99. Abismo II

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Narra Kiki

*

Caí en un abismo, un abismo que lo tenía tan cerca y evitaba o caminaba por el filo, pero al final caí, caí y me destruí, destruí la coraza que tenía, el alcohol, que me la mencionen o todas las mínimas cosas que me llevan a recordarla, sí, las que me aventaron de cabeza y sin paracaídas. Entré en mi habitación, me dejé caer al piso y lloré como una niña pequeña, lloré e intenté retroceder el tiempo, intenté volver a aquel día. Quería parar, quería dejar de llorar, pero no podía. Había pasado ya un mes y unos días desde aquella tarde de lunes, donde por protegerla, por la rabia de oír a mi padre referirse así de su apellido, me llevó a decir eso para callarlo. Quiero protegerla, es mi tesoro, es... bueno, era Vivi.

Me seco las lágrimas y bajo por agua a duras penas. Al subir, encuentro a Jas con mi caja, mi caja de recuerdos de Vio, por lo que veo se ha despertado, seguro hice ruido.

Kiki: ¿Te desperté? —dije mirándola—. Disculpa si lo hice.

Jas: No, no te preocupes, iba por agua. —dijo, mirando las fotos de la caja.

Kiki: Bueno, ten. —dije, dándole el vaso que tenía yo.

Jas: ¿Y esto? —dijo, ignorando lo del agua.

Kiki: ¿Qué, el qué? —dije para luego tomar agua.

Jas: Estas fotos. —dijo, mostrándomelas.

Kiki: Ah, esas fotos... las voy a tirar. —dije sin mirarla a la cara.

Jas: Te oí llorar, bueno, todas las noches, desde ese día. ¿Por qué?

Jas es muy lista; tenía que sacarla del cuarto antes de que hiciera algo de lo que pudiera arrepentirme.

Kiki: Son cosas tuyas. —dije nerviosa.

Jas: No lo creo. Mírate, has estado bebiendo y luego has venido a llorar.

Kiki: Suelta esa caja, Jas, y sal de mi habitación. —dije cortante.

Jas: Te conozco, Chiara. Me voy, pero sabes que estoy a tu lado. —dijo, agarrando el vaso de agua para salir de la habitación—. Y gracias por el agua.

Kiki: ¡Espera! —dije rápido para evitar arrepentirme; necesitaba a mi hermana.

Jas: ¿Sí?

Kiki: Necesito que me escuches sin juzgar, ¿puedes? —le dije para luego mirar la caja.

Jas: Entiendo. —dijo sentándose en mi cama—. Te oigo.

No sabía cómo empezar. Jas miraba las fotos y sonreía, leía las notas y sacó el dibujo, el dibujo de mis ojos. Respiré hondo y ella me sacó de mis pensamientos.

Jas: ¿Son tus ojos? —dijo levantando la delicada hoja.

Kiki: Sí, ¿ a qué es el dibujo más perfecto que has visto? —dije, sentándome a su lado.

Jas: No son tus ojos. —dijo para luego mirarme. Mi cara expresaba confusión, extrañeza o molestia. Era un dibujo de mis ojos y ella decía que no.

Kiki: Sí lo son y no discutiré eso contigo. —dije, quitándole el dibujo.

Jas: Esos ojos muestran seguridad y felicidad, los tuyos no. —dijo para luego seguir mirando la caja—. Esos ojos son como los de estas fotos, se sienten vivos, llenos de felicidad, hasta del ego que tienes. Los tuyos no muestran eso, Kiki.

Kiki: ...

*

Jas me dejó helada con su respuesta. Mis ojos ya no estaban como los del dibujo, les faltaba algo, su brillo. A mí me faltaba ella, y esta niña lo había descubierto.

*

Jas: ¿Dirás algo?

Kiki: ¿Qué ves en las fotos? —le dije para luego entrar a cambiarme.

Jas: ¿Quieres la verdad o miento? —dijo cuando salí de cambiarme, levantando una ceja.

Kiki: La verdad. —dije, sentándome en el piso.

Jas: En esta foto veo a dos chicas enamoradas. —dijo sonriendo—. En la de aquí a mi hermana feliz, mira estos ojos, con los de aquí sí se parecen.

Jas: Y en esta, un amor sano, un amor bonito. Te veo en tu lugar seguro, Kiki. Con ninguna de tus parejas te vi así, y esto no se finge. —dijo mostrándome la foto—. En todas las fotos veo lo mismo, ¿tú no? —dijo levantando su mirada a mí.

*

Me rompí. Delante de mi hermana me di el derecho de llorar, de llorarle, de llorarle a Violeta, y me rompí.

*

Jas: ¿Algo que añadir?

Kiki: Jas, yo la amo. —dije sin más y Jas corrió a abrazarme—. Jas, me enamoré de ella, no me importa su apellido, no me importa lo que diga papá, yo me enamoré, me enamoré, no es solo un gusto, yo me enamoré. —dije llorando en los brazos de Jas.

Jas: ¿Y por qué le haces daño de esta manera? —dijo soltándome.

Kiki: ¿Hacerle daño? ¿Qué dices? Yo la dejé libre, para que sea feliz, para que no tenga problemas con su padre, para que no pase esto. Lo hice para protegerla, Jas, yo la protejo. —dije aún llorando.

Jas: Kiki, ponte en su lugar. Kiki, piensa un poco, ¿no crees que lo que dijiste dolió más?

Kiki: ... —Jas era directa, y su manera de psicología inversa había logrado que le dijera todo.

Jas: Cuéntame qué pasó ese día. —dijo secando mis lágrimas.

Kiki: Ese día... bueno, desde ahí no empezó... no puedo decirte eso... bueno...

Jas: Vale, entiendo. —dijo riendo.

Kiki: Nos enteramos de la noticia el domingo en la tarde, ese día estuve con ella, abrazadas, viendo películas de Harry Potter. —dije recordando—. El lunes salimos a clases, luego fuimos al jardín y ella me pidió ir a los dormitorios y yo no hice caso y me quedé. Me quedé y, de un momento a otro, mi mundo se vino abajo. Papá llegó con el abuelo, junto al padre de Vio, se dijeron cosas. Papá insultaba a los Hódar, y yo no iba a permitir eso. Estaba callada y dije eso para protegerla: que nunca me enamoraría de un Hódar y que fue fácil enamorarla para el reto. —dije llorando.

Jas: Ay, cariño. —dijo consolándome.

Kiki: Jas,... —dije llorando.

Jas: Dime.

Kiki: Esto queda aquí, no le digas a nadie. Vio va a superarme y yo haré el intento, te juro, pero esto queda entre las dos. —dije dejando de llorar.

Jas: Pero, Kiki,...

Kiki: Nada, no quiero problemas con papá.

Jas: Está bien. —dijo dándome las fotos.

Kiki: Jas,

Jas: Dime.

Kiki: Abrázame.

Jas me abrazó.

*

Kiki: El coche es un tributo a ella. —dije sin más y volví a llorar.

Del Odio Al Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora