1.Quince

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Al día siguiente, la mansión parecía volver a la normalidad, o al menos eso intentaban aparentar

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Al día siguiente, la mansión parecía volver a la normalidad, o al menos eso intentaban aparentar. Jimin había pasado la mañana en la oficina con Nayeon.

Sin embargo, la calma pronto se vería interrumpida por un estallido de caos.

De repente, los disparos comenzaron a resonar por toda la mansión. El sonido de las balas perforando el aire era un recordatorio aterrador de la amenaza inminente. El corazón de Jimin se aceleró al pensar en Yoongi, quien aún estaba en la habitación, aislado y vulnerable. Sin perder tiempo, Jimin se levantó, instruyendo a Nayeon a seguirlo mientras se dirigían hacia el lugar de los disparos.

Jimin guiaba a Nayeon por los pasillos, manteniéndola a salvo mientras intentaba llegar a Yoongi. La preocupación lo consumía, y cada paso que daba se sentía más pesado que el anterior. Cuando llegaron a la puerta de la habitación de Yoongi, Jimin se dio cuenta de que la manija estaba rota. La desesperación se apoderó de él mientras empujaba la puerta con fuerza, solo para encontrar la habitación vacía.

—¡No! —Jimin exclamó, su voz cargada de pánico. Miró a su alrededor, buscando cualquier señal de Yoongi. Los disparos se acercaban, resonando en los pasillos, y la amenaza era cada vez más inminente.

Nayeon, quien se había colgado de su brazo durante la emergencia, trató de mantenerse al margen mientras fingía una preocupación comprensible. Jimin, sin embargo, estaba demasiado enfocado en encontrar a Yoongi para preocuparse por las actitudes de Nayeon.

—¡Tienen que buscar a Yoongi! —le ordenó Jimin a Nayeon, su voz llena de urgencia.

Nayeon, con una expresión de desdén fingido, se detuvo y dijo: —No, Jimin. No puedes dejarme. Yoongi… él no importa tanto. La prioridad es que me protejas a mí.

La reacción de Nayeon provocó una oleada de furia en Jimin. Su rostro se tornó en una mueca de desdén y frustración. Estaba a punto de discutir con Nayeon cuando la puerta del pasillo se abrió de golpe y entró Minho, armado y con una expresión grave.

—¡Jimin! —Minho gritó, su voz firme y cargada de tensión—. ¡Son la  'Ndrangheta!… —Minho miró directamente a los ojos de Jimin—. Se han llevado a Yoongi.

Las palabras de Minho golpearon a Jimin como una ráfaga de hielo. La realidad de la situación se desplomó sobre él como un manto oscuro. El hecho de que Yoongi hubiera sido secuestrado por la mafia 'Ndrangheta era un golpe de desesperación. El miedo y la preocupación por la seguridad de Yoongi se convirtieron en una presión insoportable.

—¡No puede ser! —Jimin gritó, su voz quebrada por la angustia. —¡Tenemos que hacer algo!

Minho, con una expresión de determinación, asintió. —Ya tenemos un plan de contingencia. Vamos a movernos ahora mismo. Debemos encontrar a Yoongi antes de que sea demasiado tarde.

Jimin, sin esperar más, comenzó a movilizar a sus hombres, dando órdenes rápidas y precisas para organizar una operación de rescate. Cada movimiento estaba impulsado por el deseo desesperado de recuperar a Yoongi y mantenerlo a salvo.

Mientras tanto, Nayeon observaba la escena con una expresión ambigua. Aunque su fachada de preocupación parecía sincera, Jimin no podía evitar sentir una creciente desconfianza hacia ella. No obstante, el tiempo no estaba a favor de ellos, y cada segundo perdido significaba una mayor amenaza para Yoongi.

Con las órdenes dadas y los hombres en movimiento, Jimin, Minho y el equipo de seguridad se dirigieron al punto de encuentro, cada uno con la firme intención de recuperar a Yoongi. El caos y la urgencia se convirtieron en la única constante, mientras Jimin enfrentaba la tormenta de emociones que le abrumaban.

La mafia  'Ndrangheta está considerada una de las organizaciones criminales más peligrosas del mundo.

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Las cinco horas que siguieron al secuestro de Yoongi parecían interminables para Jimin. La mansión, ahora en un estado de caos absoluto, se había convertido en un hervidero de actividad frenética. Los hombres de Jimin estaban en constante movimiento, revisando pistas, interrogando testigos y organizando equipos de búsqueda, pero el tiempo pasaba sin que se concretara ningún avance significativo.

Jimin estaba al borde de la desesperación. El pánico y la culpa lo consumían mientras corría de un lado a otro, dando órdenes a sus hombres con una intensidad frenética. Su mente estaba en un torbellino de pensamientos, y cada minuto que pasaba sin noticias sobre Yoongi se sentía como una eternidad. La culpa lo atormentaba, convencido de que, si hubiera estado con Yoongi en lugar de en la oficina con Nayeon, habría podido prevenir el secuestro.

Hoseok, el nuevo guardia asignado a Yoongi, había recibido varios disparos en el enfrentamiento. Aunque estaba herido, seguía consciente y comprometido con su deber. Su valentía había sido crucial para proteger a Yoongi en el momento del ataque, y ahora yacía en una cama improvisada en la sala médica, recibiendo tratamiento de emergencia. La sangre que manchaba su uniforme y la expresión pálida en su rostro hablaban del alto costo de su sacrificio.

Jimin, viendo a Hoseok, sintió una oleada de dolor y culpabilidad. A pesar de que Hoseok había hecho todo lo posible por proteger a Yoongi, el hecho de que aún estuvieran sin pistas sobre su paradero le pesaba enormemente. Jimin se arrodilló al lado de Hoseok, apretando la mano del guardia con un gesto de gratitud y preocupación.

—Siento mucho esto, Hoseok. No sé cómo agradecerte por lo que has hecho —dijo Jimin, su voz quebrada por la emoción. Aunque sabía que no había palabras suficientes para expresar su gratitud, necesitaba que Hoseok supiera cuánto valoraba su sacrificio.

Hoseok, aunque debilitado por las heridas, levantó la mirada hacia Jimin con una expresión de determinación. —No te preocupes por eso, Jimin. Lo importante ahora es encontrar a Yoongi. No podemos detenernos.

Jimin asintió, pero su mente seguía atormentada por pensamientos oscuros. La búsqueda había sido infructuosa hasta ahora, y el hecho de no tener ninguna pista concreta sobre el paradero de Yoongi aumentaba la desesperación de Jimin. Su equipo había revisado todos los lugares posibles, pero la mafia italiana parecía haber desaparecido sin dejar rastro.

La mansión estaba llena de voces y sonidos caóticos. Jimin gritaba órdenes a sus hombres, cada vez más agitado. Su rostro estaba enrojecido por la frustración y el agotamiento. Cada vez que alguien llegaba con una actualización, su esperanza se renovaba brevemente, solo para desmoronarse cuando la noticia resultaba ser otra pista falsa.

—¡Encuentren algo! ¡Cualquier cosa! —exigía Jimin, su voz resonando en los pasillos mientras los hombres corrían en todas direcciones.

En un rincón de la sala, Nayeon observaba la escena con una mezcla de preocupación y cinismo. Aunque había mostrado una fachada de preocupación, su actitud se había mantenido distante y fría, lo que solo incrementaba la desconfianza de Jimin hacia ella. Sin embargo, en ese momento, Jimin no podía permitirse distracciones ni conflictos adicionales; su único enfoque era encontrar a Yoongi.

El tiempo seguía pasando, y la tensión en la mansión era bastante pesada. Jimin se sentó en una silla cerca de Hoseok, sus manos temblorosas mientras revisaba los informes de búsqueda. El silencio de la habitación era interrumpido únicamente por los sonidos ocasionales

 El silencio de la habitación era interrumpido únicamente por los sonidos ocasionales

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