CAPÍTULO 26 - POR: Isabella Johnson.

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Adela contesta enseguida.

—La muy buscona, solo usaba faldas que no dejaban nada a la imaginación, y los escotes en las blusas... ¡Ni se imaginan!, incluso, ¡la había agarrado conmigo la muy idiota! —Comenta poniendo los ojos en blanco—. Cada vez que yo llegaba a ver a Robert, ella buscaba una razón para estar entre nosotros —continúa relatando—. Esa vez colmó mi paciencia porque se agachó tanto, que uno de sus pechos amenazaba con salir de su blusa, no me contuve y se lo dije, se hizo la indignada; pretendía que por alguna razón Robert la defendiera, pero él ni caso le hizo, ¡yo creo que si tuvo algo que ver con ella! —concluye pensativa.

—Pudo haber sido que esperara un gesto de caballerosidad por parte de su jefe —se defiende Robert.

Patrick toma mi mano y ríe divertido de la discusión de sus padres. Cuando ya es de noche y se han ido los tíos de Patrick y el clan de Susana, el cansancio comienza a bajarme y bostezo.

—¿Quieres descansar ya? —me pregunta Patrick.

—Sí por favor, ¡me siento un poco cansada! —le reconozco.

Nos ponemos de pie y nos despedimos de quienes aún están en la sala, y nos dirigimos a la habitación de él, que resultó ser un mini apartamento, incluso tiene su propia sala y un estudio incluido.

—¡Wow, señor Dormán!, ¿cómo se ha acostumbrado a vivir en el apartamento?, si solo su habitación es la mitad de grande —lo cuestiono asombrada.

—¡Es acogedor!, —me responde sonriendo—. Mis padres fueron ampliando la casa y adecuando los espacios según fuimos creciendo con mis hermanos —acaricia mi rostro y me pregunta—. ¿Te sientes bien?, te veo agotada.

—Solo estoy cansada, se me pasará cuando duerma —le aseguro, para que no se preocupe por gusto.

Patrick abre mi maleta y me saca un conjunto de ropa para dormir, el que traje es color blanco con flores rosa, me doy una ducha con agua tibia para que me ayude a relajar, y cuando salgo del baño, Patrick ha sacado la laptop y se ha puesto a trabajar, en cuanto me ve se levanta y me ayuda a acostar en la cama.

—Voy a darme una ducha y luego trabajaré un poco —me comenta besándome.

—No te desveles mucho —le pido, sabiendo que es capaz de no dormir.

—Solo voy a revisar unos documentos, está haciendo frío y es posible que necesites mi calor —me comenta riendo, sabiendo que se me congelan los pies.

Me acuesto y no tardo en quedarme dormida, de pronto, me despierto al sentir una fuerte punzada en el vientre, que es aún mayor que la que tuve en la mañana, trato de incorporarme sin tener éxito.

—¡Autch! —digo agarrándome el vientre.

Patrick vuelve a verme en cuanto me escucha, y al ver que estoy intentando incorporarme viene a mi auxilio.

—No te esfuerces, ya te ayudo —me dice.

—Necesito ir al baño —le pido.

Él me ayuda a ir hacia ahí y cuando ya he hecho pis, siento un enorme calor acompañado de fatiga, y Patrick lo nota en cuanto salgo porque se acerca a mí.

—¿Te sientes bien?, ¡estás sudando! —dice tocándome la frente.

—Tengo sed, me das agua por favor —le pido.

—¡Claro! —dice acercándose a un minibar, toma un vaso y una jarra transparente, sirve el agua y me entrega el vaso.

—¿Qué hora es?

—¡Un poco más de las diez!, ¿ya no tienes sueño?

—Un poco —le respondo—. ¿Qué haces? —le pregunto.

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora