1.Diecinueve

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La habitación de hospital estaba en penumbras, apenas iluminada por la tenue luz de los monitores que mantenían un vigilante ojo sobre Yoongi. El sonido constante y rítmico de las máquinas era el único indicio de vida en un ambiente por lo demás silente, donde el tiempo parecía haberse detenido en un abismo de angustia y desesperanza.

Jimin estaba sentado junto a la cama, agotado tanto física como emocionalmente, pero incapaz de alejarse. Habían pasado horas desde que había llegado a Japón, y cada minuto que pasaba parecía una eternidad. Su mente no dejaba de reproducir las palabras del médico, como un disco rayado que no podía apagarse. “Lesiones externas e internas… pérdida del bebé…” La culpa lo consumía, pero no se permitía caer en la desesperación completa. Tenía que estar allí, tenía que ser fuerte por Yoongi, aunque su propia alma se estuviera desmoronando.

De repente, un movimiento en la cama lo sacó de sus pensamientos. Yoongi comenzó a removerse, sus manos intentando moverse instintivamente hacia su vientre. Jimin se sobresaltó, su corazón latiendo con fuerza al ver que Yoongi estaba despertando, pero el alivio que inicialmente sintió fue rápidamente reemplazado por un terror creciente.

—Yoongi… —susurró Jimin, inclinándose hacia él mientras su voz se quebraba.

Yoongi comenzó a moverse con más fuerza, su rostro mostrando una mezcla de dolor y confusión. Sus ojos, apenas entreabiertos, estaban desenfocados, pero su respiración era irregular y pesada. Cada movimiento parecía empeorar su estado, los pitidos de las máquinas comenzaron a volverse erráticos, alertando a Jimin de que algo no estaba bien.

—Yoongi, por favor… no te muevas… —rogó Jimin, tratando de calmarlo, pero sabía que sus palabras no llegaban a Yoongi, que estaba atrapado en un torbellino de dolor físico y emocional.

El pánico comenzó a invadir a Jimin cuando los pitidos de las máquinas se volvieron más rápidos, alarmantes. No sabía qué hacer, cómo detener el sufrimiento de Yoongi. No quería que volviera a ser sedado, quería hablarle, decirle que estaba allí con él, pero el miedo a empeorar la situación lo paralizaba.

El personal médico entró rápidamente en la habitación, alertados por el cambio en los monitores. Uno de los doctores, con rostro serio pero determinado, se acercó a la cama mientras una enfermera tomaba a Jimin del brazo, intentando apartarlo para que el equipo pudiera trabajar.

—Tenemos que sedarlo nuevamente —dijo el doctor con firmeza, y aunque las palabras parecían dirigidas al equipo, eran también un aviso para Jimin, una explicación de lo que estaba a punto de suceder.

—No… no, por favor… —imploró Jimin, sabiendo que Yoongi estaba en un estado frágil, que sedarlo era lo mejor para evitar que se hiciera más daño, pero odiaba la idea de verlo sumergirse nuevamente en la inconsciencia, de perder la oportunidad de conectar con él, aunque fuera por un breve momento.

El doctor no dudó. Con movimientos rápidos y precisos, administró un sedante a Yoongi, quien apenas había comenzado a murmurar algo entrecortado, palabras ininteligibles que se perdieron en un suspiro cuando sus párpados se cerraron de nuevo. Los pitidos de las máquinas comenzaron a estabilizarse mientras el cuerpo de Yoongi se relajaba, volviendo a caer en un estado de calma forzada.

Jimin observó en silencio, sintiéndose impotente. Quería gritar, llorar, pero lo único que pudo hacer fue apretar los puños y quedarse quieto, viendo cómo el equipo médico se aseguraba de que Yoongi estuviera estable.

—Es lo mejor para él en este momento —dijo el doctor, notando la desesperación en los ojos de Jimin—. Su cuerpo ha pasado por demasiado, necesita descansar para poder sanar.

Jimin asintió lentamente, aunque en su interior el conflicto continuaba. No podía evitar sentir que había fallado una vez más. Había estado allí, tan cerca de Yoongi, pero al mismo tiempo tan lejos, incapaz de aliviar su sufrimiento.

Its definitely you - Jimsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora