CAPÍTULO 16 - POR: Isabella Johnson

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Los próximos días, todo es una locura, entre escoger mi ropa de novia, la decoración que utilizaremos, invitar a mis papás, a Erick y a Jess, a Irina le cuento que voy a casarme, pero obviamente no puede acompañarme, porque a ocho días de su boda está que es una loca, con tanto por hacer. Solo le pido que no le cuente a nadie, que no queremos hacerlo público aún.

Mamá y Jess, al igual que las mujeres de la familia de Patrick, se vienen en cuanto les contamos, y nos ayudan con la organización, le decomisan el apartamento a Patrick y se aloja ahí mi familia, al pobre le toca irse a la casa de sus papás, por lo que solo nos vemos en el trabajo y por las noches en cortos espacios.

El muy ingrato, se aprovecha de mí y cada vez que puede me enciende y me deja con gran calentura, ando como si fuera subirme por los muros del edificio, no he podido dormir, pero no es de los nervios por casarme, sino que a causa de la frustración sexual que mi futuro esposo me ha sometido.

El jueves programo un viaje a los Alpes, y me paso allá todo el día supervisando los avances, sobre todo, porque no quiero que quede nada pendiente para los días que estaré en Seattle, incluso los permisos de construcción tienen que quedar listos.

Después de que almuerzo con los chicos, me voy a la oficina que usualmente utiliza Patrick y me recuesto en el sofá, ¡no tardo en quedarme dormida!

De pronto me veo acostada en traje de baño, sobre la proa de un yate, eso me hace relacionar la situación con Alexander, pero no hay nadie cerca de mí, solo un hermoso día, una rica brisa y el suave sonido de las olas, al ir y venir; trato de ver hacia adelante y me es imposible por mi enorme barriga, me pongo a reír y acaricio a mis nenas, todo es paz y tranquilidad aquí.

De pronto siento unas manos que comienzan a acariciar mis pechos, y presionan mis pezones, intento abrir los ojos, pero el sueño es muy pesado, y la sensación electrificante que recorre mi cuerpo, hace que los presione manteniéndolos cerrados, con diestras manos, recorren mi cuello, y bajan acariciando mis pechos nuevamente.

Gimo del placer que comienzo a sentir, las manos continúan su camino por mi abultado vientre, y unos labios lo besan con su lengua rosando, aprieto las piernas, porque el deseo va en incremento, esos dedos no se quedan quietos y llegan hasta mi entrepierna, acariciando mi centro por encima de la braga.

Las caricias son persistentes en esa zona tan sensible, y mi piel se escalofría, preparándose para recibir ese exquisito placer, me retuerzo y quiero más, pero no logro ver quién es el que me está dando tanto placer, me asusto de inmediato pensando en que no sea Patrick, estamos por casarnos, ¿cómo le haría esto?

La imagen de Alexander me viene a la mente, pero trato de borrarla de inmediato, ¡imposible!, él ni siquiera debe de recordarme, si se casó a días de que rompiéramos nuestra relación, ¡qué importancia puedo tener para él!

Esas manos se me hacen conocidas, tiene que ser Patrick, ¿quién más podría ser?, mi cuerpo solo lo conocen él, y Alexander, ¡y Alexander definitivamente no es!

—Patrick —digo gimiendo y retorciéndome, segura, de que es él.

Al tiempo que escucho que tocan la puerta, no hago caso en un principio, porque sé que estoy por llegar, solo necesito un poco más de presión, el sonido en la puerta no deja de insistir, así que termino cediendo y abro los ojos, para descubrir que estoy sola, y con un cojín entre las piernas. Una de mis manos está sobre el sofá y la otra sobre mi vientre, pero la sensación en mi entrepierna es palpable.

Lo compruebo cuando intento incorporarme del sofá, y fricciono las piernas gimiendo, por la sensación que eso me genera, quien sea que está tocando no deja de hacerlo, lucho por levantarme hasta lograrlo. Me siento atarantada y no sé, ni cuánto tiempo dormí, afuera se escuchan voces y cuando abro, me encuentro a un Patrick preocupado, con la encargada del hotel entregándole unas llaves.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora