Que Comienze La Guerra.

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Volver a Alexandría se sentía diferente, como si aquel lugar fuera parte de un sueño que Taylor tuvo alguna vez y que le costaba recordar. Caminó lentamente por su antigua casa con la tristeza marcada en el rostro pues lo que una vez fue un hogar ahora solo era un edificio vacío de todo lo que la había hecho feliz. De toda la gente que solía vivir ahí, solo quedaba ella y Rosita pues Sasha había sido atrapada cuando trataron de llevar a cabo el plan que en su desesperación y dolor habían ideado las tres. Eugene ahora era parte de los Salvadores, James y Maggie vivían permanentemente en Hilltop ahora y Glenn y Abraham jamás volverían.

Cuando llegaron lo primero que vieron fue a Rosita esperando por ellos anunciando que tenían un visitante y Taylor contuvo el aliento a reconocer al rubio que casi había matado a Daryl aquella noche que perdió a su esposo, el mismo que había matado a Denise según se enteró después y no pudo más que alejarse porque no se sentía lo suficientemente fuerte para lidiar con aquello en ese momento. Por eso se encontraba sola en medio de la casa tratando de recordar los momentos felices que ahí había vivido. Dejó su habitación para lo último y cuando abrió la puerta, la nostalgia la golpeó con fuerza. Todo estaba igual a la última vez que había estado ahí, como si el tiempo se hubiera detenido para siempre tras esa puerta cerrada. Tomó una de las camisas de Glenn y se abrazo a ella sentándose en la cama donde tantas noches se habían amado y dejó caer algunas lágrimas que limpio al escuchar que alguien entraba.

- ¿Estás bien? - le preguntó Daryl al verla.

- ¿Y tú? - le preguntó a su vez porque podía ver qué estaba molesto aunque trataba de disimularlo.

- Dwight se fue, dice que quiere ayudar.

- ¿Y no le crees?

- ¿Por qué lo haría? - él se sentó a su lado y ella suspiró - No puedo olvidar todo lo que hizo porque ahora haya decidido que quiere terminar con Negan.

- Si, pero al menos será una ventaja si de verdad nos ayuda ¿no?

- Supongo... deberías descansar. Si dice la verdad... llegarán mañana. - él se puso de pie y camino hasta la puerta pero ella lo detuvo.

- Daryl... ¿Puedo quedarme contigo está noche? - él se quedó congelado al oirla, no sabía si era buena idea pero cuando volteó a verla, tenía tanta tristeza y soledad en su mirada que fue incapaz de decirle que no.

- Siempre que lo necesites - le contestó haciendo que ella sonriera levemente y se pusiera de pie para salir de la habitación dándole una última mirada antes de apagar las luces, como si estuviera despidiéndose del lugar.

Despues de que se asegurarán de que los más indefensos habían partido a la seguridad de Hilltop, los que se quedaron a pelear cenaron todos juntos para luego retirarse a tratar de descansar.
Daryl miraba la figura de Taylor descansar en su cama y trato de no demostrar lo nervioso que se sentía por eso. Se maldijo por dentro por sentirse como un adolescente a punto de hacer algo que no debía pues ambos eran adultos y ella solo le había pedido quedarse porque no soportaba estar en una casa en la que solo podía pensar en lo que había perdido.
Se deslizo entre las mantas en silencio y se acomodó colocando un brazo bajo la cabeza mientras miraba el techo en la oscuridad.

- ¿Estás preocupado por mañana? - le susurró ella haciendo que se sobresaltara pues había sido la primera en irse a descansar y supuso que ya dormía.

- Mierda Taylor, deja de hacer eso.

- Lo siento - se disculpó ella acomodándose también boca arriba.

- Deberías dormir.

- Ojalá pudiera - le contestó suspirando - ¿Crees que lo logremos?

- Hemos peleado antes... podemos con esto. - Daryl giró la cabeza para mirarla porque aún en medio de la oscuridad, podía distinguir su rostro iluminado por la suave luz de luna que se colaba por la ventana - Además no estamos solos.

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