2.Diez

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Al día siguiente, Jimin despertó relajado, el sol apenas asomándose por las cortinas. Giró la cabeza y miró a Yoongi, que dormía tranquilamente a su lado. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios mientras sentía un profundo agradecimiento por todo lo que su esposo había hecho y dicho el día anterior. Yoongi era su refugio en medio de la tormenta, su ancla en un mundo que a menudo parecía desmoronarse.

Jimin acarició con delicadeza la mejilla de Yoongi, disfrutando de la suavidad de su piel bajo sus dedos. Luego, con un gesto cariñoso, depositó un beso en la nariz de Yoongi, que se movió ligeramente en su sueño, pero no se despertó.

Con cuidado, Jimin se deslizó fuera de la cama, moviéndose con la gracia y la precisión de alguien acostumbrado a manejarse en silencio. Se dirigió al baño, donde se dio una ducha rápida, permitiendo que el agua caliente despejara cualquier rastro de cansancio que aún pudiera sentir. Salió del baño envuelto en vapor y, después de secarse, se vistió con su traje habitual, el uniforme de su doble vida: un esposo cariñoso para Yoongi y el temido líder de la bratva para el mundo exterior.

Antes de salir de la habitación, Jimin lanzó una última mirada a Yoongi, que seguía dormido. Una parte de él deseaba quedarse, disfrutar de la paz y la tranquilidad que solo Yoongi podía ofrecerle. Pero sabía que el deber lo llamaba, y que el mundo al que pertenecía no permitía esas indulgencias por mucho tiempo.

Bajó las escaleras y encontró a Jungkook y Namjoon esperándolo en el pasillo. Ambos lo saludaron con un asentimiento, conscientes de que, aunque Jimin aún llevaba la calidez de Yoongi en su interior, estaba nuevamente en modo líder.

—¿Listo? —preguntó Namjoon, su tono firme pero respetuoso.

—Sí, vamos al despacho —respondió Jimin, su voz ahora carente del suave tono que usaba con Yoongi. Este era Jimin el líder, la cabeza fría y calculadora que mantenía a todos a raya.

Se dirigieron al despacho, donde algunos de sus hombres ya estaban reunidos. Minho estaba al frente, su expresión seria mientras esperaba a que Jimin tomara asiento. Tan pronto como Jimin se acomodó, Minho comenzó su informe.

—Hemos identificado a un grupo de matones en la ciudad —dijo Minho, su voz firme—. Aparentemente, son remanentes de los hombres de Ivanov. Están desorganizados, pero siguen siendo peligrosos. Creemos que lo mejor es deshacernos de ellos o, si es posible, reclutarlos como aliados temporales para sacarles información antes de... eliminarlos.

Jimin asintió lentamente, procesando la información. Ivanov había sido un enemigo formidable, pero también era conocido por la lealtad de sus hombres. Los que quedaban, aunque pocos, podrían ser útiles si se manejaban correctamente.

—¿Qué sugieres, Minho? —preguntó Jimin, fijando su mirada en él.

—Primero, debemos localizarlos con precisión. Sabemos en qué zonas se mueven, pero necesitamos más detalles. Una vez que los tengamos, podríamos ofrecerles un trato. Si lo rechazan, los eliminamos. Si aceptan, los traemos aquí para interrogarlos. Pero debemos asegurarnos de que no puedan rastrear el camino hasta la mansión —explicó Minho.

Jungkook intervino, su rostro mostrando preocupación.

—Es arriesgado traerlos aquí, incluso con los ojos vendados. Si algo sale mal, podrían identificar la ubicación. Recomendaría un lugar neutral para el encuentro inicial.

Namjoon asintió, apoyando a Jungkook.

—Estoy de acuerdo. Podríamos usar una de nuestras propiedades menos conocidas como punto de encuentro. Algo que no esté vinculado directamente con nosotros, pero que podamos controlar por completo.

Its definitely you - Jimsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora