Extra: Un Alto Precio

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Tiempo Anhelante: 4 horas.

Seth.

Mis sueños duran instantes, con facilidad regreso a la realidad.

Unas voces me despiertan, con el despertar la voces cesan, el silencio pone en duda si fueron soñadas o no. La habitación sigue igual, el único cambio es el de la hora.

Algo tuvo que cambiar para despertarme.

César está donde mismo, la única diferencia es la ausencia de la máscara de perfección. Está relajado y lo sé porque sus manos están en libre movimiento.

Debe ser agotador ocultar algo tan natural.

Una mano juega con su cabello, de tenerlo más largo podría enrollarlo en su dedo. La otra mano está sobre el escritorio, lo golpetea con los dedos como si usara una calculadora.

—Un juguetito te vendría bien para concentrarte.

No creo que sea una inseguridad, los tipos como César no tienen esos problemas, diría que es más bien un inconveniente.

Sea lo que sea, se queda quieto al oírme sin llegar a darme la cara.

—Los juguetes no me satisfacen, necesito algo más real.

Mi comentario es una sugerencia hecha desde una observación, no una burla, espero que no se lo tome como tal.

—Es una amistosa sugerencia.

—Lo sé —ríe a algo sin gracia —. Lo tendré en cuenta.

—Lo digo para que no obligues a tus manos a estar quietas.

En vez de girar la silla, mueve su cabeza en mi dirección, el limitado movimiento le permite observarme de reojo unos segundos.

—Tengo en mente algunas formas para no dejar mis manos quietas.

—Es bueno que tengas tus métodos.

Aún dándome la espalda me siento observado, no hay forma de que esté cómodo hablándome sin verme.

—¿Te he dicho lo mucho que adoro nuestras conversaciones?

Tiene que estarse burlando de mí.

—Nuestras conversaciones son insignificantes en su mayoría porque no me tomas en serio.

Lo escucho suspirar, la silla cruje con su movimiento.

Está harto de mí.

—Eres lo más serio que tengo en mi vida, Seth —contesta —. Nuestras conversaciones no son insignificantes, lo son todo. Las atesoro pues son lo único que tengo de ti.

Esta es otra de sus mentiras o sus distracciones. Da igual, hay asuntos de más importancia que sus mentiras.

—¿Algún avance?

—Habló de lo sucedido, cree que tú la atacaste.

—¿Le explicaron que la salvé?

Mis Víctimas #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora