92. Decisiones

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Narra Kiki

Me encontré sumida en una profunda reflexión sobre todo lo que había sucedido entre Violeta y yo. Las lágrimas seguían rodando por mis mejillas mientras me cuestionaba si había tomado la decisión correcta al empujarla lejos de mí o quizás si hubiera enfrentado a papá, lo cual no sería fácil. La regla estaba desde antes de que yo naciera y jamás aceptaría nuestro amor. Primero muerta antes que aceptar.

Recorrí en mi mente todos los momentos felices que habíamos compartido, la pasión que una vez ardió entre nosotras, y me pregunté si, de alguna manera, habría una oportunidad de recuperar lo que se había perdido. Pero también sabía que las diferencias y problemas de nuestros padres no habían desaparecido, ni desaparecerán de la noche a la mañana.

Mi corazón estaba dividido entre el deseo de volver a estar con Violeta y la conciencia de que quizás habíamos llegado a un punto sin retorno. Tomar la decisión correcta era un desafío que me atormentaba.

Me di cuenta de que, al menos, Violeta estaría a salvo del sermón y disgusto de su padre. Ella se ahorraría explicaciones y peleas, y tendría la oportunidad de ser feliz, pero a costa de nuestro amor. La confusión y la tristeza seguían siendo compañeras constantes en mi mente mientras buscaba respuestas en medio de la tormenta emocional en la que me encontraba.

En medio de mi conflicto interno, la puerta de mi habitación se abrió lentamente y entró mi mamá. Su voz sonaba suave pero firme.

Emma: Kiki, cariño, debes bajar. Te estamos esperando en el salón, tenemos que hablar.

Kiki: No quiero.

Emma: Kiki, debes bajar.

Kiki: Está bien.

Bajé las escaleras después de secarme las lágrimas, tratando de aparentar normalidad a pesar de mi corazón roto.

En el salón estaban mis padres y mis hermanos. Cuando entré, el ambiente se volvió tenso, como si el peso de la situación se hiciera evidente para todos. Me senté en el sillón libre y esperé en silencio a que alguien rompiera el hielo.

Finalmente, fue mi padre quien habló, dirigiéndose a mí con una mirada preocupada.

Josep: Queremos hablar contigo y entender lo que está sucediendo. – voz firme.

Kiki: Te escucho. – con el mismo tono que él, tal palo, tal astilla, ¿no?

Mis hermanos también tenían expresiones preocupadas en sus rostros. Estaba claro que esta conversación era inevitable y necesaria.

Josep: Quiero que delante de tu mamá y tus hermanos, vuelvas a decir lo que dijiste en el instituto. – mirándome desafiante.

Mi corazón se aceleró mientras enfrentaba la situación. Sabía que debía mantener el papel, ya que esta conversación que se avecinaba sería crucial para todos nosotros.

Josep: Te estamos esperando.

Kiki: Suspiré. – Papá, ya lo dije y lo volveré a repetir. Lo que Hódar fue un reto, una apuesta. Quería saber cuánto tiempo tardaría en enamorarse de mí, y vaya que solo fueron días y la tenía comiendo de mi mano. Fue fácil. – dije mirándolo. Mientras pronunciaba estas palabras, podía sentir la mirada inquisitiva de mi familia sobre mí.

Emma: Chiara, eso que hiciste fue insensible y cruel. Lastimaste a alguien de manera deliberada. – frunciendo el ceño.

Kiki: Lo sé, mamá, pero tenía que demostrar que podía conquistar a cualquiera. Hódar no es la primera ni será la última.

Mis hermanos intercambiaron miradas preocupadas, y mi padre permanecía en silencio, observando la conversación.

Emma: Te disculparás. Yo no te he criado así. Te mantuve lejos de la riña de tu padre con la hija de Juan Carlos, y ahora vienes y haces eso. Te vas a disculpar.

Josep: Emma...

Emma: Es el colmo. – saliendo de la sala con mis hermanos. Solo quedábamos los dos, mirándonos retóricamente, dos egocéntricos, dos orgullosos.

Josep: Debes demostrar que dices la verdad, que solo la usaste y que no la amas.

Kiki: ¿Qué más que mis palabras? – firme.

Josep: Kiki, necesito que me demuestres que no sientes amor por Violeta. Si puedes hacer eso, entonces creeré en ti.

Kiki: Claro que puedo, papá. Esas fotos son por el reto. Llamaré a los abogados para que las hagan bajar y tomen cartas en el asunto. No quiero que sigan circulando.

Josep: Vale, llámalos, ¿y qué más?

Kiki: Deja que piense qué hacer para demostrarte que digo la verdad.

Josep: Vamos a cenar mientras me cuentas del nuevo lanzamiento del coche. ¿Ya lo tienes o aún no? – caminando al comedor.

Kiki: Papá, he programado una entrevista para el lanzamiento del coche. Es una gran oportunidad para mí y para la empresa. – agradeciendo que cambiara de tema de Violeta a los coches.

Josep: Eso suena bien. Se me acaba de ocurrir una idea. Quiero que durante esa entrevista desmientas cualquier rumor sobre tu relación con Violeta. Que son montajes, especulaciones.

Kiki: Lo entiendo, papá. Haré lo que sea necesario para proteger nuestra imagen y demostrar la verdad. – mintiendo.

Al llegar al comedor, estaban mis hermanos. No dijeron nada; cenamos tranquilos. Papá se fue a dar una ducha y ahora tocaba la conversación con ellas. No debo romperme, si no todo se iría al traste, así que seguí.

Kiki: ¿Por qué esas caras? – para luego beber agua.

Jas: ¿Cómo pudiste hacer eso?

Kiki: ¿Hacer qué? – riendo.

Jas: Usar a esa chica. ¿Acaso eso nos enseñó mamá?

Kiki: Tú no sabes nada. – intentando no llorar.

Joey: Muy mal, eh, muy mal.

Emma: Kiki, eso estuvo mal.

Kiki: Lo sé, estuvo mal, lo acepto, pero es un Hódar y hizo daño a la familia.

Emma: ¿Cuántas veces te he dicho que eso no es tu problema? Es problema de tu padre y Juan Carlos.

Kiki: Ese señor atacó a papá a golpes luego de saber la noticia, la cual es mentira. No estoy como ella, solo fue algo que me propuse y lo conseguí. – dije sin acritud.

Emma: No estoy de acuerdo, pero bueno, al menos se le puso fin.

Kiki: Sí, bueno, creo que esto acaba de empezar.

Jas: ¿Es verdad o es mentira? ¿Y por qué tienes los ojos rojos?

Kiki: Porque extrañaré a mis amigos del instituto.

Joey: Invitamos a casa a ver películas.

Kiki: Suena bien.

Volví a mi habitación a volver a recordarla. Mi familia se comió el cuento. Ahora solo esperar a ver qué se me ocurre para que papa me crea al 100%. Esos días fueron difíciles; diría que el mes se pasó volando.

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