En los oscuros y peligrosos bajos fondos de Moscú, Park Jimin, el despiadado líder de la temida bratva, gobierna con mano de hierro. Su fama de ser cruel, inhumano y letal con sus enemigos y traidores es bien conocida. Nadie se atreve a desafiarlo...
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La mañana se había desenvuelto de manera rutinaria en la mansión, con Jimin atendiendo sus obligaciones como líder de la bratva y Yoongi disfrutando de un día tranquilo en su estudio, trabajando en algunos bocetos y planes para la habitación del bebé. La calma que había prevalecido durante los últimos días, alimentada por la devoción de Jimin y la estabilidad que Yoongi sentía al estar en su hogar, se mantenía firme, sin que ninguno de los dos sospechara que una sombra se cernía sobre ellos.
La reunión que Jimin tenía programada ese día era crucial, con varios de sus aliados y jefes de las facciones más poderosas de la organización presentes. Los preparativos habían sido minuciosos, con todos los detalles discutidos con cuidado por Jimin y sus hombres de confianza. La seguridad había sido reforzada, tanto dentro como fuera de la mansión, para asegurarse de que nada saliera mal.
Yoongi estaba al tanto de la importancia de la reunión, por lo que había decidido mantenerse alejado para no distraer a Jimin. Se había instalado en su estudio privado, una habitación ubicada en la parte trasera de la mansión, donde podía trabajar y relajarse sin preocuparse por las tensiones del mundo exterior. Con su mano acariciando suavemente su vientre, se dejó absorber por sus pensamientos, soñando con el futuro que los esperaba a él, a Jimin, y a su bebé.
Mientras tanto, la reunión de Jimin transcurría en uno de los grandes salones de la mansión. La atmósfera era tensa, con cada líder exponiendo sus puntos de vista y Jimin manejando la discusión con su característico control firme. Pero, a pesar de la importancia del momento, una inquietud se apoderaba de él de vez en cuando. Aunque sabía que Yoongi estaba a salvo bajo la protección de sus hombres, no podía evitar un sentimiento incómodo, una sensación de que algo no estaba del todo bien.
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En otra parte de la mansión, un hombre observaba desde las sombras, aguardando el momento perfecto para actuar. Había sido enviado con un objetivo claro: infiltrarse en la mansión y eliminar al elemento más vulnerable y preciado para Jimin. El intruso sabía que un golpe a Yoongi sería devastador para Jimin, que lo golpearía en lo más profundo de su ser, desestabilizándolo y abriendo una brecha en su imperio.
Aprovechando un momento de distracción de los guardias, el intruso logró colarse por una puerta trasera que daba acceso a los corredores más alejados del centro de la mansión. Se movió con sigilo, usando los planos que había memorizado, acercándose más y más al estudio donde Yoongi estaba concentrado en sus bocetos.
Cuando alcanzó el corredor que conducía al estudio, el intruso se detuvo un momento, asegurándose de que el camino estuviera despejado. Satisfecho de que no había nadie más cerca, comenzó a avanzar nuevamente, sus pasos casi inaudibles sobre la alfombra lujosa.
Yoongi estaba completamente ajeno al peligro que se acercaba. La tranquilidad que sentía en ese espacio, envuelto en sus pensamientos sobre el futuro, lo había llevado a bajar la guardia, confiado en que estaba a salvo dentro de los muros de su hogar. Estaba esbozando un diseño para la cuna del bebé cuando un ruido suave, casi imperceptible, captó su atención. Al principio, pensó que lo había imaginado, pero al alzar la vista, vio una sombra moverse por debajo de la puerta cerrada.
