CAPÍTULO 31 - POR: Isabella Johnson

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Despierto llorando con un enorme pesar a causa de esa horrible pesadilla, una sensación de pérdida se ha apoderado de mi pecho, y veo a Patrick y a papá que se acercan a mí.

—¿Te duele algo? —me pregunta Patrick, preocupado.

—No, —le respondo sin poder parar de llorar—. Tuve una horrible pesadilla —les cuento intentando serenarme—. ¿A dónde están mis niñas?, ¿qué pasó?, ¿por qué esas caras? —les pregunto desesperada al no ver a ninguna de las nenas.

Ya no estoy en la misma habitación, esta es similar, pero el mobiliario es diferente, y han decorado con hermosos globos y flores color rosa y celeste.

Me percato de qué mamá tiene los ojos rojos como si ha estado llorando, a Patrick se le ve cansado, y Erick no está aquí adentro.

—Cielo despertaste —me dice mamá acercándose también.

—¿A dónde están mis niñas? —vuelvo a preguntarles desesperada.

—No tardarán en traerlos, ¡cálmate! —me pide Patrick.

—¿En traerlas?, ¿de dónde? —le pregunto.

—Los tienen en incubadora por ser prematuros —me explica él

—¿Les ocurre algo?, dime, ¿qué va mal? —le pregunto viéndolos a los tres.

—No tardarán en traerlos —vuelve a repetirme, levantando el auricular de la habitación—. Isabella Dormán ha despertado —le dice a alguien, guarda silencio y dice—. Gracias —luego cuelga y se regresa adonde mí.

—Ya van a traerlos —me confirma con una sonrisa que no es del todo real.

—A traerlas —lo corrijo.

—No, ¡a traerlos!, son un lindo nene y una linda, pero gritona nena —me corrige.

—¡Qué...! —le respondo sorprendida y sonriendo.

—¿No son dos niñas? —le pregunto—. ¿Pero cómo?, ¡Si en los ultrasonidos siempre salía que eran dos niñas! —además, recuerdo haber escuchado en el quirófano que anunciaron a dos nenas, «o ¿habré escuchado mal?», me pregunto a mí misma.

—¡Ay cariño! —dice mamá lamentándose.

—¡Cielo no! —le pide papá.

—¿Qué ocurre?, ¿Algo va mal con alguno de los bebés? —Vuelvo a preguntar.

—No, —dice mamá—. Ellos están bien, son muy lindos, igual que tú cuando naciste —comenta con ternura.

—¿Y por qué lloras entonces? —quiero saber.

—¡No me hagas caso cielo! —Pronto los traerán y podrás cargarlos y alimentarlos —me comenta.

Veo un reloj que está en la pared y me doy cuenta de que han pasado más de diez horas desde que entre en el quirófano, ¡ya es de noche!

A los pocos minutos viene una enfermera con una cunita doble, mamá sale a su encuentro y la acerca a mí, Patrick también se acerca y pregunta.

—¿Adivina, quién es quién?

Al verlo nuevamente, me percato que también tiene los ojos rojos como si ha llorado, veo a los demás y todos están con el mismo semblante.

—¿Seguros de que todo está bien? —vuelvo a preguntarles—. Esas caras que tienen no es la de felicidad por el nacimiento de los niños, ¿qué sucede?, ¿le pasa algo a alguno de ellos, o a mí? —les pregunto.

Pensando en que si los niños están bien, a lo mejor me ocurrió algo mientras estuve en el quirófano, o a lo mejor me han descubierto alguna enfermedad.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora