CAPÍTULO 23 - POR: Isabella Johnson fin

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—¡Por fin llegó el día de mi boda con Rick! —dice emocionada y dando saltitos.

—¡Ves, que no fue tonto de dejarte ir! —le digo, compartiendo su alegría.

—Por suerte reaccionó antes de que concluyera los trámites para irme a Europa.

Me dice con una sonrisa de oreja a oreja, la pobre estaba desilusionada porque tenían años de andar de novios con Rick, y él no se decidía a formalizar su relación, ella, cansada de la situación, decidió tramitar una maestría presencial en Europa, con la idea de establecerse por allá y olvidarse de su amor por Rick.

—¿A dónde has dejado a Patrick? —me pregunta buscándolo cerca.

—Se debe de haber quedado en el bar con papá y con Erick —le respondo.

Recordando que solo lo dejé y me vine directo para acá, ¡menos mal anda papá ahí!, para que no se quede solo, dudo que conozca a alguien de los invitados.

A los pocos minutos nos movemos para la capilla, la ceremonia va a dar inicio, busco a Patrick y entramos juntos, según yo, el pobre no conocería a nadie, pero resulto que sí, hay varios de los asistentes con los que se relaciona por negocios.

Durante el tiempo que llevo de ser la señora Dormán, ¡una semana!, no ha habido necesidad de presentarnos con nadie como esposos, y ahora que se dio la oportunidad me sentí extraña, ¡pero tengo que acostumbrarme!, ya no soy Isabella Johnson, sino Isabella Dormán. ¡Todos nos felicitan por la boda y los bebés!

La ceremonia y la fiesta son todo un éxito, ¡hasta bailé con Patrick y con Erick!, en cuanto los novios se escaparon de la fiesta para irse a su luna de miel, los invitados comenzaron a irse, incluidos nosotros. Jess y Erick se despiden en cuanto nos bajamos de la limusina, y se van de una vez para su casa, con papá, mamá y Patrick entramos en la de ellos y también se despiden y se van a sus habitaciones, así que me llevó a Patrick a la mía.

—¿Te sientes muy cansada? —me pregunta Patrick, ayudándome a desabrochar el vestido, que es de botones atrás.

—Un poco, pero creo que es por los zapatos —le respondo mostrándole las zapatillas que llevo puestas.

—¡Demasiado altas! —me responde burlándose.

—¿Cumplen con el estándar, para estar alrededor de tu cuello? —bromeo.

—Las zapatillas no serían el problema, la cuestión es que puedas subir los pies hasta ahí y mantenerlos —me responde, besando mi cuello.

—¡Pronto no tendrás de que quejarte! —le digo pegándome a su cuerpo.

—¡No me quejo!, también es un placer tener estas alrededor de él, —comenta acariciando suavemente mis piernas y metiendo la mano entre ellas.

Termina de desvestirme y me quedo solo en ropa interior, que aunque sé que se ve extraña, siempre procuro que sea sexy, hoy mi braga es de seda semitransparente, en color azul, y va a juego con el sostén. Patrick me observa y sin mediar palabra asalta mis pechos, y yo me derrito de pasión entre sus brazos.

—Llevas mucha ropa —le reclamo.

Comenzando a desabotonarle los primeros botones de la camisa, el saco y la corbata se los quitó él solo, en cuanto entramos en la habitación.

—Eso tiene solución —me responde ayudando a quitársela—. ¿Está bien así? —pregunta, quedando en pantalón, «¡este hombre es una fantasía!», me digo.

—Sigo en desventaja —le respondo.

Desabrochando su pantalón, ya logré desabrocharle el cincho, me colabora sacando las piernas del pantalón y queda solo en bóxer y calcetines.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora