3. Treinta y dos

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El segundo mes de embarazo de Yoongi fue especialmente difícil. Las náuseas eran constantes, debilitándolo tanto física como emocionalmente. Jimin estaba profundamente preocupado, observando cómo su amado esposo luchaba con el malestar. Esa mañana, después de que Yoongi apenas lograra levantarse de la cama, decidió quedarse en la habitación. Jimin lo había ayudado a acomodarse entre sus piernas, recargado en su pecho mientras lo abrazaba y le acariciaba la espalda con ternura.

—Vas a estar bien, cariño —susurró Jimin, tratando de calmar a Yoongi—. Dongming estará aquí pronto para revisarte.

Yoongi apenas asintió, su rostro pálido y sus ojos cerrados, disfrutando del consuelo que encontraba en los brazos de Jimin. Sabía que cualquier movimiento podría desencadenar otra ola de náuseas, y lo último que quería era tener que correr al baño otra vez.

De pronto, un suave toque en la puerta interrumpió el momento de tranquilidad.

—Adelante —dijo Jimin, su voz baja pero clara.

La puerta se abrió lentamente y Dongming entró en la habitación, caminando con la calma característica que tanto reconfortaba a Jimin. Se acercó a la cama y observó a Yoongi con una mirada experta, notando de inmediato su malestar.

—Hola, Yoongi —saludó Dongming, su tono amable—. Vamos a ver cómo estás hoy.

Yoongi apenas abrió los ojos, dándole una leve sonrisa como respuesta. No quería moverse, no quería alejarse del pecho de Jimin, donde sentía que el mundo no podía alcanzarlo con su crueldad. Dongming, comprensivo, comenzó a revisarlo con cuidado, sin obligarlo a cambiar de posición más de lo necesario. Tomó su presión, escuchó su corazón, y estudió cada detalle con atención.

—Luce un poco pálido —comentó Dongming mientras anotaba algunas observaciones—. Las náuseas están siendo más fuertes de lo que esperaba. Voy a recetar algunas comidas que deberían ser más fáciles para tu estómago, Yoongi.

Yoongi asintió con los ojos cerrados, sintiendo la caricia reconfortante de Jimin en su espalda mientras Dongming terminaba su revisión. Jimin miró al médico con preocupación en su expresión.

—Asegúrate de que Namjoon reciba la lista de alimentos —dijo Jimin con firmeza—. Quiero que las mujeres en la cocina se encarguen de prepararlo de inmediato.

—Entendido —respondió Dongming, guardando sus herramientas—. Estaré al tanto de todo, no te preocupes.

Cuando Dongming salió de la habitación, Yoongi volvió a acurrucarse contra Jimin, buscando refugio en el calor de su cuerpo. Jimin continuó acariciando su espalda, esperando que el descanso y la compañía pudieran aliviar en algo su malestar. Sin embargo, Yoongi comenzó a sentir nuevamente el malestar en su estómago, y antes de que pudiera controlarlo, se levantó rápidamente de la cama, corriendo hacia el baño.

Jimin lo siguió de inmediato, lleno de preocupación. Lo encontró arrodillado frente al inodoro, vomitando. Su corazón se rompió al ver a Yoongi tan frágil y vulnerable. Sin decir una palabra, Jimin se arrodilló a su lado, sujetando su cabello para mantenerlo alejado de su rostro, mientras su otra mano descansaba en su espalda, ofreciéndole apoyo.

—Lo siento, Yoongi —susurró Jimin con voz entrecortada—. Ojalá pudiera hacer más para ayudarte.

Yoongi respiró profundamente cuando las náuseas finalmente cedieron. Con la ayuda de Jimin, se incorporó y se enjuagó la boca. Se sentía débil y agotado, pero también agradecido por la presencia constante y amorosa de Jimin. Luego, ambos volvieron a la cama, pero esta vez, Yoongi no se acurrucó de inmediato. En su lugar, se abrazó a la almohada, sus lágrimas silenciosas mojando la tela mientras sollozaba en silencio.

—Tengo hambre… —susurró Yoongi entre sollozos, sus palabras llenas de desesperación.

El corazón de Jimin se contrajo al escuchar el dolor en la voz de su esposo. Se levantó rápidamente y se asomó por la puerta, buscando a alguien que pudiera ayudarlos. Donghae, estaba en su puesto en el pasillo.

—Donghae —lo llamó Jimin, intentando mantener la calma en su voz—, ve y dile a las mujeres en la cocina que no tarden con la comida. Es urgente.

Donghae asintió con seriedad y salió rápidamente para cumplir con la orden. Jimin cerró la puerta con cuidado y regresó al lado de Yoongi, quien todavía estaba en la cama, abrazando la almohada. Sin decir una palabra, Jimin se inclinó y comenzó a acariciar suavemente el pequeño vientre de Yoongi, un gesto que esperaba lo tranquilizara.

No pasó mucho tiempo antes de que escucharan un nuevo toque en la puerta. Jimin se levantó rápidamente y, antes de abrir, cubrió el vientre de Yoongi con la sábana para protegerlo de las miradas ajenas. Luego, abrió la puerta y tomó la bandeja de comida que le entregaron, agradeciendo con un leve asentimiento.

—Gracias —murmuró Jimin antes de cerrar la puerta y regresar a la cama.

Con cuidado, se acercó a Yoongi, ayudándolo a sentarse sin hacer movimientos bruscos.

—Aquí tienes, cariño —dijo Jimin con suavidad, acercando la bandeja—. Es caldo de pollo, sé que te gustará.

Yoongi miró el tazón con gratitud, aunque su estómago aún se sentía revuelto. Jimin le dio una pequeña cucharada, observando con alivio cómo Yoongi aceptaba la comida. Poco a poco, Yoongi comenzó a comer, tomándose su tiempo entre cada bocado, mientras Jimin lo alimentaba con cuidado.

—Estás haciéndolo muy bien —lo elogió Jimin, sonriendo con ternura cuando Yoongi logró terminar el tazón—. Ahora, bebe un poco de agua.

Yoongi obedeció, tomando un pequeño sorbo antes de sonreírle a Jimin con una expresión de cansancio pero también de alivio.

—Gracias, bonito… —murmuró, dejando que su cabeza cayera contra la almohada.

Jimin se inclinó para besarle la frente, sus labios rozando la piel de Yoongi con un cariño infinito.

—No tienes que agradecerme, amor —susurró Jimin—. Ahora, descansa un poquito, ¿de acuerdo? Estoy aquí contigo.

Yoongi cerró los ojos, dejando que la calidez del amor de Jimin lo envolviera mientras se entregaba al sueño. Jimin lo observó durante unos momentos más, acariciando su cabello con suavidad, antes de acomodarse a su lado, decidido a velar por su descanso. Aunque los días fueran difíciles, el amor que compartían les daba la fuerza para seguir adelante, sabiendo que juntos podían superar cualquier obstáculo.

Its definitely you - Jimsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora