— Si pero...

— ¿Pero?

— Dijo que se iría unos días y lleva una semana en Hilltop — Elioth mordió su labio inferior tratando de aguantar las lágrimas.

— Lo se, pero la necesitan. Sabes que hay mucho que hacer después de la última tormenta. — Desde que el pequeño Dixon había llegado al mundo, sus padres decidieron que nunca lo dejarían solo, si tenían que salir uno de los dos se quedaría en casa a cuidarlo y se turnaban para ayudar a los demás. Está vez había sido el turno de Taylor de salir y aunque en un principio solo se iría dos días, una tormenta había derribado parte de los muros, haciendo que su estancia en la comunidad vecina se alargara y ya llevaba una semana fuera de Alexandria.

— ¿Crees que me extrañe? — le preguntó levantando tímidamente la cabeza.

— Con todo su corazón — le respondió Daryl enternecido, sacudió su cabello y le ofreció la mano — Ven, volvamos a casa y llamemos a Hilltop para hablar con ella ¿Si? — el niño sonrió antes de asentir y tomar la mano de su padre para volver. Ni siquiera se molestaron en volver a su casa, fueron directamente a tratar de hablar con la pelirroja por radio y se sorprendieron cuando James les informó que ya había pasado medio día desde que salió rumbo a Alexandría. Se despidieron prometiendo avisar en cuanto tuvieran novedades y los dos caminaron hacia su casa decididos a esperar a Taylor.

— Así que aquí están, ya era hora. — La chica estaba en la cocina esperando a ambos con la merienda lista mientras los miraba con los brazos cruzados. Elioth fue el primero en reaccionar y correr hacia ella para abrazarla.

— ¡Mami! — gritó casi derribando la  por el impacto de aquel abrazo que tanto necesitaba.

— Parece que me extrañaron — la chica sonrió besando la frente del niño que se negaba a soltarla mientras Daryl la miraba con una sonrisa. Parecía increíble que aún consiguiera hacer que su corazón se acelerara cuando la veía y sin embargo así era. Se acercó lentamente y dejó un beso en sus labios.

— No tienes una idea de cuánto — le confesó haciendo que ella le sonriera.

Habían pasado tantos años viviendo rodeados de paz y amor que les parecía casi un sueño. Tal y como habían dicho, la pelea con los Susurradores fue la última y luego se dedicaron a crear un mundo mejor del que jamas habían conocido. Cuidaron de los niños Grimes como si fueran suyos y al final la vida los recompensó volviendo a reunir a su familia. Michonne había vuelto, tal y como siempre supieron que lo haría, aunque le tomó casi dos años hacerlo y cuando lo hizo, no estaba sola. Llevo consigo una de las piezas que siempre había mantenido unido a aquel grupo. Encontró a Rick vivo y ambos volvieron al lugar que pertenecían. Taylor había sido una de las personas más felices al ver cómo los niños se reunían con sus padres porque ella sabía lo que era perderlos, pero al menos esa historia había tenido un final feliz. También se alegraba por Daryl, porque siempre supo que su hermano estaba vivo y por eso se había negado durante años a abandonar la búsqueda, al final Taylor tuvo que admitir que tenía razón aunque ella también la tenía, Rick había encontrado la forma de volver a casa. Ya nada más importaba, solo disfrutar los años que vendrían, todos juntos.

— ¿Se durmió? — le preguntó esa noche Daryl al verla entrar a la habitación.

— Costo lograrlo pero si... tenia mucho que contarme — le respondió con una sonrisa — Lamento haber tardado tanto cielo — ella se quitó la ropa y se deslizo entre las mantas para abrazarlo.

— Enserio te extrañe, muñeca — ella sonrió contra su pecho y busco sus labios para besarlo pero se detuvo a unos centímetros de él.

— ¿Si? ¿Que tanto Dixon? — le susurró divertida haciendo que él también sonría antes de girarlos en la cama para quedar sobre ella.

— Demasiado — le contestó antes de besarla — Y espero que no estés cansada... y si lo estás, prometo que te dejaré descansar por la mañana — ella rió antes de pegar su cuerpo más a él, olvidando que había pasado gran parte del día sobre el caballo para volver a su casa, solo quería disfrutar lo que solo con él podía sentir y así lo hicieron. Como dijo el cazador, por la mañana dejo que ella descansara mientras la abrazaba y la veía dormir. Jamás se cansaría de hacerlo, porque jamás pensó que podría tener eso y sin embargo lo había logrado. No había sido fácil pero en ese mundo o en cualquiera, nada lo era y el secreto era no rendirse.

La había visto enamorarse de Glenn, la había visto casarse y ser feliz. La había visto a punto de rendirse con la vida, con él, con todo pero también había sido testigo de como ella recuperaba su brillo, como volvía a ser la Taylor que lo enamoró aún sin quererlo e incluso mucho más, la vió perdonar a su peor enemigo y dejar el odio de lado solo por qué no quería que su pequeño niño creciera rodeado de todo lo que una vez le impidió ser feliz.

Una vez ella le había dicho a James que sus alas estaban rotas pero no sabía que Daryl también se sentía así, incapaz de volar sin ella a su lado y después de todo lo que habían vivido juntos, sanaron. Pudieron volver a volar, pudieron llegar a tener todo lo que nunca imaginaron y vivían por eso. Ahora la familia Dixon era más fuerte que nunca y serían los últimos en pie porque así eran ellos, incapaces de rendirse cuando tenían tanto porque pelear, tanto que descubrir, tanto por amar y vivir.

                                       FIN.

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