El aire estaba cargado de una mezcla de tensión y expectativa cuando Yoongi lanzó una mirada seductora hacia Jimin, sus ojos entrecerrados en un gesto que claramente tenía la intención de provocar.—¿A dónde vas a llevarme? —preguntó, su voz llena de insinuación.
Jimin soltó una suave risa, sacudiendo la cabeza mientras mantenía su mano firmemente unida a la de Yoongi. Había algo en su mirada, una resolución silenciosa que hizo que Yoongi se detuviera por un momento.
—Antes de cualquier cosa, antes de avanzar, antes de luchar… —comenzó Jimin, su tono más serio ahora—, quiero hacer algo por ti, amor.
Yoongi frunció el ceño, sin comprender completamente a qué se refería Jimin, pero asintió. Sabía que, fuera lo que fuera, tenía un significado profundo.
El viaje no fue largo, pero el silencio entre ellos estaba cargado de emoción. Jimin condujo hasta un lugar donde los árboles se alzaban majestuosos, sus ramas bailando suavemente con el viento. El ambiente era sereno, casi sagrado, y Yoongi sintió cómo su corazón se apretaba en su pecho, anticipando lo que estaba por venir.
Jimin aparcó el coche y, aún en silencio, salió del vehículo. Abrió la puerta de Yoongi, extendiendo su mano para ayudarlo a salir. Sin soltar su mano, lo guió por un sendero que los llevó a un pequeño claro, donde un árbol diminuto crecía con hojas verdes y tiernas.
—Ven —dijo Jimin suavemente, tirando de Yoongi hacia el árbol.
Caminaron juntos, lado a lado, hasta que finalmente se detuvieron frente al arbolito. Jimin se giró para mirarlo, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y resolución. Yoongi sintió que el aire se volvía más pesado, presagiando lo que estaba a punto de escuchar.
—Sé que ha sido difícil para ti, amor —comenzó Jimin, su voz temblando apenas perceptiblemente—. Lo ha sido para mí también, pero sé que para ti... —hizo una pausa, su mirada bajando momentáneamente—, ha sido aún más duro. Era nuestra bebé... nuestra pequeña.
Yoongi sintió cómo las lágrimas llenaban sus ojos, su corazón latía con dolor al recordar la pérdida que aún era tan fresca, tan cruda. Asintió, incapaz de hablar, dejando que Jimin continuara.
—Aquí... —dijo Jimin, señalando el pequeño árbol—, aquí yace nuestra pequeña.
Yoongi lo miró, y las lágrimas que había estado conteniendo comenzaron a deslizarse por su rostro. Se agachó lentamente, hasta quedar a la altura del árbol, y extendió una mano temblorosa para tocar las pequeñas hojas que brotaban de las ramas. El contacto era casi reverente, como si al tocar el árbol, estuviera tocando un pedazo de su bebé, algo que nunca había podido hacer.
—Jungkook... —Jimin comenzó, su voz rota por la emoción—, Jungkook hizo todo lo que pudo para que, aunque nuestra bebé no esté aquí físicamente, esté en este mundo. En este árbol.
Yoongi cerró los ojos, dejando que las lágrimas fluyeran libremente mientras sus dedos seguían acariciando las hojas. Cada una de ellas era un recordatorio de la vida que había perdido, pero también un testamento de su existencia, una promesa de que, de alguna manera, su bebé aún estaba con ellos.
El dolor era insoportable, pero al mismo tiempo, había algo profundamente reconfortante en saber que una parte de su pequeña había sido devuelta al mundo, creciendo en ese árbol. Era un pequeño consuelo, pero era suficiente para que Yoongi sintiera que, tal vez, algún día podría encontrar algo de paz.
—Gracias... —susurró Yoongi, su voz apenas audible, mientras las lágrimas seguían cayendo.
Jimin se agachó junto a él, envolviendo a Yoongi en un abrazo firme y cálido. No había palabras suficientes para expresar lo que ambos sentían en ese momento, pero el silencio compartido entre ellos hablaba por sí mismo. Era un momento de dolor, pero también de amor, un recordatorio de que, a pesar de todo, se tenían el uno al otro y podían apoyarse en su duelo compartido.
Estuvieron allí, abrazados junto al arbolito, hasta que el sol comenzó a ocultarse en el horizonte. La promesa de venganza y lucha aún pesaba en sus corazones, pero por un breve instante, todo lo que importaba era ese momento, ese árbol y el amor que ambos sentían por la pequeña vida que habían perdido.
