126. Tiempo

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Dos semanas después...

Había pasado ya un tiempo, dos semanas desde aquel plan fallido...

*

Después de que Chiara saliera de esa manera del restaurante, tardó en comunicarse con Violeta, ya que no llegaba a casa. Nadie sabía dónde estaba. Ella sola regresó a casa; al llegar, ignoró a su padre. Con la única que hablaba era con Jasmine, ya que ella le ayudó a volver a hablar con Violeta. Josep seguía firme en su decisión de no permitir que su primogénita fuera novia de la hija de su enemigo. Esto consumía a su hija, la apartaba de él, y eso era algo que su esposa había notado.

Violeta, por otro lado, también experimentaba un torbellino de emociones. Después de que Chiara saliera del local, ella se quedó con Josep atónito y sorprendido. Aunque su suegro lo negara, compartía el mismo sentimiento que Violet: el dolor por la huida de Chiara.

Los días pasaron y la ausencia de Chiara la dejaba preocupada y ansiosa. Intentó comunicarse, pero las llamadas y mensajes quedaron sin respuesta. La incertidumbre nublaba su mente, y la esperanza de que Josep se había salido con la suya se volvía más frágil con cada día que pasaba.

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En la casa de Chiara, después de cuatro días desaparecida, Jasmine se convirtió en el puente de comunicación entre ambas, tratando de sanar las heridas causadas por la tormenta familiar. La lealtad de Jasmine a su hermana la llevó a intervenir, buscando una solución de comunicación entre Chiara y Violeta nuevamente.

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Emma, por su parte, observaba con tristeza la brecha creciente entre Josep y Chiara. Intentaba mediar, pero la firmeza de su esposo complicaba cualquier intento de reconciliación. La preocupación materna la impulsaba a encontrar una solución que permitiera a su hija encontrar la felicidad, incluso si eso desafiaba las antiguas rivalidades familiares.

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Por otra parte, Susana consolaba a su hija. La notaba triste, alejada de su padre, no estaba comiendo bien y no volvía los fines de semana a casa. Eso la angustiaba a ella y a Juan Carlos, quien pensaba mucho en ese día. Le daba vueltas al asunto, analizaba todo lo que pasó, pero seguía en su decisión: Violeta no debía estar con Chiara.

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Mientras tanto, Chiara enfrentaba sus propios demonios internos. La decisión de distanciarse de su padre la afectaba más de lo que anticipaba. Violeta había decidido mantener firme su posición en no hablarle a su padre. Aunque él no fue tan duro como el padre de Chiara, pudo haber ayudado a que eso se solucionara, y eso no se lo perdonaba.

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El destino de estas relaciones dependía en un delicado equilibrio, y el paso del tiempo solo añadía capas a la compleja trama de emociones. La pregunta persistente era si el amor y la comprensión finalmente prevalecerían sobre las barreras familiares y el conflicto arraigado.

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Por otro lado, los chicos seguían preocupados, angustiados y tristes. Su plan había fallado y las chicas estaban tristes. Sus amigas, que les habían enseñado lo que era un amor sano, estaban sufriendo, y todo por riñas del pasado.

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Narra Kiki

Después de salir del restaurante, me fui a un hotel. Tire mi móvil y cualquier cosa con la que pudieran encontrarme. Mi padre me había dado la espalda. Pensé que el plan funcionaría y falló. No iba a permitir que me alejara del amor de mi vida. Ya la había perdido una vez y no dejaría que eso pasara de nuevo.

Así que estuve en el hotel por cuatro días. Al volver a casa, mi madre me abrazó y lloró. Le conté lo sucedido y me dio a entender que no apoyaba a mi padre. Mientras tanto, intenté comunicarme con Violeta. No quería que pensara que la dejé. Así que Jasmine me ayudó. Me comunicaba con ella a través del móvil de Jasmine, el de Salma o el de Martín. Todos ayudaban a que me comunicara con Violeta. La situación y la presión estaban más latentes.

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Narra Vio

Después de ver a Chiara salir del restaurante, lloré y vi llorar a mi suegro. Compartíamos el mismo dolor. Nuestra niña nos había dejado en una incertidumbre total. Aunque él se hizo el duro y se fue, yo me quedé con Denna y los demás esperando respuesta. Al salir, después de 30 minutos, mi padre seguía allí, pero evité hablarle. Aunque él no fue como el papá de Chiara, pudo haber ayudado a que esto no acabara así.

Los días posteriores fueron un infierno. Chiara no daba señales de vida y eso me angustiaba. Nadie sabía nada de ella. Todos estábamos pendientes del móvil, esperando algún mensaje o llamada, pero nada.

Pasaron cuatro días desde aquel suceso y recibí un mensaje.

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WhatsApp Jasmine.

Kiki: Hola, amor, es el número de mi hermana.

Vio: Kiki, estoy preocupada. ¿Dónde has estado?

Kiki: Pensando. Ya volví a casa. Te amo y quiero verte.

Vio: Y yo, ¿es segura esta línea?

Kiki: Es de Jasmine, así que sí. Mi padre ignora a todos, así que no sospechará, bueno, hasta que corra a comprar un móvil nuevo. Te amo.

Vio: Jo, te extraño y te amo.

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Y así pasamos las dos semanas comunicándonos por el móvil de Jasmine, Martín o Salma.

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El dilema persistía, pero entre lágrimas y confesiones, Chiara y Violeta decidieron enfrentar juntas las adversidades.

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