CAPÍTULO 20 - POR: Isabella Johnson

11 1 0
                                    

Estamos por regresar al apartamento de Patrick, hemos quedado que ahí haremos nuestro lugar de residencia, mientras las niñas crecen y requieren un espacio más grande, ¡me encanta que piensa y prevé todo!

Adela y Robert, nos han insistido en que utilicemos la casa familiar que tienen aquí, pero de momento el apartamento de Patrick nos va bien, ya después veremos si nos mudamos ahí, o si buscamos opciones.

Emocionalmente, me siento extraña, quiero a Patrick, me siento a gusto con él, pero fue por demás que en el momento de la boda, no me cruzara Alexander por la mente, y tuviera que hacer un enorme esfuerzo por no ponerme a llorar.

¡Cuán diferente habría sido todo, si no le hubiera dado tantas largas a casarnos!, aunque me conozco y sé que no hubiera sido feliz teniendo que vivir, lo que ahora a Eliana le va a tocar soportar, cuando él quiera convivir con mis hijas.

Ya da igual pensar en eso, ¡ahora soy una mujer casada!, la vida por alguna razón me premió con otro excelente ejemplar de hombre, ¡en todos los sentidos!, y pienso ser lo más feliz posible con él.

La boda estuvo muy linda, ¡me encantó!, fue algo íntimo, solo nos acompañaron nuestros amigos y familiares cercanos, Irina me dio la mejor de las sorpresas al hacer tiempo de venir junto con Rick, vinieron sábado al mediodía y se regresaron el domingo temprano.

Mi vestido de novia nada tuvo que ver con vestidos de princesas, tampoco hubo iglesia, ni carrozas siendo llevadas por poderosos caballos, ¡no!, el vestido fue color champán, escotado, vueludo e inmensamente largo para que cubriera mis zapatillas de bailarina. ¡Ya sé que no soy bailarina!, pero me las puse en honor a las dos que llevo adentro.

Y a Patrick le encantó tener que soltar el lazo de ellas, que até alrededor de mis pantorrillas, me las quitó entre besos y caricias, que no tardaron en subir de tono hasta convertirse en algo sexual.

—Estás lista, ¿no olvidas nada? —me pregunta, mi ahora esposo, regresándome al presente.

—No, mi más grande equipaje lo llevo adentro —le respondo, bloqueando el teléfono.

Me había quedado viendo las fotografías de la boda y rememorando todo.

—Dicha con la que contamos ahora, cuando ya estén afuera, si va a tocar andarlas jalando —me responde abrazándome.

—Lo que no sé, ¡es cómo voy a darles pecho a las dos! —le comento pensativa.

—Tendrás que repartirles uno a cada una —me responde besándome—. ¡El problema va a ser conmigo!

—¿Cuál problema? —le pregunto idiotamente.

—¡Yo voy a querer los dos siempre!, dice bajando con sus labios por mi cuello.

—Mm... Tendrás que negociar con ellas —le respondo tocándolos y acercándolos a su rostro—. ¡Los tengo bien duros! —le comento para provocarlo.

—¡Quiero ver! —dice acariciando con los labios

—¡Deja, que se nos hace tarde! —le reprocho, sintiendo como las sensaciones corren desde ellos, hasta mi vientre.

—Podemos tardarnos un poco más —me sugiere, llegando hasta mi pezón.

—¡Patrick no!, vamos justo a tiempo, la reunión con los Walter es en una hora, y si nos entretenemos no vamos a llegar —le recuerdo.

—¡Te salvas por eso!, pero pienso inspeccionarte más noche —dice dándome un último mordisco, y luego separándose para agarrar la última maleta que falta de subir al coche.

En el camino de regreso al hotel de los cerezos, me quedo dormida, cuando llegamos, Patrick me despierta.

—Señora Dormán, esposa mía, ¡llegamos! —dice acariciando mi brazo

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora