111. A los ojos

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Narra Kiki

Empezó a llover y no iba a dejar que Vio se mojara y se enfermara, así que seguí con el papel de que no la quería ver y que tenía que evitar que la vieran. La hice entrar a la casa, le pasé una toalla y me senté en el sofá, para evitar mirarla a esos ojos que me enloquecen. Seguía firme en mi papel, y ella me exigía y me gritaba que la mirara.

La lluvia seguía cayendo con fuerza, y aunque me esforzaba por mantener mi distancia emocional, no podía evitar preocuparme por Vio. Desde el sofá, evitaba mirarla directamente, sintiendo la tensión en la habitación aumentar. Tomé valor y levanté la mirada un poco, esquivando sus ojos, y le dije lo que ya había dicho anteriormente, para que ella se fuera y pudiera ser feliz. Se lo dije y volví a mi posición de evitar mirarla; sabía que si la miraba, perdería el control y no me lo iba a permitir. Ya había tomado la decisión de protegerla y eso seguía haciendo.

Vio: Con voz temblorosa. —Chiara, entiendo que no me ames, pero merezco que me lo digas a la cara.

Kiki: Suspirando. — Está bien, Violeta.

Finalmente, me giré para enfrentarla. — No te amo, y nunca lo haré. Estoy segura de lo que siento... —pero esquivando sus ojos.

Vio: Mírame a la cara, joder —gritando—. ¡Cobarde!

Kiki: ¡Que te vayas! —gritando.

Vio: Quiero que vuelvas a decir todo lo que has dicho. No mevalen las excusas; quiero que vuelvas a decir lo que dijiste delante de nuestros padres y en la cadena nacional.

Kiki: ¿Que te usé? —dije levantando la mirada, pero aún seguía sin verla.

Vio: ¡A LOS OJOS, CHIARA! —gritando.

Kiki: ... Joder —gritando.

Vio: Chiara, no puedes evitar mirarme para siempre. Si has decidido que esto se acabó, al menos ten el valor de enfrentarme —hablando con determinación y caminando hacia donde me encontraba sentada. Sentí que mi corazón latía más rápido y mis nervios aumentaron. Hice un intento en vano de pararme.

Vio: ¿Qué te pasa? —gritando.

Kiki: ...

Vio: ¡DÍMELO!

Kiki: Quiero que te vayas. No me da la gana, ya te lo dije, vete de aquí —esquivando su mirada.

Vio: A mala hora me enamoré de ti.

Oírla decir eso hizo que empezara a llorar.

Kiki: Violeta, por favor, entiende que esto es lo mejor para ambas —me sequé una lágrima disimuladamente.

Vio: Si quieres que me vaya, dímelo y me voy —firme en su palabra.

Respiré profundo y alcé la mirada. Era hora de enfrentar esto y hacerlo por su bien.

Vio: ¿Chiara?

Kiki: No lo vas a entender —mirándola a esos ojos que me enloquecen, esos ojos que estaban con lágrimas.

Vio: ¿Entender? —confundida.

Kiki: No puedes entender porque... porque esto me está destrozando, Violeta. Lo que teníamos, lo que compartíamos, era demasiado intenso —grité.

Vio: ¿De qué hablas?

Kiki: De nosotras, de mis sentimientos por ti. No puedo... no quiero que sientas lo que siento, así que vete de mi casa, vete de Menorca y sigue tu vida —grité y aparté la mirada.

Vio: Chiara, yo te amo, y estoy dispuesta a enfrentar lo que sea necesario para estar contigo. Pero necesito saber si todavía hay una oportunidad para nosotras.

Chiara se quedó en silencio por un momento, mirando al suelo.

Al decirle eso sentí un dolor en el pecho. Sentí que ponía una de sus manos en mi hombro y sentí calma, pero me alejé de ella y me senté en el sofá.

Kiki: ¿Quieres algo de tomar?

Vio: Quiero que me digas si todo lo que dices es verdad y para eso quiero que tus malditos ojos me miren —gritó con determinación.

Finalmente, cedí y me encontré con la mirada de Violeta. En sus ojos vi una mezcla de amor y dolor que me resultaba insoportable. No pude más y levanté la mirada, la miré a los ojos y grité la verdad. Luego caí.

Kiki: ...

Vio: Ahora que me miras, dímelo y me voy —firme, secándose una lágrima.

Kiki: No me gusta que llores —mirándola.

Vio: ¿Qué?

Kiki: Que no me gusta que llores... —respirando hondo.

Kiki: Violeta, te odio, odio que me gustes tanto, pero lo nuestro no puede ser. No puedo permitir que sufras por los problemas de nuestras familias, así que vete de Menorca, busca a alguien y sé feliz, mi amor, sé feliz —dije en un tono de voz firme y entrecortado que me dejó caer en el sofá.

Vio: ¿Qué dices? —con lágrimas en los ojos.

Kiki: Que te amo —grité.

Vio: ¿Me amas, Chiara? —mirándome a los ojos—. Entonces, ¿por qué dijiste todas esas cosas? —acercándose a mi lado.

Kiki: Violeta, entiendo que esto te cause dolor, pero necesito que comprendas por qué dije esas palabras. Te amo, más de lo que puedo expresar. Dije esas palabras para protegerte, porque sabía que estar contigo te traería problemas con tu padre. Decidí hacer eso para que él crea que fuiste parte de un engaño mío y no te culpe, para que te deje en paz y seas feliz. Pero eso no cambia el hecho de que mi amor por ti es real y profundo.

Vio: ¿Estás diciendo que dijiste esas cosas por miedo? —agarrando mi cara con sus manos.

Kiki: Sí, exactamente. Tenía miedo de lo que podría pasar si le decía a tu padre y al mío que estoy enamorada de ti —intentando bajar la mirada, pero ella no me dejó.

Vio: ¿Chiara, me estás diciendo que me hiciste pasar por un infierno emocional con esas palabras solo porque no querías que mi padre me metiera en problemas? —dio un suspiro de alivio.

Kiki: Sí, y porque oír a mi padre insultarte, sé que a ti no fue, pero a tu apellido, me llenó de miedo, coraje y frustración. Pero te amo —secándole una lágrima del rostro.

Vio: Yo también te amo. Ya ves, no fue una estupidez venir a verte —sonriendo.

Kiki: Pero debes irte, Violeta.

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