CAPÍTULO 4 - POR: Isabella Johnson.

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Después de cerrar la puerta, respiro profundo y regreso a la sala, Rose está con su teléfono en la mano y no puedo evitar que las lágrimas me delaten, ¡tengo sentimientos encontrados!, si todo estuviera bien con Alexander, habrían sido de felicidad y emoción.

—¡Por Dios Bella!, ¿qué ocurre? —Me pregunta viniendo a mi encuentro, se sienta conmigo en el sofá, y de la cartera saco los documentos que me dio la doctora y se los entrego—. Estas son unas ultras, tienes alguna enfermedad, ¿qué ocurre? —me pregunta preocupada, revisando los demás documentos, encuentra la prueba de embarazo y me dice—. ¡Prueba de embarazo positiva! —exclama sorprendida.

—¡Estoy embarazada! —le confirmo, cubriéndome el rostro.

—Bella por Dios, ¿cómo pasó esto?, no, no me digas, ¡ya sé! —se corrige ella sola—. Quiero decir que porque tiene que ocurrir, ¡justo en este momento!

—No sé, parece que es el destino dándole la razón a Alexander, ¡de que no lo podré olvidar nunca!

—¡Pero si te ha estado viniendo el periodo!, —me recuerda viendo la prueba, como si ella tampoco pudiera creer que es real.

—¡Y eso no es todo!, voy a tener gemelos —le cuento riendo, pero llorando a la vez, mientras me cubro la boca con la mano, para evitar gritar.

Rose que se ha puesto de cuclillas frente a mí, se queda pálida y sin habla, y se deja caer sentada en el suelo.

—¡Ese idiota las preñó a las dos!, —exclama sorprendida—. ¡Qué hijo de puta bien hecho! —Dice, ahora cubriéndose ella la boca con las manos—. ¿Olvidaste ponerte la inyección? —me pregunta abriendo mucho los ojos.

—No, siempre fui muy cuidadosa, ¡por eso no me esperé esto! —le respondo.

—En ese caso, ¡hay que cortarle el pito a ese cabrón! —dice simulando una tijera con los dedos, folló con la puta esa, ¡y no se pudieron proteger!

—Sabes en qué condiciones se dieron las cosas, tampoco es como que fueran preparados —defiendo a Alexander.

—¡Cómo sea!, la cuestión es que la mustia esa, tiene que estar feliz por quedarse con el trofeo.

—Ella también fue víctima Rose —le recuerdo.

—Sabes lo que pienso al respecto, y esa mosquita muerta, ¡nunca ha sido santo de mi devoción! —dice inspeccionando la ultra.

—Prácticamente, lo lancé a los brazos de ella, por el bienestar del niño que esperan, sin tener la menor idea de que yo también tendría a dos personitas que lo van a necesitar.

—No te preocupes, estaremos bien, no estás sola en esto, ¡así que ánimos amiga!, veamos el lado positivo y pensemos en que tenemos una habitación que decorar —me dice levantándose del piso y sentándose a la par mía para abrazarme—. Además, me parece que Patrick está siendo muy atento contigo, ¡para mí que le gustas! —sugiere.

—No estoy interesada en involucrarme en otra relación en estos momentos, y mucho menos con dos bebés en mi vientre —le respondo—. Y ¡dudo que un hombre esté interesado en echarse al hombro semejante carga!

—Tus bebés y tú, ¡no son ninguna carga!, y estoy segura de que le gustas, y a lo mejor quiere ser el padre de estas ternuritas —dice señalando mi vientre.

—El padre de mis ternuritas, ¡se llama Alexander! —le respondo.

—¿Piensas contarle? —Me pregunta—. Aunque sea para amargarle la vida a esa mosca muerta —me comenta.

—También se la amargaría a él, y para ser honesta, aun con dos hijos de él, no estoy segura de poder tolerar que tenga que compartirlo con Eliana y su hijo.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora