Del Odio Al Amor

112. Confesiones

Al conectar mi mirada con la de Vio, vi sus ojos tristes, llenos de lágrimas. Su mirada estaba cargada de sentimiento y mi corazón no pudo más. Me escapé de mi muralla para abrirle mi corazón y hablar con sinceridad, porque no podía verla así. Sus ojos pasaron por mí y me derrumbé a sus pies.

Le dije la verdad que vino a buscar. Me conoce y sabía que mentirle a esos ojos marrones no podría. Hablé con el corazón en la mano y mirándola.

Kiki: Sí, y porque oír a mi padre insultarte, sé que a ti no fue, pero a tu apellido me llenó de miedo, coraje y frustración. Pero te amo. —secándole una lágrima del rostro.

Vio: Yo también te amo. Ya ves que no fue una estupidez venir a verte. —sonriendo.

Kiki: Pero debes irte, Violeta. —apartándome de ella—. Debes irte.

Vio: No me iré. —negando con la cabeza.

Kiki: Violeta, te amo. Por eso te dejo libre. Sé feliz, olvídate de mí, busca a alguien que no tenga problemas con tu familia, a quien puedas presumir en redes, a quien puedas presentar en casa. Baby, be happy. —mirando sus ojos tristes—. Be happy, Vio, te mereces lo mejor.

Vio: No importan los problemas de nuestras familias, Kiki, no me importa. Me importa que tú me quieras. No quiero a nadie más que a ti, ¿me entiendes? —acariciando mi mejilla—. Dime que entiendes eso. Mi felicidad está contigo. Este mes ha sido un infierno sin ti. Si me merezco lo mejor, lo mejor eres tú. Por eso lucharemos juntas, ¿ok? —mirándome a los ojos.

Kiki: ¿Por qué eres perfecta? —sonriendo.

Vio: ¿Por qué, sí? —riendo.

Kiki: ¿Y ahora qué? —nerviosa por su respuesta.

Vio: Si realmente me amas, estoy dispuesta a intentarlo de nuevo. Estoy dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo si eso significa que estaremos juntas, Kiki, juntas. —dándome un pequeño golpe en la cabeza cuando recalca la palabra "juntas".

Kiki: ¿Y eso qué? —peinándome.

Vio: Eso es por decir mentiras. —indignada—. Y esto es por decirme fácil. —dándome otro golpe.

Kiki: Ay. —quejándome.

Vio: Estoy dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo a tu lado, Kiki. No importa lo que venga, lo superaremos juntas. —dándome un tierno beso en la mejilla.

Kiki: Mmm. —quejándome.

Vio: ¿Qué pasa? —alzando una ceja.

Kiki: ¿En serio?

Vio: Ya sé lo que quieres y la respuesta es no. —alejándose de mí.

Kiki: ¿Segura? —mirándome de forma retadora.

Vio: A ver, Oliver, ¿quieres que te bese después de que dijiste delante de mi padre que fui un reto personal para ti, que fui fácil, y que saliste en televisión a decir que nunca estarías con un Hódar? Te alejaste de los chicos, vengo aquí y me dices que es una estupidez, y a gritos te saco la ver... —no la dejé terminar porque me acerqué a ella y la besé.

Fue un beso lento que, después de un mes separadas, fue como una explosión de emociones contenidas durante demasiado tiempo. Fue un momento de reencuentro en el que sus labios y los míos se unieron con una intensidad abrumadora.

Nuestros labios se encontraron con urgencia, como si estuvieran recordando el sabor y la sensación del amor que habían compartido. Fue un beso cargado de pasión, un abrazo de almas que habían anhelado estar juntas nuevamente.

Vio: ¿Y eso? —sonriendo después del beso.

Kiki: No te callabas, así que tuve que hacer algo. —dejando un beso en su frente.

Vio: Eso fue la mejor respuesta que podía haber esperado. —abrazándome.

Kiki: No podía soportar más tiempo sin besarte, Violeta. Tus labios me llamaban, baby. Te amo más de lo que puedes imaginar y haré todo lo posible para hacerte feliz. Diga lo que diga, no te vayas de mi lado, ¿ok?

Vio: Prométeme que no te volverás a alejar. —separándose de mis brazos.

Kiki: Me has demostrado que nuestro amor es más fuerte que cualquier obstáculo. Y estoy lista para luchar por nosotras, sin importar lo que venga. —volviendo a dejar un beso en su frente.

Vio: Kiki, te creo y estoy dispuesta a luchar contigo. Pero necesitamos enfrentar todos estos desafíos juntas. Si tienes miedo, me lo dices antes de actuar por tu cuenta.

Kiki: Lo sé. Estoy aquí a tu lado y ya no me iré. Enfrentaremos todo esto unidas. —acariciando su cabello—. Escucha cómo late mi corazón. Late así por ti, porque viniste y derribaste esa muralla que lo ahogaba. Escucha. —poniendo su mano cerca de mi corazón.

Vio: Eres mi fortaleza, Kiki. Te amo más de lo que puedo expresar.

Kiki: Y yo te amo a ti.

Volví a mirar a Vio a esos ojos bellos que me enloquecían. Ya no estaban tristes; ahora tenían ese brillo que me gustaba y tenerla cerca me devolvía la paz. Me sentía segura y protegida a su lado. Su presencia era como un bálsamo para mi alma herida.

Vio me sonrió con ternura, como si pudiera leer mis pensamientos, y acarició mi mejilla.

Vio: Kiki, juntas superaremos todo, lo sé. Nuestro amor es fuerte y ahora estamos más unidas que nunca. Ya ves, no fue una estupidez venir hasta aquí.

Kiki: Tienes razón. Será difícil, pero nada ni nadie podrá separarnos.

Vio: Ni tú diciendo tantas mentiras ni nuestros padres. —dejó un corto beso en mis labios—. Eres mi refugio, mi amor.

Continuamos abrazadas, sintiendo la calidez y la fortaleza de nuestro amor. El futuro era incierto, pero estábamos dispuestas a enfrentarlo juntas, sin importar los obstáculos que se interpusieran en nuestro camino.

Vio: ¿Aún quieres que me vaya? —soltándose de mi abrazo.

Kiki: No. —haciendo un puchero.

Vio: ¿No? —sonriendo.

Kiki: No, no quiero que te vayas. Quiero que te quedes a mi lado, siempre. —haciendo un puchero.

Vio: Esa es la respuesta que esperaba. —me abrazó de nuevo con cariño.

Kiki: No puedo soportar la idea de alejarte, Violeta. Eres todo. Estos meses fueron difíciles. Mi única esperanza era saber que no te metí en problemas con tu padre y que eras feliz.

Vio: Y tú eres el mío. Qué loca idea la tuya. Cuando pasó lo que pasó, mi mundo se derrumbó. ¿Feliz? No estaba, cariño.

Kiki: Perdóname. —puchero—. Pero no te vayas, ¿sí?

Vio: Te perdono, pero si me das un beso de esos que me callan. —riendo.

Kiki: Lo que diga la jefa. —acercándome a ella y abrazándola para envolver sus labios en un beso.