Solo pasaron dos horas desde que Jimin y Yoongi discutieron los planes, cuando Jungkook envió un mensaje avisando que habían capturado al resto de los hombres de Ivanov y que ya estaban asegurados en la antigua casa de campo, un lugar apartado que la bratva utilizaba para las torturas y las negociaciones más delicadas. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de un anaranjado profundo que hacía la atmósfera aún más tensa.
Jimin se encontraba en su despacho cuando recibió el mensaje. Con su típico aire de eficiencia, se levantó de su silla, tomó su chaqueta de cuero negro y salió a buscar a Yoongi, quien estaba en el dormitorio terminando de prepararse.
—Ya los tenemos —le informó Jimin al entrar en la habitación.
Yoongi, que estaba revisando sus armas en la cama, levantó la vista, asintiendo con un gesto firme. Sin decir una palabra, se giró hacia el armario y sacó la ropa que solía usar para estas ocasiones: un conjunto de pantalones ajustados y una camiseta de cuello alto, todo en negro. A medida que se vestía, colocó estratégicamente varias navajas en compartimientos ocultos en su ropa, asegurándose de que cada arma estuviera al alcance de su mano en cualquier momento. También guardó una pequeña pistola en la parte baja de su espalda, oculta bajo la camiseta.
Mientras Yoongi se preparaba, Jimin abrió un cajón en su escritorio y sacó algo que guardaba específicamente para estas misiones. Caminó hacia Yoongi y, sin previo aviso, se lo colocó en el rostro. Era una máscara de tela que cubría completamente su cabeza, dejando solo al descubierto sus ojos. Jimin se tomó un momento para ajustar la máscara con cuidado, asegurándose de que Yoongi pudiera ver con claridad pero que nadie más pudiera identificarlo.
—No te alejes mucho de mí, y mantente alerta —dijo Jimin con seriedad, sus ojos fijos en los de Yoongi.
Yoongi asintió lentamente, bajando la máscara lo suficiente para darle un pequeño beso en los labios a Jimin, un gesto que calmó un poco la tensión que había comenzado a acumularse en el ambiente.
—Lo prometo —respondió Yoongi con suavidad.
Jimin lo miró con ternura y preocupación, inclinándose un poco para susurrarle al oído:
—Te amo.
—Yo también te amo, Jiminie —respondió Yoongi con un susurro cargado de emociones.
Tomados de la mano, ambos salieron de la mansión y se dirigieron al coche. Jimin manejó en silencio, su atención completamente enfocada en la misión que tenían por delante. En menos de diez minutos, llegaron a la casa de campo. Era una estructura vieja, rodeada de árboles altos que bloqueaban la vista desde la carretera. La brisa hacía crujir las ramas y el lugar tenía un aire de aislamiento absoluto, perfecto para lo que estaban a punto de hacer.
Cuando entraron, Yoongi tomó posición al lado de Jimin, quedando junto a Jungkook. En el centro de la habitación, cinco hombres estaban arrodillados, amordazados y con las manos atadas a la espalda. Tenían los rostros pálidos, con el miedo evidente en sus ojos, sabiendo muy bien que sus vidas estaban en peligro.
Jimin los miró, con una expresión que mezclaba frialdad y autoridad. Dio un par de pasos adelante, su presencia dominante llenando la sala. Con una voz firme, comenzó a hablarles.
—Sé que saben quién soy y qué represento. —Jimin pausó, observando las reacciones de los hombres—. Ivanov está muerto, y sus días de gloria han terminado. Ahora, tienen una opción: o se unen a nosotros, bajo nuestras reglas, o... —hizo una pausa, dejando que el silencio cargado de amenaza completara la frase—. O encuentran el mismo destino que su antiguo líder.
Minho, quien había estado observando desde un lado, se acercó y se dirigió a los hombres con la misma seriedad.
—La bratva y mi clan están aliadas. No tienen a dónde ir. Es en su mejor interés aceptar la oferta que se les está dando —añadió Minho, su tono de voz sin rastro de compasión.
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Its definitely you - Jimsu
FanfictionEn los oscuros y peligrosos bajos fondos de Moscú, Park Jimin, el despiadado líder de la temida bratva, gobierna con mano de hierro. Su fama de ser cruel, inhumano y letal con sus enemigos y traidores es bien conocida. Nadie se atreve a desafiarlo...