.
Yoongi dejó un pequeño beso en una de las hojas del arbolito, un gesto lleno de ternura y despedida. Fue un beso suave, casi imperceptible, pero cargado de toda la tristeza y amor que aún llevaba en su corazón. Al separarse, sintió que una parte de su alma también quedaba ahí, junto a las raíces de aquel árbol que ahora albergaba el recuerdo de su pequeña.
Jimin, siempre atento, le ofreció una mano para ayudarlo a incorporarse. Yoongi la aceptó, sintiendo la calidez familiar que siempre encontraba en el toque de Jimin. A medida que se levantaba, sus cuerpos estaban tan cerca que podían sentir el latido acelerado del otro. Fue entonces cuando sus miradas se encontraron, una conexión silenciosa que habló más que cualquier palabra.
Sus sonrisas eran tristes, apenas curvando sus labios, pero también estaban llenas de comprensión mutua. Ambos sabían que este era un paso necesario, un momento que marcaba el comienzo de su avance, aunque el dolor persistiera en el fondo de sus corazones. La herida de la pérdida jamás se cerraría completamente, pero al menos, en ese momento, podían compartir el peso de ese dolor, apoyándose el uno en el otro.
—Siempre la amaremos —murmuró Yoongi, su voz suave pero firme. Era una promesa, no solo para sí mismo, sino también para Jiwoo y Jimin. La pequeña Jiwoo siempre sería parte de sus vidas, una presencia invisible pero constante que los uniría incluso más allá de la muerte.
Jimin asintió, su mirada volviendo al árbol por un breve momento antes de regresar a Yoongi. —Hasta que volvamos a encontrarnos con ella —respondió, completando la promesa. Sus ojos brillaban con una mezcla de determinación y dolor, pero también con un amor inquebrantable.
Sabían que el camino por delante no sería fácil. El dolor seguiría siendo una constante en sus vidas, una sombra que los acompañaría. Pero también sabían que no estaban solos en esa lucha. Se tenían el uno al otro, y aunque la pérdida de Jiwoo siempre estaría presente, habían decidido que ese dolor no definiría el resto de sus vidas.
—Vamos —dijo Jimin suavemente, tirando suavemente de la mano de Yoongi para sacarlo de su ensimismamiento.
Yoongi asintió, dejando que Jimin lo guiara de vuelta hacia el coche. Al subir, el silencio entre ellos ya no era tan pesado como antes. Había una nueva comprensión, una nueva resolución. Iban a seguir adelante, no porque quisieran olvidar, sino porque necesitaban honrar la vida de su pequeña de la mejor manera que sabían: viviendo y luchando por un futuro mejor.
Mientras el coche avanzaba por el camino de regreso, Jimin tomó la mano de Yoongi, entrelazando sus dedos con los suyos. Yoongi miró hacia afuera, viendo cómo los árboles pasaban rápidamente, pero su mente estaba anclada en el pequeño árbol que habían dejado atrás. Su hija siempre estaría allí, y en cierto modo, eso le daba la fuerza para seguir adelante.
—Jiwoo siempre será parte de nosotros —dijo Yoongi de repente, su voz apenas un susurro.
Jimin apretó su mano en respuesta. —Y nosotros siempre seremos parte de ella.
Ambos sabían que lo que venía a continuación no sería fácil. Había enemigos que derribar, venganza que buscar, pero lo harían juntos. Y aunque la herida de la pérdida nunca sanaría por completo, estaban decididos a enfrentarlo todo con la misma fuerza y amor que compartían. El dolor no sería el final de su historia, sino el motor que los impulsaría hacia adelante.
Y así, mientras el sol comenzaba a ponerse, Jimin y Yoongi, con el recuerdo de Jiwoo grabado en sus corazones, se prepararon para enfrentar lo que el futuro les deparaba, sabiendo que su amor, por muy herido que estuviera, siempre sería su mayor fortaleza.
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Its definitely you - Jimsu
FanfictionEn los oscuros y peligrosos bajos fondos de Moscú, Park Jimin, el despiadado líder de la temida bratva, gobierna con mano de hierro. Su fama de ser cruel, inhumano y letal con sus enemigos y traidores es bien conocida. Nadie se atreve a desafiarlo...