2. Catorce

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Cuando Jimin salió de la ducha, el agua tibia apenas había logrado aliviar la tensión en su cuerpo. Al abrir la puerta del baño, encontró la habitación en silencio, con Yoongi ya profundamente dormido. Se acercó lentamente a la cama, observando la expresión pacífica de su esposo mientras dormía. Con una suavidad que solo él sabía expresar, acarició la mejilla de Yoongi, sintiendo el calor de su piel bajo sus dedos.

—Lo siento... —susurró, aunque sabía que Yoongi no lo escucharía. Quería que sus palabras llegaran, aunque fuera a través de los sueños. Sabía que había manejado mal la situación y que su miedo a perder a Yoongi lo había llevado a sobreprotegerlo hasta el punto de causarle dolor.

Sin hacer ruido, Jimin se retiró de la habitación y descendió nuevamente hacia el despacho, donde sus hombres continuaban trabajando incansablemente. La noche había sido larga, y las horas parecían extenderse sin fin. Namjoon levantó la vista cuando Jimin entró.

—Hay una red que está dándonos problemas —informó Namjoon, su tono serio—. Jin ha intentado varias veces, pero parece estar muy bien protegida. Lo seguimos intentando.

Seokjin, que estaba sentado frente a varios monitores, lanzó una sonrisa cansada y levantó la vista.

—Pensé que te quedarías en la habitación con Yoongi. Tal vez debería haber hecho lo mismo con Namjoon —bromeó, intentando aliviar un poco la tensión que se respiraba en el ambiente.

Jimin negó con la cabeza, dejando escapar un suspiro.

—Yoongi está enojado —dijo, su voz cargada de frustración.

Un breve silencio siguió a sus palabras. Nadie quiso profundizar más en el tema, conscientes de la importancia de concentrarse en la misión. Sin embargo, la preocupación por la relación de Jimin y Yoongi flotaba en el aire, aunque no fuera el momento adecuado para abordarla.

—Volvamos al trabajo —dijo Jimin finalmente, desviando la conversación. Todos asintieron y se sumergieron nuevamente en sus tareas.

El tiempo pasó, y las primeras luces del amanecer comenzaron a filtrarse por las ventanas del despacho. Eran las siete de la mañana cuando Jimin decidió regresar a su habitación, esperando encontrar a Yoongi todavía dormido. Pero al abrir la puerta, vio a su esposo ya despierto, arreglándose con calma pero con una rigidez en sus movimientos que delataba su estado de ánimo.

—Buenos días, amor —saludó Jimin, tratando de sonar casual, esperando suavizar el ambiente.

Yoongi, sin embargo, no respondió. Su silencio fue cortante, y cuando Jimin intentó acercarse, Yoongi se alejó, eludiendo su toque. Con determinación, Yoongi salió de la habitación sin dirigirle ni una palabra, dejando a Jimin solo, envuelto en una mezcla de confusión y tristeza.

Jimin soltó un suspiro pesado, la frustración creciendo en su pecho. Se dejó caer en la cama, el cansancio de la noche sin dormir y la tensión emocional finalmente reclamando su cuerpo. Sabía que necesitaba dormir, aunque fuera un poco, para poder seguir adelante con lo que el día les deparara.

Mientras tanto, Yoongi se dirigió al campo de entrenamiento, donde los nuevos reclutas  estaban siendo instruidos. Chanyeol dirigía la sesión de entrenamiento. Los hombres, sudorosos y concentrados, ejecutaban las órdenes de Chanyeol con precisión. Entre ellos estaban Donghae, Leeteuk y Siwon, quienes recientemente se habían unido a las filas de la organización.

Al ver a Yoongi acercarse, Chanyeol detuvo el entrenamiento momentáneamente y se giró para presentarlo.

—Escuchen bien —dijo Chanyeol, su voz resonando autoritariamente—. Este es Park Yoongi, nuestro líder. Será mejor que presten atención porque tiene mucho que enseñarles.

Its definitely you - Jimsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora