CAPÍTULO 56 - POR: Isabella Johnson.

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Sin moverme, disfruto por un momento la sensación de estar así, pero quiero más, necesito más, el ingrato de Patrick como pocas veces lo hace, hoy ha caído fundido y no despierta aún, pero gime y levanta la pelvis, dándome mejor acceso a su erección.

Comienzo con movimientos suaves, pero en la medida que va incrementando mi placer, también incremento el ritmo de la cabalgata, aun sin despertar, él comienza a moverse a mi ritmo y eso incrementa mi placer, haciéndome desesperar por llegar.

—¡Oh amor! —exclama él, finalmente despertando, y cogiéndome fuerte por las caderas para ayudarme a impulsar.

Se sienta y comienza a besarme, acompasándose a mi ritmo, no tardo en estallar en mi tan necesitado orgasmo, y él me aprieta contra su cuerpo, prolongando mi placer.

Cuando ya me he recuperado, me hace cambiar de posición y quedo en cuatro, gimo solo de pensar en lo que me espera, porque así me llega casi al corazón, no tarda mucho en estallar en su propio orgasmo y de paso me lleva con él, tengo que morder la almohada, para no despertar a todos con mis gemidos.

Caemos juntos sobre la cama, él sobre mí, sin abandonar mi cuerpo, pero sin recargarme todo su peso, nuestra respiración es agitada, pero aun así con voz ronca, me pregunta.

—¿Estás bien?

—Ajá... —le respondo únicamente porque estoy fundida, y no puedo articular más palabras.

Se separa de mí y me atrae a sus brazos, ¡estamos completamente desnudos!, en el calor de nuestra batalla por darnos placer, nos quitamos todo.

—¿A qué se debe ese despertar tan sabroso? —me interroga, me parece que divertido, estoy cansada para levantar el rostro y mirarlo.

—Lo siento —me disculpo—. Me inquietó un sueño y desperté a punto de tener un orgasmo —le confieso.

—Espero que haya sido conmigo —dice bromeando.

—No, en realidad no —le respondo sintiendo como se tensa su cuerpo atrás de mí—. Fue con una braga vibratoria —le aclaro para que no comience a tejer telas de araña en su cabeza.

A continuación le relato parte de mi sueño, eso lo divierte más, cuando me estoy quedando dormida, a lo lejos escucho que me promete que va a hacerme un regalo de esos, pero que tendrá cuidado en no dejar el control remoto por ahí.

Más tarde, cuando la alarma suena me reincorporo para iniciar mi día, Patrick se está bañando y veo su camiseta sudada sobre el sofá, y eso me recuerda que llevo una semana sin hacer ejercicio, hoy por la tarde iré al hotel.

Nos vamos a trabajar y dejamos a mis ternuritas dormidos, al mediodía vendremos a comer aquí para poder estar con ellos, y posiblemente me los lleve por la tarde para poder ir al hotel.

No hemos tocado el tema sobre el encuentro que tuvimos con Alexander en el restaurante, y si él no le da importancia, tonta sería yo en sacarlo a colación, aunque en mis adentros tenga que lidiar con la inquietud, que me ha generado volver a verlo después de tanto tiempo.

¿Cómo es posible que mi corazón siga latiendo tan rápido por él?, ¡si Patrick me llena en todos los sentidos!, «¡pero no es el amor de tu vida!, ¡a Alexander lo amas!», me cruza el pensamiento, «¡a Patrick también!», me contradigo de inmediato, «¡no son amores iguales!», contraataca mi subconsciente.

—Llegamos, paso por ti al mediodía —me dice Patrick sacándome de mis pensamientos y librándome de esa batalla interna.

Se baja y me ayuda a salir, me da mi beso de despedida, pero me cuelgo de su cuello y en mi mente repito que también lo amo.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora