CAPÍTULO 29 - POR: Alexander Black.

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Al final tocó que viajar en un vuelo privado, porque el comercial salía hasta las diez de la noche, y obviamente no iba a tener paciencia ni ánimos para esperarlo, aterrizamos en Seattle a las tres y media de la madrugada, y en cuanto lo hicimos le marco a Damon.

—¿Cómo van las cosas?, ya voy camino al hospital —le cuento preocupado.

—Todo bien por aquí, ¡ya eres papá! —me responde alegre, y escucharlo decir eso, hace que me vuelva el alma al cuerpo.

—¿En serio?, ¡ya nació Arianita! —Exclamo emocionado, porque por fin voy a conocer a mi hija—. ¿Cómo esta Eliana? —le pregunto, esperando que también se encuentre bien.

—Ambas están fuera de peligro, cuando vengas te contamos bien como va todo.

—¿Seguro que todo está bien? —le pregunto inquieto.

—¡No te preocupes!, ven que quiero ir a dormir —me responde.

—llego en breve —le aseguro.

Entro en la habitación del hospital, y Eliana está dormida, mamá y papá, están haciéndole compañía.

—Hijo por fin viniste, ¡debes de estar muy cansado! —me dice abrazándome.

—No te preocupes, dormí un poco en el avión, y ya descansaré más tarde, ¡si es que hay tiempo! —le respondo—. ¿Y Damon?

—Fue a la cafetería, no debe de tardar en venir.

—¿Cómo están? —quiero saber.

—La nena está lindísima, se parece a ti cuando naciste —me comenta alegre.

Escucharla decir eso, hace crecer en mí, la necesidad por conocer a mi hija.

—Adonde está, ¿por qué no la tienen aquí? —le pregunto desconfiado.

—La trajeron en la noche por unas horas, pero se la llevaron de nuevo, al parecer mañana la entregarán para que Eliana le dé pecho —me responde emocionada—. ¡Es una cosita tan linda! —me cuenta haciendo un puchero.

—¿Y será que puedo verla en donde la tienen? —le pregunto contagiado de su entusiasmo.

—Vamos con el médico, para que te cuente como están las cosas, y te digan si puedes verla —me pide mamá, que tu papá se quede con Eliana por si despierta.

—¿Segura de que la nena está bien? —la cuestiono preocupado, porque quiera que vayamos a ver al médico antes de que a la nena.

—Sí hijo, ¿cómo podría mentirte en algo así? —me tranquiliza.

Encontramos al doctor, y me explica que cuándo Eliana vino, le realizo exámenes para verificar el estado del bebé, y que a las diez de la mañana la había tenido que intervenir, porque los latidos del corazón de la niña habían disminuido.

Durante sus primeras horas, la nena presentó signos vitales débiles, pero que gracias a Dios, se estabilizó en el transcurso del día, y que por eso tenían que tenerla en observación.

Le pregunté si la nena ya está fuera de peligro, y me respondió que no puede garantizarlo, y que por eso necesitan tenerla en observación.

Le pido que haga lo que sea necesario para que la niña esté bien, que no escatime en gastos de ser necesario, ¡es mi hija, la amo!, pero también sé, que para Eliana sería durísimo si a la nena le sucede algo.

Nunca en su vida la había visto tan feliz, como cuando por medio de una ecografía le confirmaron que era una nena, su deseo se le había concedido y había volcado todo el amor y el cariño hacia esa personita.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora