CAPÍTULO 15 - POR: Isabella Johnson

12 2 0
                                    

—Como siempre tenías que viajar a Seattle para pasar la navidad allá —me dice Rose—. Propongo que te quedes de una vez, hasta que lleguen las vacaciones, ¡solo te anticiparías una semana!, y le das el gusto a tus papás de estar en casa.

—Esa idea tiene más sentido —comenta Patrick, secundándola.

A mí también me parece bien la idea, y así no me expongo a estar viajando muy seguido, en fin que una semana pasa pronto, pero no quiero dejar de trabajar.

—¿Y qué con el trabajo?, tenemos varios pendientes que finiquitar, ¡antes de que finalice el año! —los cuestiono.

—Los chicos pueden apoyarte, no necesitas estar presencial para que hagan las cosas —me recuerda Patrick.

—Bien, coordinaré con ellos para que salgamos con todo —les respondo.

—¡Hasta que logramos ponernos de acuerdo! —dice Rose, y Patrick sonríe.

Al final acordamos que Patrick me acompañará a la fiesta de Irina, y se regresará el lunes, el domingo lo vamos a pasar en la casa de sus papás, que están encantados con la noticia, y el lunes me regresa a donde mis papás y se viene él para Vancouver.

Casi todas las noches, después de cenar, Patrick sube a su apartamento, trabaja un rato en lo suyo y me deja que hable con Rose o que me ponga a trabajar, tipo diez de la noche viene por mí, y si ya me he dormido se queda aquí conmigo.

—Voy a revisar unos documentos, nos vemos en un rato —me dice dándome un beso y despidiéndose de Rose.

En cuanto lo escucho cerrar la puerta, le suelto a Rose.

—¡Me pidió que me case con él!

Rose que estaba tomando café, se atraganta, y me mira con ojos muy abiertos.

—¡En serio!, ¿qué le respondiste? —me pregunta, reponiéndose de inmediato.

—Nada, en eso llegaste tú.

—¡Mira nada más!, ¡que oportuna me he vuelto! —Dice con sarcasmo—. ¿Y qué le piensas responder? —me pregunta.

—Hablamos del registro de las niñas, no puedo negarles que lleven el apellido de Alexander, y si me caso con Patrick antes de que nazcan, será más complicado para que Alexander las registre como sus hijas.

—¡Ni se lo merece! —me responde Rose—. Quien ha cuidado de ti todo el tiempo es Patrick.

—Pero son hijas de él, y no quiero que el día de mañana me reprochen que les negué el derecho a reconocer a su padre biológico —le respondo.

—No necesitas negarles nada, pero tampoco tienes porque darle largas al asunto, entiendo que por medio de un abogado, él puede reconocer su paternidad aunque tú estés casada con otro.

—Voy a informarme bien y de ser así, le diré que sí a Patrick, ¡me pregunto si aún extraño a Alexander! —le cuento también.

—¿Y qué le respondiste?

—¡Que no he tenido tiempo!, aunque en realidad si lo hice en varias ocasiones —le confieso a ella—. Sobre todo, ¡antes de que comenzara a salir con Patrick!, ¡ha sido el amor de mi vida!, el padre de mis hijas —le recuerdo—. ¿Cómo podría olvidarme de él tan rápido? —le confieso a Rose.

Sintiendo como los ojos se me llenan de lágrimas, al dejar que se apodere de mí, el sentimiento de ausencia del hombre con quien creí que envejecería.

—¡Ay, amiga!, no vayas a llorar otra vez por ese idiota —me pide.

—No, ¡no pienso hacerlo! —le respondo secándome los ojos a causa de unas lágrimas traicioneras—. El hecho de que no lo olvide, ¡no significa que sea estúpida!, y tenga alguna ilusión de que podamos volver a estar juntos, ¡como si nada ha ocurrido!, si él continuó con su vida, ¿por qué me voy a estancar con la mía?

El DESTINO Y SUS JUEGOS - JUGADA INESPERADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora