CAPÍTULO 36 - POR: Isabella Johnson

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—Igual me siento yo —dice acariciándome con ternura—. ¿Te sientes mejor?

—Sí, perdona, que haya llorado por él, pero me dolió mucho verlo feliz con su otro hijo, mientras el cuerpo de Angie ni se ha terminado de enfriar.

—Es comprensible, llora todo lo que tengas que llorar, pero reponte y continúa con tu vida, ellos y yo te necesitamos al cien nuevamente —me pide

Con esa conversación terminamos mi capítulo de llanto tras llanto, amo y amaré por siempre a mi hija y no la olvidaré, la llevé por siete meses en mi vientre y me duele que no podré verla correr junto a sus hermanitos; pero voy a concentrarme en disfrutar cuando ellos lo hagan, y a Patrick voy a compensarlo por todo su amor y dedicación a nosotros.

Al día siguiente dejan ir a casa a Mateo, así que nos vamos los tres, bueno, los cuatro, porque Patrick no se ha separado de nosotros para nada.

Según la recomendación de la doctora, tenemos que esperar a que los niños tengan al menos cuarenta días para someterlos a viajes tan largos, y que no es recomendable que viajen en avión hasta después de seis meses.

Y como Patrick se toma tan en serio la seguridad, ya determinó que nos regresaremos por vía terrestre, ¡pero cuando hayan pasado los cuarenta días!, y como mis padres insistieron en que nos quedemos en su casa, porque mamá quiere estar al pendiente de nosotros, al menos hasta que me retiren los puntos.

Así lo haremos, nos vamos a quedar hasta fin de año, el uno o dos de enero, nos acomodaremos de una vez en el apartamento de Patrick.

Siempre que me refiero al apartamento como de él, él me corrige que es nuestro apartamento, que ahora soy su esposa y que todo lo suyo es mío, no es cierto del todo, insistí en que nos casáramos por bienes separados. No quiero que su familia vaya a pensar que soy una oportunista, y que además de sembrarle la crianza de los hijos de otro, vaya a querer quedarme con sus bienes.

Llegamos a mi antigua casa, y nos encontramos con la grata sorpresa de que ahí nos están esperando todos, incluidos la familia de Patrick, han montado una mini fiesta, con globos inflados y regalos para Valentina y Mateo. Ante tanta alegría, no logro reprimir el pensamiento de que pareciera que nadie recuerda a Angie, y como si Patrick leyera mi mente, me dice al oído.

—Valentina y Mateo, no merecían otro recibimiento que este.

—Lo sé —le respondo arrepentida.

Cómo siempre él tiene razón, los niños merecen ser felices y yo lo seré con ellos, Dios quiso llevarse a Angy, pero me dio la dicha de disfrutar a Valentina y a Mateo, ¡y eso pienso hacer!, sobre todo, porque ellos no merecen que la dicha que sus presencias generan en nuestras vidas, sea opacada con la partida de su hermanita al cielo.

Pasamos el resto de la tarde alegres abriendo regalos, chineando y viendo dormir a los bebés, han traído variedad de aperitivos, pero todos de dieta para que yo también pueda comer, y mi estómago les agradece la comida sin olor a hospital.

Agradezco que le hayan comprado cositas a Mateo, ¡mi pobre niño no tenía nada!, quien tiene todo adornado y ropa a montones es Valentina, aunque tendremos que regalar la ropita que era a juego con Angie.

Cuando ya casi es de noche, Greg se encarga de llevar a los padres y a los abuelos de Patrick a su casa, Rose desde que vino, se está quedando en el apartamento de él, porque el que era nuestro, está alquilado, pero hoy se va a quedar aquí con nosotros.

Me alegra haber tomado la decisión de quedarnos con mis padres, estar con mi gente y sentir el calor de hogar, me van a ayudar a hacer más amena la situación.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora